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ENSAYO; POLITICA COMO VOCACIÓN - MAX WEBER


Enviado por   •  23 de Abril de 2020  •  Ensayo  •  2.689 Palabras (11 Páginas)  •  280 Visitas

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[pic 1][pic 2]UNIVERSIDAD LIBRE[pic 3]

PROGRAMA EDUCATIVO

CIENCIA POLITICA

DOCENTE

OSCAR DAVID GALAN ESCALANTE

TRABAJO

ENSAYO; LA POLITICA COMO VOCACIÓN MAX WEBER

ESTUDIANTE

JESUS URBINA HERNANDEZ

BLOQUE Y SECCIÓN

405

LA POLITICA COMO VOCACIÓN.

 

"El político debe tener: amor apasionado por su causa; ética de su responsabilidad; mesura en sus actuaciones. “— Max Weber

 

Antes de empezar quiero hacer énfasis a lo que respecta este escrito, el cual viene encaminado al resumen y desglose de algunas ideas e interrogantes de la conferencia sobre “La política como vocación” planteada por Max Weber dentro de su célebre obra "El político y el científico" y que considero relevante aprovechar del autor en su cúmulo de pensamientos.  Por último, a medida que nos incursionemos en el texto, les mostrare que mi finalidad no es más que comprender parcialmente su manera de razonar.

Ciertamente, muchos de nosotros desconocemos la importancia de la política dentro del marco de la sociedad y en la conducta que se presenta en la misma, dado que no tenemos una cosmovisión de esta actividad, interés por comprenderla o simplemente de ser partícipes en ella. Sin embargo, Weber en esta cuestión quiere adentrarnos paulatinamente, con el objetivo de enseñarnos un poco de lo que es la política como vocación y de su ejercicio.

En el concepto de lo que es la política, a pesar de ser un tema demasiado amplio en el campo de espectros que podemos asignarle, Weber llega a concluir como base, que la política debemos entenderla solamente como la dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad, aplicable en nuestro tiempo al Estado.

Uno de los primeros interrogantes que se plantean en el texto, tienen que ver con lo siguiente: ¿Qué es, desde el punto de vista sociológico, una entidad política? Concluyamos, entonces, que, para esta definición sociológica de Estado, Weber toma como punto de referencia, una frase citada por Trotsky: "Todo Estado está fundado en la violencia". Haciendo alusión a que la violencia no es naturalmente, ni el medio normal, en el que el Estado se vale, pero si es su medio especifico. "Hoy precisamente, la relación del Estado con la violencia es específicamente intima", afirma Weber. También se hace mención a aquellas asociaciones que han hecho uso de la violencia a lo largo de la historia para conseguir sus fines. Y que, por lo contrario, puede decirse, hoy, que el Estado es aquella comunidad humana, que dentro de un determinado territorio reclama con éxito para sí el monopolio de la violencia física legitima. Lo distintivo de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en la que el Estado lo permite, dice Weber. Esto último, en la actualidad es una realidad, dado que para imponer el orden estamos de acuerdo con que el Estado legitima la violencia sólo si es ejercida por él mismo. Y que, de modo similar, es una manera que se presta para fomentar el control y el orden.

Continuando con la exploración, puntualmente nuestro autor empieza con el desglose de los actores políticos, quienes por supuesto participan en el Estado o lo conforman. Y a este respecto dice: “Quién hace política aspira al poder, al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”. Comprendiendo que el Estado es una dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es considerada como tal).

Cabe señalar que para Weber existen tres tipos de justificación que sirven para cimentar la legitimidad de una denominación política en todas sus formas; la primera es la carismática, quien se encuentra fundada de la creencia en la devoción extraordinaria, lo sagrado, los poderes heroicos o ejemplar estilo de vida del líder. Éste religioso o líder político es percibido superior a los seres humanos ordinarios. Es alguien cuyas cualidades extraordinarias demandan nuestra obediencia. Ejemplo de este tipo de autoridad: el papa, el presidente, los príncipes, etc.; el segundo es el tradicional, en donde las personas voluntariamente obedecen porque creen en lo sagrado de las tradiciones antiguas y en la legitimidad de aquellos llamados a gobernar por la tradición. Ejemplos actuales: los reyes europeos, los dictadores en países donde no existe libre expresión; y en tercer lugar se encuentra el más moderno de todos, el legal, que se refiere a aquellas personas capacitadas para ejercer autoridad sobre los demás, por ejemplo, los policías, funcionarios del servidor público, etc.

Al respecto conviene decir que pese a los tres tipos de autoridad o dominación que, señalados anteriormente, se encuentran bien justificados y definidos, pero que, además, debemos añadir que en la actualidad no existen estados puros de esos mismos, sino mezclas entre ellas.

Ahora bien, teniendo en cuenta que la legal es la más actual, también se puede evidenciar que esta ha venido dando grandes impulsos; no obstante, la autoridad carismática ha tenido sus ingresos a ser una de las más influyentes pese a ser la más antigua, sobre todo en los tiempos de crisis en los que el ser humano recurre a la religión y a las tradiciones.

Podemos observar, además, que nos habla un poco de lo que es el Estado moderno, definiéndolo conceptualmente así: “el Estado moderno es una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que para lograr esta finalidad ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas.” Este concepto corresponde muy bien a lo que ha sido su desarrollo, partiendo principalmente de la manera en como el principado se valía por ejercer su autoridad mediante la expropiación de los titulares privados de poder administrativo que junto a él existen: los propietarios en nombre propio de medios de administración y de guerra, de recursos financieros y de bienes de cualquier género políticamente utilizables. En el curso de este proceso político de expropiación se desarrolló en todos los países del mundo, han aparecido inicialmente como servidores del príncipe, las primeras categorías de “políticos” profesionales en un segundo sentido, de agentes que no querían gobernar por sí mismos, como los caudillos carismáticos, sino que actuaban al servicio de jefes políticos. En la lucha del príncipe contra los estamentos se colocaron del lado de aquel e hicieron del servicio esta política un medio de ganarse la vida de una parte, y un ideal de vida, de la otra. De nuevo, es sólo en Occidente donde encontramos este tipo de políticos profesionales.

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