EL RETORNO DEL PATERNALISMO ECONOMICO

El retorno del paternalismo

Por: Mauricio Botero Caicedo

EL PATERNALISMO, TANTO EN LO Político como en lo económico, es una modalidad del autoritarismo que está en contraposición con la democracia.

El paternalismo, en donde el soberano se comporta con los súbditos como un padre y en donde los súbditos son tratados como menores de edad, por definición es despótico. Por el contrario, la democracia es la salida del individuo de la situación de minoría de edad: el abandono de la infancia es importante para alcanzar la madurez política y económica y dejar atrás el paternalismo. Immanuel Kant, el filósofo alemán, critica al paternalismo porque éste reduce al individuo a una condición de inmadurez que propicia un régimen degradado: “Un gobierno basado en el principio de la benevolencia hacia el pueblo, como el gobierno de un padre sobre los hijos, es decir, un gobierno paternalista (imperium paternale), en el que los súbditos, como los hijos menores de edad que no pueden distinguir lo que es útil o dañino, y son obligados a comportarse pasivamente para esperar que el jefe de Estado juzgue la manera en que deben ser felices y esperar su bondad, es el peor despotismo que se pueda imaginar”, escribió el sabio alemán.

Pocas veces en su historia moderna el país ha visto un caso más aberrante de paternalismo político y económico como el “Fondo de Estabilización de Precios” recientemente creado por el Ministerio de Minas y Energía. El ministro del ramo, en reciente artículo, defiende a capa y espada dicho Fondo con la peregrina tesis de que “si bajásemos hoy la gasolina, tendría muy probablemente que subir después”. Para el Ministro, el consumidor es un menor de edad incapaz de asumir la volatilidad en los precios del petróleo; y teniendo como objetivo el evitarle sobresaltos, es necesario aliviarle hoy el bolsillo con la finalidad, supuestamente, de no tener que hacerlo en el futuro cercano.

Si bien es muy probable que los precios del petróleo a mediano plazo vuelvan a subir, el tratar al consumidor como a un menor de edad, a más de ser un irrespeto, es una solemne tontería. Los agentes económicos deben tomar decisiones sobre los precios reales del mercado; y cuando un Estado paternalista rompe el canal de comunicación, lo único que se logra es que se tomen decisiones equivocadas. En el resto del mundo económicamente desarrollado, el Estado casi nunca toma las decisiones sobre lo que, económicamente hablando, le puede convenir al consumidor. Adicionalmente, el dinero tiene un costo de oportunidad: el meterle hoy la mano a la billetera al consumidor no es lo mismo que permitirle pagar un menor precio en el futuro, por cercano que sea. Finalmente, estos “Fondos de Estabilización”, una vez el precio del petróleo alcance cierta cifra que pueden ser los $100 dólares por barril, se suelen derrumbar en cuestión de meses.

Otra cosa muy diferente es el presentarle

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