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EL ROL DE AMERICA LATINA EN LA GLOBALIZACION NEOLIBERAL


Enviado por   •  16 de Mayo de 2014  •  1.535 Palabras (7 Páginas)  •  238 Visitas

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EL ROL DE AMERICA LATINA EN LA GLOBALIZACION NEOLIBERAL

Gérard Duménil

Entendemos por “neoliberalismo”, la nueva fase en la cual entró el capitalismo en la transición de los años 1970 y 1980. Aunque se trata de una transformación compleja, cabe señalar, a fines de 1979, la decisión de la Federal Reserve estadounidense, de elevar las tasas de interés no importa a qué nivel, como una exigencia pretendidamente obligatoria en la lucha contra la inflación (no importa cuáles sean las consecuencias, principalmente para los países endeudados de la periferia). Si bien existe una ideología neoliberal, el neoliberalismo es mucho más que eso, es una fase del capitalismo en la cual las características de explotación de ese modo de producción, inclusive en su dimensión imperialista, alcanzó una nueva radicalización: disciplinamiento del trabajo y de su gestión a favor de los detentores de capitales (acreedores y accionistas); libre circulación de las mercancías y de los capitales, vale decir, globalización del terreno de caza del capital internacional. Si las sociedades multinacionales son los agentes de ese nuevo orden mundial, éste responde a las exigencias de las clases capitalistas, lo que llamamos de “finanzas”, o sea, la fracción superior de los propietarios de capital y sus instituciones financieras. Si en un primer nivel, el poder de esos propietarios, muy alejados de las empresas, no hubiera podido afirmarse sin la intermediación de las instituciones financieras (bancos, banco central, fondos de todo tipo), él se ejerce, en un segundo nivel, a través del Estado.

Cuatro razones que explican el lugar central de América Latina en el mundo neoliberal:

1. La primera afectada del orden neoliberal

La mayor parte de los países del subcontinente se comprometieron en procesos de crecimiento sostenidos, a pesar de las desigualdades. Esto comenzó antes de la Segunda Guerra mundial y continuó después. ¿Es necesario recordar que la renta per capita de Argentina, al final de la guerra, era del orden de la de Francia? Algunas grandes ciudades de América Latina, como Buenos Aires o Montevideo, son testimonios de ese pasado. El modelo de sustitución de importaciones condujo a elevadas tasas de crecimiento, cerca del 6% en México, por ejemplo.

El contraste con las décadas neoliberales es chocante. Con poquísimas excepciones, las tasas de crecimiento se derrumbaron luego de 1982. A esta desaceleración se agregó una peligrosa inestabilidad macroeconómica, quiere decir, la recurrencia de graves recesiones: de hecho, de crisis mayores (“tequila” en México, la crisis argentina, etc.). En este mundo de libre circulación de capitales, cualquier política macroeconómica se volvió imposible. Es cierto que la imposición de tasas elevadas de cambio permitió acabar con la inflación y que gritos de victoria acompañaron el restablecimiento del crecimiento en los años 90s. Pero esas trayectorias se revelaron insostenibles en el mediano plazo. Ese nuevo curso se vio además agravado por el proceso de desindustrialización o por la sustitución de una parte de la industria nacional, liquidada por una competencia insostenible, por la industria “maquiladora”, con sus características bien conocidas de extrema explotación y de ausencia de integración al tejido industrial nacional. A esto se suma la deuda externa, acumulada a fines de los años 70s en un contexto donde las tasas de interés real eran nulas, pero que se volvió impagable cuando el alza de los intereses. Una segunda ola de endeudamiento acompaña la apertura financiera de los años 90s. Las obligaciones fundamentales del Estado en materia de reforma agraria, de educación, de salud, fueron sacrificadas frente a la sacrosanta obligación de hacerle frente a los compromisos con los acreedores, en detrimento de las obligaciones sociales más elementales.

2. La nueva configuración

Si el neoliberalismo tuvo como principal objetivo la restauración del poder y de las rentas de las clases capitalistas de los países del Centro, sobre todo de los Estados Unidos, ese objetivo no hubiera sido alcanzado sin la colaboración de las clases dominantes de los países de la periferia. Una vez más, América Latina, si bien en diferente grado según los países, es una figura emblemática de tal configuración. Las tasas de cambio elevadas y la convertibilidad permitieron a las clases ricas de esos países poner sus capitales en los países del Centro, en los Estados Unidos en primer lugar: la famosa fuga de capitales. Se puede observar que los rendimientos financieros (principalmente dividendos e intereses) provenientes del resto del mundo, destinados a América Latina, aumentaron fuertemente a lo largo de los años 90s. En Argentina, a fines de la década, éstos representaban la mitad de los flujos de la misma naturaleza para el exterior, a pesar de que éstos últimos incluían los intereses de la deuda. En Uruguay, los dos flujos fueron iguales a inicios del 2000. De esa forma, las burguesías de los diferentes

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