Adoración Y Devoción En Antiguo Testamento
Enviado por Laluzdaniel • 3 de Diciembre de 2012 • 1.969 Palabras (8 Páginas) • 1.725 Visitas
ADORACIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
La adoración -
La adoración necesita de una forma, pues es la respuesta del corazón del creyente a Dios. El culto es simplemente la forma de la respuesta de Israel a la revelación de Dios. La descripción de la adoración en el Antiguo Testamento hace hincapié en que toda la vida de Israel se encuentre bajo la autoridad de Dios.
El culto que prescribía Dios para Israel iba a ser la expresión visible de su fe. Esta se esfuerza en tomar cuerpo, y tampoco se debe considerar las expresiones externas como algo secundario. Ser humano significa en parte relacionarse con la capacidad para hacer que ciertos objetos concretos y ciertos actos sean símbolos de nuestros valores. Esto se evidencia por un lado en que nuestra conducta sirve para confirmar nuestra fe y nuestra consagración, y al confirmarla nos las recuerda. Por otra parte estas formas pueden ser también medios que sirvan para hacernos entender la realidad de Dios.
La forma limita nuestra relación con Dios; pero esto puede servir también para hacernos recordar nuestra naturaleza como criaturas. Los seguidores de Dios saben que la verdadera libertad no nos llega cuando hacemos lo que queremos, sino cuando cami9namos por las sendas que Dios nos ha trazado. Es cierto que es una insensatez hacer caso omiso del peligro de que los ritos externos puedan llegar a sustituir la realidad interior. Las formas carecían de valor cuando ya no eran la expresión de una fe viva. El peligro del externalismo amenaza siempre a la adoración; pero esto no impide que la adoración tenga alguna forma definida.
Dios tenía que darle a su pueblo instrucciones de cómo adorarlo no sólo porque no sabían cómo hacerlo, sino además porque no eran capaces de hacerlo. Estas instrucciones entonces no sólo le proporcionaban a Israel un modo de expresar su fe, sino que también, del lado de Dios, les daba los medios para reanudar la comunión y el compañerismo con el Señor, una vez que los habían interrumpido.
Los aspectos formales de la adoración eran la expresión social y publica de esa religión, y no algo añadido que tenía que llegar a desaparecer. El culto era simbólico en el sentido de que representaba en forma visible la realidad de la comunión espiritual con Dios. El culto era típico. Es decir que daba una perspectiva del futuro ya que apuntaba por medio de sus mismas limitaciones hacia lo que sería real en el futuro. La adoración en el A.T, estaba impregnada con su futuro.
Aunque siempre fue evidente que Dios moraba en los cielos, escogió sitios particulares (lugares sagrados) en los que podía reunirse con su pueblo. El tabernáculo y el templo eran honrados por su identificación con la presencia de Dios, pero Dios no está limitado a esos lugares. Sin embargo, hay momentos y lugares en que, por medio de formas mediadoras, la gloria divina resulta especialmente evidente para los hombres pecadores.
Siempre existía el peligro de que Israel llegara a creer que Dios estaba limitado a esos lugares. Fue preciso recordarle continuamente que Dios había decidido revelarse en esos lugares debido a su amor y su fidelidad a sus promesas. No existía ninguna conexión necesaria entre Dios y el lugar, no podían usarse esos lugares como talismanes. Dios no se identificó nunca con la tierra ni sus procesos naturales.
Al mismo tiempo, los lugares especiales en los que Jehová se reunía con su pueblo indicaban que los encuentros con Dios y el permanecer en su presencia constituían los objetivos más elevados de la vida humana y el punto culminante de la felicidad. Las personas no se pueden reunir con Dios, a menos que utilicen los lugares que Dios, en su misericordia, proporciona para esas reuniones.
Dios designó ciertas estaciones del año como épocas de festejos y gozo religioso (tiempos sagrados). Los ritos realizados por las naciones vecinas a Israel tenían como finalidad honrar a los dioses con el fin de asegurar la fertilidad de la tierra durante otro año. Pero, en el caso de los hebreos, las estacione constituían una manifestación de la bondad de Dios. La cosecha les hacía recordar que todas las cosas buenas provenían de Dios y esa era la razón por la que las fiestas se caracterizaban por la alegría y los festejos.
Como parte de la respuesta de adoración, el pueblo tenía la orden divina de realizar ciertas cosas para dar muestras de su obediencia y hacer que su fe resultara visible (actos sagrados). Entre ellos encontramos la circuncisión (señal del pacto abrahámico); también se realizaban ritos de purificación, la finalidad primordial de las leyes sobre la pureza era separar el pueblo para Jehová. Otro acto sagrado era la adoración en base a sacrificios. El significado del sacrificio del A.T. se centra en el verbo hebreo “kipper” que se suele traducir como “expiar” o “cubrir”, o bien el verbo puede indicar el proceso de pagar rescate o expiar mediante el pago de una suma o un obsequio, relejando el significado de la palabra hebrea “koper”.
Hay dos elementos que son básicos para el sistema de sacrificios. Por un lado debe haber humillación del adorador, simbolizado por la imposición de manos sobre la víctima; por otro lado hay un cambio de un estado de corrupción a otro de pureza. La adoración también se llevaba a cabo por las ofrendas como las quemadas, la ofrenda de harina o carne, la ofrenda de paz, la ofrenda de culpa por el pecado.
Los sacrificios y las ofrendas son todos parábolas de la santidad y la justicia de Dios. Expresan tanto la creación a la imagen de Dios como la capacidad de estar en comunión con Dios a pesar de la caída. La naturaleza interna y personal de la adoración se puede ver en el hecho de que el perdón se podía obtener a veces simplemente pidiéndoselo a Dios.
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