El Compromiso De Los jóvenes Con Los Derechos Humanos

El compromiso de los jóvenes con los Derechos Humanos

La declaración de los derechos humanos en 1776 es una de las consecuencias de la Revolución Francesa, en la cual se sitúa al hombre como centro y fin de todas las cosas y es que mientras estemos en este mundo, lo somos y para poder convivir en paz y armonía es indispensable el respeto a la dignidad humana de todos los habitantes del globo.

“Ser joven y no ser revolucionario, va en contra de la misma naturaleza del hombre”. Ilustre consigna del Che Guevara, icono de libertad en Latinoamérica, figura que inspira a miles de jóvenes a manifestarse y reclamar sus derechos y los nuestros. Pero, ¿Qué es ser revolucionario? En un sentido denotativo de la palabra, revolución significa cambio drástico o brusco, pero también podemos concebir esa revolución como el deseo de exponer una exigencia de algo que es propio de todos los seres humanos, nuestra dignidad.

Y es que eso son los derechos humanos, esas condiciones instrumentales que le permiten a la persona su realización, es decir, que le permiten desarrollarse para llegar a su máxima expresión y sin las cuales nos vemos reducidos e insignificantes. Estos derechos tienen un valor magnánimo, son inherentes a la persona humana y son universales, es decir, que no admiten distinción o excepción alguna y es por esa razón que nadie debe verse privado de estos derechos y menos en un país como el nuestro, la bella Colombia, que en la Constitución Política de 1991 se declara como un Estado Social de Derecho.

Pero todo derecho, como hemos escuchado desde las entrañables aulas de la primaria, va de la mano de un deber y este deber es el de respetar los derechos de los demás, tanto como los propios, ya que nuestros derechos comienzan cuando terminan los derechos de los demás; velar por su cumplimiento y luchar por alcanzar la igualdad que esta declaración sublimemente presenta.

Es aquí, en donde entramos en acción todos los jóvenes no solo de Colombia, sino del mundo entero, un mundo globalizado que nos atañe sin distinciones y de cuyo futuro somos responsables. Como joven, consciente de la situación social que está atravesando el mundo, tengo el derecho y el deber de expresar una voz de alerta: estos derechos son propios y específicos de la persona humana, pero al infringirlos nos estamos deshumanizando.

Pero un hecho vale más que mil palabras, es por esta razón que vale la pena actuar, y lo debemos hacer primero desde nuestras familias, que según el sociólogo moderno Levi-Strauss son la base estructural, la columna vertebral de la sociedad, respetándonos unos a otros y velando por nuestro bienestar en general. Todo comienza por nosotros mismos y toda cosecha es de acuerdo a la semilla que se siembra, por eso si exigimos respeto, ¡respetemos primero!

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