Discurso Pepe Mujica A Los Intelectuales
Enviado por sebas146 • 22 de Agosto de 2013 • 2.531 Palabras (11 Páginas) • 633 Visitas
DISCURSO DE PEPE MUJICA A LOS INTELECTUALES
En el encuentro con los intelectuales, el miércoles 29 de abril en el Palacio
Legislativo.
Queridos amigos:
La vida ha sido extraordinariamente generosa conmigo. Me ha dado
un sinfín de satisfacciones más allá de lo que nunca me hubiera
atrevido a soñar.
Casi todas son inmerecidas. Pero ninguna más que la de hoy:
encontrarme ahora aquí, en el corazón de la democracia uruguaya,
rodeado de cientos de cabezas pensantes.
¡Cabezas pensantes! A diestra y siniestra. Cabezas pensantes a
troche y moche, cabezas pensantes pa’ tirar pa’ arriba.
¿Se acuerdan de Rico Mac Pato, aquel tío millonario del pato Donald
que nadaba en una piscina llena de billetes? El tipo había desarrollado
una sensualidad física por el dinero.
A mí me gusta pensarme como alguien que le gusta darse baños en
piscinas llenas de inteligencia ajena, de cultura ajena, de sabiduría
ajena. Cuanto más ajena, mejor. Cuanto menos coincide con mis
pequeños saberes, mejor.
El semanario BÚSQUEDA tiene una hermosa frase que usa como
insignia: “Lo que digo no lo digo como hombre sabedor, sino buscando
junto con vosotros”. Por una vez estamos de acuerdo.
¡Si estaremos de acuerdo! Lo que digo, no lo digo como chacarero
sabihondo, ni como payador leído, lo digo buscando con ustedes. Lo
digo, buscando, porque sólo los ignorantes creen que la verdad es
definitiva y maciza, cuando apenas es provisoria y gelatinosa.
Hay que buscarla porque anda corriendo de escondite en escondite. Y
pobre del que emprenda en soledad esta cacería. Hay que hacerlo con
ustedes, con los que han hecho del trabajo intelectual la razón de su
vida. Con los que están aquí y con los muchos más que no están.
DE TODAS LAS DISCIPLINAS
Si miran para el costado van a encontrar seguramente algunas caras
conocidas porque se trata de gente que se desempeña en espacios de
trabajo afines. Pero van a encontrar mucho más caras que les son desconocidas, porque la regla de esta convocatoria ha sido la
heterogeneidad.
Aquí están los que se dedican a trabajar con átomos y moléculas y los
que se dedican a estudiar las reglas de la producción y el intercambio
en la sociedad. Hay gente de las ciencias básicas y de su casi
antípoda, las ciencias sociales; gente de la biología y del teatro, y de
la música, de la educación, del derecho y del carnaval.
Y en tren de que no falte nada, hay gente de la economía, de la
macroeconomía, de la microeconomía, de la economía comparada y
hasta alguno de la economía doméstica.
Todas cabezas pensantes, pero que piensan en distintas cosas y
pueden contribuir desde sus distintas disciplinas a mejorar este país. Y
mejorar este país significa muchas cosas, pero desde los acentos que
queremos para esta jornada, mejorar el país significa empujar los
complejos procesos que multipliquen por mil el poderío intelectual que
aquí esta reunido.
Mejorar el país, significa que dentro de veinte años, para un acto como
este no alcance el Estadio Centenario, porque al Uruguay le salen
ingenieros, filósofos y artistas hasta por las orejas. No es que
queramos un país que bata los récords mundiales por el puro placer
de hacerlo.
Es porque está demostrado que, una vez que la inteligencia adquiere
un cierto grado de concentración en una sociedad, se hace
contagiosa.
INTELIGENCIA DISTRIBUIDA
Si un día llenamos estadios de gente formada va a ser porque afuera,
en la sociedad, hay cientos de miles de uruguayos que han cultivado
su capacidad de pensar.
La inteligencia que le rinde a un país es la inteligencia distribuida. Es
la que no está sólo guardada en los laboratorios o las universidades,
sino la que anda por la calle.
La inteligencia que se usa para sembrar, para tornear, para manejar
un autoelevador o para programar una computadora. Para cocinar,
para atender bien a un turista, es la misma inteligencia.
Unos subirán más escalones que otros, pero es la misma escalera. Y
los peldaños de abajo son los mismos para la física nuclear que para el manejo de un campo. Para todo se precisa la misma mirada
curiosa, hambrienta de conocimiento y muy inconformista.
Se termina sabiendo, porque antes supimos estar incómodos por no
saber. Aprendemos porque tenemos picazón y eso se adquiere por
contagio cultural, casi cuando abrimos los ojos al mundo.
Sueño con un país en el que los padres les muestren el pasto a los
hijos chicos y les digan: “¿Sabés qué es eso?, es una planta
procesadora de la energía del sol y de los minerales de la tierra”.
O que les muestren el cielo estrellado y hagan piecito en ese
espectáculo para hacerlos pensar en los cuerpos celestes, en la
velocidad de la luz y en la transmisión de las ondas.
Y no se preocupen, que esos uruguayos chicos igual van a seguir
jugando al fútbol. Sólo que, en una de esas, mientras ven picar la
pelota puedan pensar a la vez en la elasticidad de los materiales que
la hacen rebotar.
CAPACIDAD DE INTERROGARSE
Había un dicho: “No le des pescado a un niño, enséñale a pescar”.
Hoy deberíamos decir: “No le des un dato al niño, enséñale a pensar”.
Tal como vamos, los depósitos de conocimiento no van a estar más
dentro de nuestras cabezas, sino ahí afuera, disponibles para
buscarlos por Internet.
Ahí va a estar toda la información, todos los datos, todo lo que ya se
sabe. En otras palabras, van a estar todas las respuestas. Lo que no
van a estar son todas las preguntas. En la capacidad de interrogarse
va a estar la cosa. En la capacidad de formular preguntas fecundas,
que disparen nuevos esfuerzos de investigación y aprendizaje.
Y eso está allá abajo, marcado casi en el hueso de nuestra cabeza,
tan hondo que casi no tenemos conciencia. Simplemente aprendemos
a mirar el mundo con un signo de interrogación, y esa se vuelve la
manera natural de mirar el mundo. Se adquiere temprano y nos
acompaña toda la vida.
Y sobre todo, queridos amigos, se contagia. En todos los tiempos, han
sido ustedes, los que se dedican a la actividad
...