El Cristianismo
Enviado por AVIO • 3 de Junio de 2013 • 2.008 Palabras (9 Páginas) • 264 Visitas
El Cristianismo, que para muchos no habría sido posible de no haber nacido al cobijo del imperio romano, trajo un profundo y perenne mensaje. La fraternidad humana se estableció como un deber: “Un mandamiento nuevo os doy; Que os améis los unos a los otros. Como yo os he amado, amaos también vosotros los uno a los otros”. (10) El cristianismo, que aparece y se desarrolla en la sociedad, pagana del imperio romano –imperio que cifra su desarrollo en la esclavitud- significó la más grande revolución social y moral que registran los anales de la humanidad.
Como ha dicho DEVEALI: “Existe para el cristianismo, el deber de ayudar a los necesitados y a los pobres, y el dominio sobre sus bienes y está subordinado a la obligación de hacer caridad”. (11)
La Edad Media permitió, en el ámbito político el inicio de una organización estatal (Cortes españolas y Estados Generales de Francia). En el orden social, surgió una organización corporativa o por gremios. Como lo ha dicho JELLINEK, “las admirables corporaciones de la Edad Media nos muestran que muchas de las atribuciones del Estado que hoy consideramos esenciales a su administración, hace unos siglos no pertenecía a él sino a las corporaciones”. (12) Los principios de tales organizaciones (cofradías, gremios, comontepíos) fueron la fraternidad, la caridad o la solidaridad entre sus miembros. Al momento de estallar la Revolución Francesa, a fines del siglo XVIII, esas organizaciones se ocupaban de lo que hoy llamamos “contingencias sociales”.
En la Edad Moderna, en la etapa previa a la Revolución Francesa, la protección era una gracia real. Si alguien llegaba a la vejez sin recursos propios, el rey podía retirarlo del servicio otorgándole una pensión vitalicia. El beneficio no respondía a un derecho. Y por no responder a un derecho sino a una prodigalidad real con recursos ajenos, se incurrió en múltiples abusos, pues muchas personas, sin edad, ni servicios, ni antecedente alguno para pretender el amparo, solicitaban la protección y la obtenían. Las contralorías generales, con el poder que dichosamente hoy tienen, no existían en las monarquías absolutas.
Fue con la Revolución Francesa que se dio un expreso reconocimiento del papel del Estado en la protección social. Como dice ALADAR, “La gran revolución secularizó y socializó la previsión, separándola de la a menudo hipócrita esfera de la conmiseración, sustituyéndola a la degradante e insuficiente beneficencia, transformándola en obligación pública”. 813) En efecto, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789, proclamó “que la asistencia pública es un deber sagrado; y que la sociedad debe la subsistencia a los ciudadanos desgraciados, sea procurándoles trabajo, sea asegurándoles medios de subsistencia a los que están incapacitados para el trabajo (14)
En el Siglo XIX apareció el “maquinismo”, que transformó el ritmo de la producción. El trabajador agrícola pasó a la industria; la producción artesanal pasó a ser mecanizada, las pequeñas aldeas se trasladaron a las grandes urbes, (15) Surgió una masa trabajadora nueva, que dependía de su jornal.
Las retribuciones eran insuficientes. Habíamuy poca estabilidad. Y si alguien no podía trabajar por enfermedad, accidente, vejez, primero, no recibía subsidio alguno; después, perdía el empleo.
Sin puesto de trabajo, llegaba la inseguridad, la pobreza, las angustias existenciales, hasta el deseo de morir. Para algunos, nunca el hombre se vio tan solo e indefenso, ninunca se sintió tan dramáticamente necesitado del apoyo de los demás. En tal estado era de esperar la aparición de movimientos cuestionadores del orden establecido, huelgas y protestas. La suma de esos conflictos dio como resultado final un malestar social, que engendró precisamente la idea de seguridad (16) Por algo se ha dicho y se seguirá diciendo que “no hay mal que por bien no venga”.
Los principios concernientes a los derechos individuales, especialmente el de igualdad entre los hombres que sustentó la Revolución Francesa, poco a poco fueron consagrándose en la mayoría de los países del mundo, pero paradójicamente se partía de una base errónea al regular las relaciones de trabajo, pues se consideraba iguales a quienes económicamente eran desiguales: el empleador y el trabajador. Un edicto del ministro Turgot, en 1776, disolvió los gremios; la Ley Chapelier disolvió las asociaciones. Nació la llamada cuestión social. El trabajador creativo del taller tranquilo, devino en una especie de robot repitiendo movimientos monótonos. La máquina impuso al individuo su propio ritmo. Se concentraron los obreros. Se formaron los tugurios y los anillos de miseria. Hubo marginamiento, falta de confort, falta de educación que propició el incontrolado crecimiento poblacional.
Todo ello provocado por un desenfrenado materialismo.
Al provocar la masificación, el capitalismo dio origen a una clase social que aún subsiste y que sirvió de inspiración para concebir una ideología política que apenas acaba de iniciar su cuestionamiento histórico en cuanto a ser una panacea social. Me refiero al proletariado, al marxismo y al comunismo.
La desprotección estatal, o la no intervención de los poderes públicos, se funda en los principios del liberalismo económico, entre los que destaca el "laisser faire, laisser passer". (17)
El marxismo resumidamente propone la socialización de los instrumentos de producción, la unificación de los trabajadores del mundo y la lucha de clases. A la par tenemos los diferentes socialismos. Las escuelas socialistas clásicas, socialistas democráticas o socialistas de Estado, trataron de encontrar solución a la "cuestión social" sin revoluciones, mediante la colectivización de los medios productivos por la intervención del Estado. Comenzó a perfilarse el "Estado providencia" que anula al individuo, pues interviene en la vida social hasta en sus aspectos más personales. El paternalismo relega al individuo y a la familia. El error del planteamiento es evidente. La reacción contra un individualismo exagerado, no produjo una buena medicina.
En ese contexto nació el socialismo de cátedra, formado en el congreso de universitarios alemanes de Eisenach, que
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