El Milagro Mexicano

El Milagro Mexicano

Nadie se planteo seriamente en los años cuarenta la distancia tan desmesurada entre el país que se era y el que se aspiraba a ser. A la Derecha y a la Izquierda reinó la complacencia, intereses e ideología coincidieron en rendir tributo al becerro de oro del Progreso. Al afán de grandeza miraba hacia el norte en busca de modelos y de recursos.

Carecemos de inversión básica, de transporte, de electricidad. No tenemos irrigación y nos falta capital que nos permitirá hacer por cuenta propia esas inversiones básicas. En 1950 se requerían por lo menos 11 millones de pesos, sólo parea armar sólidamente una infraestructura de ferrocarriles, energía eléctrica y riego. Con dicha infraestructura podría sustentarse una industria de transformación para generar las exportaciones suficientes para pagar interese de los prestamos indispensables para adquirir materias primas, técnica y maquinaria.

La transición de 1940 a 1946 mostro mas elementos del futuro que del pasado. Cárdenas había dedicado el 18% de la inversión” Antes de que pudiera demostrarse su eficacia o ineficiencia, se revertía el ejido colectivo y la organización cooperativa”. El signo de los tiempos era la productividad y para eso estaba la agricultura privada. La agricultura ejidal sería relegada: ni crédito, ni riego, ni reparto de buenas tierras. La agricultura creció casi al 8% anual en los años cuarenta.

El desarrollo industrial no se hubiera producido sin esta base agrícola y agraria. Alimentos, Materias Primas y Recientes Capas de Consumidores, así como bajos costos para la industria, surgieron del programa agrario y agrícola Cardenista, con su contra partida de volverse cada vez más dependientes del mercado. El Milagro se alimento con intensificación del trabajo de cada familia campesina y el deterioro progresivo de su nivel de vida.

México tenía derecho a aspirar a un trato más favorable, a que se le vendiera más maquinaria a cambio de sus exportaciones de materias primas estratégicas. El regateo fue insistente, teniendo presente siempre que los vecinos no debían temerle al desarrollo mexicano, que no aspiraba a ser competitivo sino complementario. Los Estados Unidos ya no recibían artículos de primera necesidad, todo se lo llevaba el esfuerzo bélico.

Al cerrar todo contacto con el mercado europeo, por la guerra, era esencial encontrar una salida para productos mexicanos y asegurar el suministro de artículos esenciales.

La inversión extranjera empezó a llegar en 1942, pero más tentada por los intereses bancarios o los bienes raíces que por la promoción industrial. Algunos monopolios trataban de “comerse” a empresas mexicanas, lo que propicio la aprobación de una ley, en 1944, para regular inversiones extranjeras: se exigiría una participación de capital nacional por lo menos en un 51% con excepciones que podría conceder la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Con la industrialización se matarían varios pájaros de un tiro. Se lograría crecimiento y elevación del nivel de vida. Sirvió la guerra para diferir las demandas sociales y alejar la amenaza fascista. En compensación, se

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