El Manifiesto De Los Iguales Y La Igualdad En El México Actual
Enviado por chefa_simone • 7 de Abril de 2014 • 2.488 Palabras (10 Páginas) • 303 Visitas
Introducción
En este ensayo abordo la concepción de igualdad que se buscaba en la declaración del Manifiesto de los iguales en 1797, y cómo se ha buscado, entiende y visualiza en el México actual el transitar de la igualdad, mostrando como una de las consecuencias de esta búsqueda: la creación y aplicación de la Encuesta Nacional sobre la Discriminación en México (ENADIS), mecanismo que en 2005 por primera vez en el país, dotó de datos y mostró la realidad que vivimos los mexicanos acerca de la desigualdad y la negación del ejercicio igualitario de libertades y derechos, a través de la discriminación.
Objetivo
Contrastar el concepto de igualdad en el Manifiesto de los Iguales de 1797, con la concepción actual de igualdad en la ENADIS 2010.
La igualdad en el Manifiesto de los Iguales de 1797 y en el México actual
Tras la caída del gobierno jacobino y “el terror” vivido en Francia hasta 1794, un pequeño grupo de intelectuales y activistas, con Gracchus Babeuf a la cabeza, deciden no resignarse… y preparan la Revolución de los Iguales, que fue un proceso social y político desarrollado entre 1789 y 1799, tuvo como principales consecuencias la abolición de la monarquía absoluta y la proclamación de la República -la cual cayó tras el golpe de estado de Napoleón- la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la ciudadanía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país.
En ese momento la igualdad era vista de acuerdo con el Manifiesto de los Iguales como:
“¡La Igualdad! Primera promesa de la naturaleza, primera necesidad del hombre y elemento esencial de toda legítima asociación […] Desde tiempos inmemoriales se viene repitiendo hipócritamente: los hombres son iguales; y desde tiempo inmemorial, la desigualdad más envilecedora y más monstruosa pesa insolentemente sobre el género humano. Desde la misma existencia de la sociedad civil, el atributo más bello del hombre viene siendo reconocido sin oposición, pero ni una sola vez siquiera ha podido verse convertido en realidad: la igualdad no ha sido sino una bella y estéril ficción de la ley” (Babeuf, G. 1797).
Así en Francia, el nuevo régimen exige la igualdad de derechos humanos y su ejercicio permanente.
Podríamos colocar en el sustento de esta lucha la definición de desigualdad que plantea Rousseau:
“Concibo en la especie humana dos tipos de desigualdad: una, que llamo natural o física, porque es establecida por la naturaleza y que consiste en la diferencia de edades, salud, fuerza corporal y de las cualidades del espíritu o del alma; otra, que se puede llamar desigualdad moral o política, porque depende de una suerte de convención y se encuentra establecida, o al menos autorizada, por el consentimiento de los hombres. Esta consiste en los diferentes privilegios de los que algunos gozan en perjuicio de los otros, como ser más ricos, más honorables, más poderosos que ellos o incluso capaces de hacerse obedecer.” (Rousseau, 2008: 69)
Muchos académicos, políticos, defensores de los derechos humanos y ciudadanos del mundo y de México hablamos hoy insistentemente acerca de la necesidad de tener igualdad de derechos y de manera consciente erradicar la discriminación, exclusión, el racismo y la intolerancia. En algunos casos, casi en la mayoría de los países y en algunas de las comunidades de nuestro país, a pesar de la creación de instrumentos jurídicos mundiales por la igualdad, como:
• La Declaración Universal de los derechos humanos (1948).
• Convención sobre la eliminación de Todas las formas de Discriminación Racial (1965).
• Convención sobre la eliminación de Todas las formas de Discriminación contra la mujer CEDAW (1979).
• Convención sobre los Derechos del Niño (1989).
• Convenio Número 169 de la OIT, sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales.
• Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2007).
Entre otros, solamente han conseguido disminuir las condiciones de desigualdad, y en México se traduce en la falta de reconocimiento de la pluralidad y diversidad de etnias, género, culturas, edades, formas de pensar, formas de expresión, formas de amar, creencias, aprendizajes y acceso a la toma de decisiones.
Dentro de estos ámbitos sociales el sentido de pertenencia a una comunidad trae una paradoja acerca de Identidad-Otredad que nos hace reflexionar acerca de que sería lo normal o anormal cuando discriminamos, separamos o formamos grupos de gente a partir de un criterio o varios criterios determinados. “La identidad es [...] la percepción colectiva de un “nosotros” relativamente homogéneo (el grupo visto desde dentro) por oposición a los otros. (el grupo de fuera), en función del reconocimiento de caracteres, marcas y rasgos compartidos que funcionan también como signos y emblemas, así como de una memoria colectiva común (Fossaert, 1983).
Tal sentimiento, dicha certeza de su calidad de idénticos, funciona como una especie de “argamasa invisible” que aglutina puntualmente y da coherencia a la vida de los pueblos (Ávila Palafox, 1993:117). Esto fue lo que propició hacia 1797 el Manifiesto de los Iguales, despertó un sentimiento de pertenencia y de diferencia respecto de otros, y hoy a pesar de la globalización, pero también gracias a ella México y su gobierno han dado pauta para la elaboración de las políticas nacionales de igualdad entre sus habitantes.
De acuerdo con instituciones como el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y el Instituto Nacional de las Mujeres, podemos acordar acerca de lo que es la Igualdad:
• Principio de que todos los seres humanos son iguales, es el fundamento ético y político de una sociedad democrática. Puede explicarse desde dos enfoques:
• Como igualdad de ciudadanía democrática o como igualdad de condición o de expectativas de vida. La primera dimensión se vincula con la idea de que a cada miembro de la sociedad le debe ser asegurado, de modo igualitario, un cierto catálogo de derechos básico que, al desarrollar su proyecto de vida, le permita ejercer su condición de agente democrático.
• La segunda dimensión apunta a que una igualdad real importa, necesariamente, el establecimiento de un estado de cosas moralmente deseable, que garantice a cada ser humano el goce de un mínimo común de beneficios sociales y económicos (Glosario de género, Noviembre 2007:78).
Y como consecuencia de la falta de igualdad: la discriminación
• Que en su sentido más amplio, es una manera de ordenar y clasificar, puede referirse a cualquier ámbito y se presenta a través de una conducta negativa
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