El Lugar De Las Devociones
Enviado por marieel.m • 17 de Mayo de 2012 • 9.055 Palabras (37 Páginas) • 599 Visitas
En muchos otros casos de devociones populares, esa condición diferencial, esa marca o huella distintiva la constituye el rol de milagreros, iluminados, guías espirituales o médiums que son objeto de culto por parte de una inmensa cantidad de fieles; varios de ellos perduran y tienen una influencia sólo local o regional; otros, en cambio, como Pancho Sierra y la Madre María, han trascendido lo meramente local y alcanzado dimensiones nacionales.
Pero, ¿quienes fueron estos seres sobre cuyas vidas se tejieron toda clase de leyendas y aún hoy concitan el interés y la devoción de millares de fieles? Pancho Sierra y la Madre María son dos mitos de profundo arraigo popular, en los que la religión se mezcla con prácticas y creencias paganas. Analizar sus vidas e historias implica moverse en un mar de dudas, tal vez porque el mito superó y condicionó a la realidad.
Conocido también como "El gaucho Santo de Pergamino", Justo Sierra pertenecía a una acomodada familia de terratenientes diseminados a lo largo de los partidos de Rojas, Salto y Pergamino, en la provincia de Buenos Aires. Considerado un médium de poderes excepcionales, se le asignan numerosísimas curaciones que le han dado prestigio y fama, no sólo en la región donde habitó, sino en casi todo el país. En su estancia "El Porvenir", situada en el límite entre Rojas y Pergamino, acudían enfermos y desahuciados para obtener su mediación. Sus seguidores coinciden en que los poderes de Sierra existieron aun después de su muerte física, y por eso todavía hoy se le rinde culto a su memoria en el cementerio de la localidad de Salto, donde descansan sus restos y en el que se ha levantado un mausoleo, frente al que se congregan verdaderas multitudes ciertos días del año, en especial el 4 de diciembre, día de su muerte, acaecida en 1891.
Sin embargo, hay muchas confusiones y dudas en torno a su vida y su muerte, al punto que las historias contadas por sus adeptos difieren, en muchos casos, de aquellos relatos de vecinos y parientes. Ricardo Horvath se pregunta si "realmente nació y murió este taumaturgo que curaba simplemente con el agua del aljibe de su estancia".38
Además, "las verdades comprobables son muy pocas: no escribió cartas ni documentos, se destruyó su acta original de nacimiento, se recluyó en "El Porvenir", donde murió. Nunca se le tomó una foto. Las conocidas son obras de hábiles profesionales que consiguieron una carbonilla del dibujante Velles. Miles de enfermos acudieron en su ayuda. Tenía trece hermanos, era hijo de un acaudalado núcleo familiar. Las otras ‘verdades’ son discutibles".39
Se cuenta que un amor desgraciado le produjo una gran conmoción, y que por eso se recluyó en el campo, alejándose de la vida social. También se dice que, a partir de allí, comenzó a desdeñar las riquezas, distribuyendo sus bienes entre los pobres y los niños. Otros aseguran que comenzó a dialogar con los espíritus, e inclusive a verlos. Lo cierto es que el mito ya estaba en marcha. Además:
"su estancia la llenó de ‘puestos’ en los que habitaban los pobres del lugar sin pagar absolutamente nada. Su fama corre de boca en boca y el gaucho perseguido, acorralado por la alambrada y las estancias, transforma en santo al hombre que mantiene la vieja usanza criolla del gaucho nómade para quien las tierras y todo lo que hay en ella no tiene dueño (...) Diariamente llegaban hasta 20 carruajes desde todos los puntos cardinales llenos de gente que venía a tomar un vaso de agua, o llevar una botella del líquido saludable, única cosa que él suministró siempre y con lo que ha producido curas tan portentosas".40
Uno de sus biógrafos, un tal Ignotus, aseguraba que su fórmula curativa era: "Yo le di el agua, y Dios, con la intervención de los buenos espíritus, lo ha sanado" ya que "jamás debe dar medicamentos un médium, ni menos recetar, porque él no cura, ni sabe, ni necesita saber lo que sufre el enfermo. Su espíritu familiar y protector lo hace todo, siendo él un simple intermediario"41.
El mismo autor reproduce un folleto editado por un grupo de seguidores de Sierra, y en el que predominan alusiones a la doctrina espiritista, muy en boga por aquellos años:
"Su exquisita sensibilidad por las ajenas desgracias –afirma el folleto de la "Comisión de Amigos", editado en 1892- y la intuición de sus facultades mediúmnicas, le proporcionaron la ocasión de asistir a algún enfermo en épocas en que se carecía allí de médicos aprobados. Este hecho, repetido muchas veces con éxito admirable, le confirmó la idea de que gozaba en alto grado la facultad que los espiritistas conocen como ‘mediumnidad curativa’ y que buenos espíritus le auxiliaban en ella".42
Son muchos los relatos sobre curaciones milagrosas tan difíciles de comprobar a la distancia, más aún cuando el mito ya ha cobrado cuerpo. Acusado de curanderismo por algunos, considerado por otros como un espíritu fino y cultivado, sensible y caritativo, lo cierto es que a su muerte sus seguidores se apoderaron de su prestigio para explotarlo, en la mayoría de los casos, en beneficio personal. Más allá de si su figura fue o no utilizada políticamente (era amigo de Rafael Hernández, hermano del autor de ‘Martín Fierro’) o de la veracidad de quienes se consideraban sus "discípulos y adeptos de su doctrina", más allá de la controversia acerca de su existencia real, todavía puede verse en muchas viviendas ricas y humildes su retrato, ocupando un lugar preferencial al lado de imágenes religiosas o de próceres.
Al parecer, María Salomé Loredo y Otaola de Subiza –la Madre María- fue discípula de Sierra y se proclamó sucesora de su obra, aunque las fechas que se mencionan como las del probable encuentro entre ambos milagreros difieren en los distintos documentos que se conocen, o son contradictorias. De origen español, nacida en 1854, María se dedicó desde joven a la predicación; fue seguida por numerosas personas, algunas de las cuales se convirtieron en sus discípulos. A los 23 años, viuda de un rico hacendado y político de Saladillo, en la provincia de Buenos Aires, heredó una cuantiosa fortuna. Pero ya había perdido un hijo de este matrimonio, fallecido a los tres meses. A los 28 se casó con Aniceto Subiza, para enviudar –hipotéticamente- en 1891, después que Pancho Sierra le pronosticara dicha muerte, anunciándole: "No tendrás más hijos de tu carne, pero tendrás miles de hijos espirituales (...) No busques más, tu camino está en seguir ésta misión"43.
La tradición asegura que Pancho Sierra curó a María de un cáncer, a pesar de que también
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