Duelo y famila

El instrumentador quirúrgico junto con el médico comparten una responsabilidad con delicada importancia, ya que cuando un paciente entra a una sala quirúrgica recae la vida de dicho paciente en las manos de estos profesionales.

Esta historia sucedió en el Hospital San José mientras cursaba sexto semestre de mi carrera, en el pabellón de Guillermo Gómez (obstetricia) en salas de cirugía, es una historia real que me gustaría tratarla en este trabajo por que es impactante y debió tener un manejo por parte de psicología bastante arduo  

Marcela es una señora que vive en un pueblo santandereano junto con su esposo y tres hijos, queda embarazada a la edad de 40 años, nunca recibió acompañamiento médico por que no le quedaban cerca los centros de salud y no tenia los recursos necesarios para ir hasta allá.

Llega a la ciudad de Bogotá gracias a la hija de la vecina de la vereda, por que Marcela al tener 40 años presenta un embarazo de alto riesgo.

Entra al hospital de San José con siete meses de embarazo, con ruptura de fuente y contracciones muy fuertes, es llevada de urgencia a cesárea.

Cuando nace el Feto se evidencia que este presentaba anomalías en su rostro y en su abdomen, no tenia ojos ni nariz y  la piel de su abdomen no estaba cerrada en su totalidad, por lo que se podían ver sus intestinos.

El pediatra y el equipo médico que lo acompañaban entraron a la sala y valoraron la supervivencia del bebe, determinando que este no viviría ni un día si le cortaban el cordón umbilical, le comentaron  a la mamá el estado de su bebe, y ella al ver las circunstancias decide que su hijo muera.

Con autorización de lo padres se realiza el bautizo del bebe como símbolo de amor y de descanso seguido de un funeral, para que la mamá vaya aceptando la realidad de la perdida, el método apropiado es el de que escriba una carta para el niño para que libere la culpa que tiene y que le cuente a los profesionales encargados de su seguimiento todo lo que le hubiera gustado que supiera, se determina el paso siguiente con la conducta y signos de duelo que muestre la mamá  y si es necesario se programan talleres de manualidades, jardinería o relajación para que ella pueda   asumir un rol diferente y para que vea la muerte como un proceso natural.

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