EVASION FISCAL EXTERIOR

En la búsqueda de oportunidades de crecimiento económico individual, los contribuyentes buscan alternativas de manejo y administración de sus patrimonios, apoyándose de “facilidades” contributivas, bien sean en nuestro país o en otros.

Aun sabiendo que en nuestra legislación emana la obligatoriedad de formar parte en las aportaciones del gasto público, se toma la decisión de recurrir a beneficios tributarios que otros países o zonas que por sus características propias de crecimiento económico diseñan.

Sin considerar la afectación que a nivel nacional, propician con la fuga de los capitales, recurren al manejo y administración de sus recursos en un paraíso fiscal exterior, evadiendo el compromiso y obligación de aportar con sus contribuciones al gasto público.

En nuestro país, en una idea general las contribuciones que se recaudan son utilizadas para aportar al gasto público de acuerdo a nuestros ordenamientos  legislativos, lo cual generalmente se ve reflejado en el mantenimiento y provisión de obras públicas y satisfacer necesidades colectivas.

Sin embargo, también en nuestro país no se cuenta con la cultura contributiva de aportaciones a los gastos públicos, posicionándonos en un primer nivel como evasores de impuestos a nivel nacional, afectando la recaudación para hacer frente a las necesidades de servicios y mantenimientos públicos internos del país.

De igual forma, resulta  como afectación mayúscula si hablamos de una Evasión Fiscal a nivel exterior, ya que año con año el SAT establecen Planes Estratégicos, creando objetivos  específicos para obtener un crecimiento por eficiencia recaudatoria de ingresos tributarios con relación al PIB, deduciendo entonces la afectación a nivel macroeconómico del país.

Hablando de forma específica y directa, entonces la Evasión Fiscal Exterior nos marca un sistema a mayor escala en sus procesos de ejecución, como en las afectaciones obtenidas.

Estos procesos de ejecución o formas de llevar a cabo la Evasión Fiscal Exterior se realiza a través de estructuras financieras o el uso de beneficios que otorgan ciertos países o zonas que no cuentan con normas de imposición tributaria como las de México.

Sucede entonces que, estos países o zonas con facilidades contributivas se identifican como “paraísos fiscales, o jurisdicciones de baja imposición”.

Son “aquellos países o zonas que dentro de su administración tributaria sólo se inclinan por el control efectivo de los gravámenes indirectos, como pueden ser al consumo, a las ventas, entre otros, así como aquellos impuestos y derechos de carácter local y municipal. Estos países o zonas no contemplan normas que controlen las entradas y salidas de capital ya que a su vez no imponen impuesto al ingreso.” (Cornejo, 2016)

Un paraíso fiscal es una región en la que los inversionistas extranjeros no tienen que pagar impuestos por el dinero que mantienen en sus cuentas bancarias manejadas en su jurisdicción.

Estas empresas estarían obligadas a declarar y pagar impuestos en sus países de origen, pero los paraísos fiscales ofrecen una exención total o con importantes reducciones de los impuestos a pagar.

Los paraísos fiscales solo son utilizados para mantener grandes sumas de dinero sin dar explicaciones a nadie.

Los gobiernos de estos estados, en su mayoría de tamaño pequeño, apoyan su economía en toda una industria de ventajas tributarias y fiscales, atrayendo divisas y recursos de no residentes para fortalecer sus economías. Generalmente son territorios con limitados recursos naturales y su industria es muy pequeña, por lo que la base de su subsistencia es el sistema financiero que se alimenta de recursos extranjeros. (Anon., 2017)

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