Diario del viajero

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“Viajar, primero te deja sin palabras   y luego te convierte en un narrador” (Ibn Battuta), me sostengo de esta frase para empezar a contarles aquellas grandes experiencias que uno se puede llevar al visitar esos destinos maravillosos que nos ofrece el mundo. Dependiendo de la mirada que le pueda dar el explorador al entorno.[pic 11][pic 12]

No hay nada más especial que salir de casa, empezar el día con los pies descalzos sobre arena blanca, subir a una canoa y emprender un viaje lento con el movimiento relajante del mar, y perder la noción del tiempo mientras tu mirada se distrae con la esplendorosa naturaleza; es una de las sensaciones que no cambiaría por nada.

Estas fuertes motivaciones nos llevan a un maravilloso lugar “Los Manglares De Tumbes”, que sin duda alguna es casi imprescindible llegar a conocer o escuchar sobre él, en su paso por Tumbes; ya que es uno de los principales atractivos de estas tierras. Es un lugar que ya alguna vez habría visitado, pero que aún no deja de sorprenderme.

En un viaje familiar provistos con la ropa más ligera y cómoda, gorras, bloqueador solar, agua y alguno que otro alimento; empezamos el día rumbo a nuestro destino.

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Nuestro recorrido comienza así. Nos localizamos en Tumbes un departamento al norte del Perú, en las fronteras con Ecuador, muy conocido por sus playas y gastronomía. Para llegar a esta formación de manglar es necesario ubicarse en Puerto Pizarro, uno de los balnearios importantes de esta ciudad el cual está aproximadamente a 15 minutos del centro de Tumbes. Partimos a las 8:00 de la mañana en taxi, el trayecto era aminado por música de la zona, la famosa “música criolla”, mientras el chofer nos comentaba sobre lo que debíamos hacer para aprovechar la visita en aquel lugar. [pic 14]

A través de la ventana el paisaje que se observaba era de grandes extensiones de cultivo de arroz, más adelante sobresalían algunas extensiones dedicadas a la producción de camarón,  y por otro lado de la vía se podía  divisar el ecosistema de bosque seco ecuatorial o bosque deciduo característico de esta zona, en donde sobresalían arboles como el algarrobo, espinos y algunos cactus.

A esas horas el nivel de nubosidad es mínima, el cielo estaba súper despejado y el viento era débil en dirección al noreste esto hacia que el ambiente sea muy fresco a una temperatura promedio de 24 °C.

Terminando el recorrido, llegamos a la isla “Hueso De Ballena” conocida así por su semejanza geográfica al lomo de este mamífero marino, y porque este era uno de los lugares en los que las ballenas se varaban para morir. En este lugar se puede degustar del cebiche de conchas negras, y diferentes platos típicos provenientes de la actividad pesquera que se desarrolla en esta zona. [pic 15][pic 16][pic 17]

Regresamos a las 17h: 00 cuando ya el sol estaba por ocultarse y pintaba el cielo de colores rojos y amarillos como dando pinceladas; un espectáculo muy lindo e imperdible.

Pasamos por la isla de los pájaros en donde ya había una cantidad considerable de aves que hacían ruido.

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Sobre los tallos y ramas retorcidas del mangle posan distintas aves; que no parecen incomodarse con nuestra presencia, sino que más bien nos reciben con distintos sonidos que llegan a escucharse como “chácharas”; algunas de estas son aves de paso que migran de otros lugares por temporadas y otras simplemente permanecen casi todo el año, anidan, se reproducen y obtienen su alimento del mar y de los mangles. Entre las aves más reconocibles y abundantes nos encontramos a la fragata magnífica (Fregata magnificens) cuya característica más llamativa es una bolsa roja que sobresale del pecho de los machos, también encontramos la garza cuca (Ardea cocoi), garza blanca (Ardea alba), pelicanos y pequeñas aves como la reinita amarilla (Dendroica petechia peruviana). Lastimosamente la cantidad de aves ha disminuido debido a la actividad humana y porque  son capturadas para monitoreo de la especie. Al llegar al atardecer es cuando más cantidad de aves podemos encontrar ya que estas llegan a descansar.

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