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EVOLUCIÓN, TÓPICOS, DIRECTRICES Y DESAFÍOS DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE COLOMBIAY SU RELACIÓN CON LOS ESTADOS UNIDOS


Enviado por   •  15 de Mayo de 2021  •  Ensayo  •  1.746 Palabras (7 Páginas)  •  94 Visitas

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UNIVERSIDAD MILITAR NUEVA GRANADA

JUAN PABLO PARADA GARCÍA - D6903602

 20 DE ABRIL DE 2021

ACTIVIDAD No. 1: EVOLUCIÓN, TÓPICOS, DIRECTRICES Y DESAFÍOS DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE COLOMBIAY SU RELACIÓN CON LOS ESTADOS UNIDOS

Las relaciones bilaterales entre Colombia y los estados Unidos han experimentado transformaciones desde los años noventa. En este sentido, es importante resaltar la realidad de Colombia por este entonces, destacando problemas que, aunque en la actualidad siguen persistiendo, en la época eran angustiantes. En la época de los noventa Colombia experimentaba cambios importantes y grandes desafíos, en primer lugar, se enfrentaba al punto más álgido de una guerra de casi treinta años con guerrillas, en especial con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), donde llegó a enfrentamientos frontales en vez de la tradicional guerra de guerrillas. El secuestro, las extorciones y las masacres eran parte del día a día. Adicionalmente, la criminalidad se disparó a causa del negocio del narcotráfico, actividad criminal que terminó permeando a grupos paramilitares, grupos guerrilleros y la clase política (Editorial, C. 1997). En este escenario, Colombia atravesaba una crisis muy grave en materia de seguridad, legitimidad y representatividad por causa de la violencia sin tregua, las drogas y la corrupción política. Sumado a lo anterior, el sonado “proceso 8000” que salpicó al gobierno de Ernesto Samper por presuntamente haber recibido financiación del narcotráfico del Cartel de Cali durante su campaña presidencial, dejó una pésima imagen internacional del país siendo tildado de “estado fallido” y “narco-estado”. 

Bajo este contexto, en 1998, ya bajo la administración de Andrés Pastrana, Estados Unidos aumentó sustancialmente el presupuesto para asistencia militar en la lucha antidrogas y adoptó una postura más “comprehensiva” con el gobierno colombiano dada su debilidad por resolver sus problemas internos brindado su apoyo para que la institucionalidad se fortaleciera y para buscar una salida al conflicto armado Irak (Tickner, 2004). Esta nueva estrategia se cristalizó en septiembre de 1999 con la presentación en el congreso estadounidense del “Plan Colombia” cuyo fin principal era fortalecer las FF.MM de Colombia para la lucha contra las drogas pasando de un presupuesto de US $88,56 millones en 1997 a US $308,81 millones en 1999, cifra que ascendió a US $990 millones para el periodo 2000-a 2001.

Este plan tenia como objetivo no solo vincular a Colombia en la agenda global de la lucha contra las drogas sino también a sus vecinos Bolivia, Ecuador, Perú, Panamá y Venezuela. En 2002, bajo el gobierno de George Bush, el Plan Colombia se transformó en la “Iniciativa Regional Andina” con el fin de aumentar la asistencia a los países ya mencionados. En este sentido, las relaciones entre Colombia y EE. UU, por lo menos desde el comienzo del conflicto armado y posteriormente del narcotráfico, su eje ha sido predominantemente militar y geoestratégico siendo Colombia un eje de influencia de los Estados Unidos en la lucha contra los grupos guerrilleros de corte comunista, el desmonte de los regímenes suramericanos y la difusión de su paradigma sobre la sociedad liberal occidental. Colombia, en este sentido, parece ser el aliado indicado para ejecutar esta estrategia dada su debilidad institucional, su resistencia a gobiernos socialistas y los regímenes autoritarios, su posición geográfica y su tradicional actitud servil a los intereses norteamericanos (Editorial, C. 1997).

Con los ataques terroristas de septiembre de 2001 en Nueva York, llegó una nueva lógica desde la cual se desarrollaría la guerra, la lucha contra el terrorismo. Bajo este lente se alinearían otros temas como la lucha antidrogas, el tráfico de armas, la debilidad estatal y la migración. Sumado a esto, el rompimiento de los acuerdos de paz con las FARC el 20 de febrero de 2002, condujo a que el gobierno de Colombia armonizara o adaptara su política exterior entorno a la lucha contra el terrorismo, hecho que no resulta sorpresivo pues el éxito de su política externa como interna requería el resolver los problemas de seguridad, asunto que dependía esencialmente de la asistencia económica estadounidense.

Bajo los gobiernos de Álvaro Uribe y la política de “seguridad democrática”, este nuevo enfoque, ya no de lucha antidrogas sino de guerra frontal contra actores terroristas, llevó a que la política exterior enfatizara la vinculación del conflicto armado en la agenda global contra el terrorismo, hecho que quedó manifiesto en el respaldo de Colombia a EE. UU en la guerra de Irak (Tickner, 2004). La respuesta del Congreso estadounidense fue seguir financiando la lucha contra las drogas por ser la principal fuente de financiamiento de grupos alzados en armas en Colombia, claro está, bajo el amplio espectro de la lucha global contra el terrorismo, una agenda internacional que terminó securitizando la política exterior de muchas naciones del mundo.

Sin duda el tema de la lucha contra las drogas sigue siendo un tema de interés para los Estados Unidos pues lejos de haber disminuido la problemática, parece seguir igual pues el número de consumidores no ha disminuido, ni la criminalidad asociada a esta actividad, ni los precios internacionales de la cocaína y la heroína han bajado (Borda, 2010). Por el contrario, en la actualidad es una problemática más vigente y apremiante que nunca pues Venezuela ha sido víctima de una dictadura que ha desmantelado al Estado y sus instituciones, expulsado y expropiado al sector privado, generado la migración masiva de más de 6 millones de venezolanos, tres de ellos en territorio colombiano y, aún más grave, ha amparado a los lideres de las disidencias de las FARC y al ELN en su territorio, grupos criminales que lejos de tener una base ideológica han visto en el narcotráfico y la minería ilegal un medio para financiarse y enriquecerse en compañía de las fuerzas militares del régimen de Nicolás Maduro.

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