El Tianguis

El tianguis: Los tianguis en época de los aztecas no eran simples mercados, sino que constituían una verdadera organización comercial, un sistema mercantil perfectamente ordenado en compraventa e intercambio de los más variados productos de Mesoamérica. Fue una plaza, un lugar de intercambio o trueques donde se realizaban actos de comercio, celebraciones, rituales y puniciones.

En el México prehispánico, el mercado o tianguis era el centro irradiador de comunicación y trueque. Al momento de la Conquista y durante todo el primer siglo de la Colonia los testimonios españoles fluyen e inmortalizan la grandeza, la muchedumbre, los productos y la importancia que tenía el tianguis para los indígenas. La Iglesia, por su parte, no pasó por alto la ventaja de tener reunidas a tantas personas; de modo que plantó y estableció la catedral junto al mercado (como en Europa) y reemplazó las reliquias prehispánicas erguidas en el momoxtli del tianguis por un predicador.

El mercado de Tlatelolco: Cortés y el Conquistador Anónimo, dos de los testigos oculares guiados por Moctezuma y los suyos, fue la admiración que sintieron cuando a la vuelta de una de las calzadas toparon con la gran plaza del mercado de Tlatelolco. No esconden en sus escritos su estupefacción, se quedaron boquiabiertos ante el número incalculable de personas reunidas. Los primeros testigos oculares avanzan la cifra de entre 40 000 y 60 000 personas. Para esos primeros testigos, la plaza de Salamanca en España era dos a tres veces más chica que la de Tlatelolco con 20,000 personas.

(Cortés, Cartas de Relación, Segunda Carta: 63).

Los pochteca: Existían, como es natural, modestos e importantes comerciantes. A los que se encargaban a las ventas al por mayor se les llamaban pochtecas y ellos eran los responsables de abastecer los productos de regiones apartadas a todos los tianguis. Eran verdaderos profesionales del comercio, por lo tanto constituían una clase aparte, aceptada por la nobleza y los caciques principales. Eran cultos, ya que además de las rutas comerciales dominaban la lengua y costumbres de las regiones por donde transitaban. Los pochtecas viajaban en grupos, en caravanas y sus viajes podían durar años en trasladarse de un lugar a otro

Administración de Justicia en los tianguiz: Existía el tribunal de los comerciantes, compuesto por 12 jueces que residían en el mercado y decidían sumaria o rápidamente las diferencias que surgían en las transacciones mercantiles; sus resoluciones aun imponiendo la pena de muerte, se ejecutaban en el acto. También había vigilantes que pasaban entre las filas para asegurarse que todo iba bien que andan continuo entre la gente, mirando que se vende y las medidas con que se miden lo que venden, y si se ha visto quebrar alguna que estaba falsa

Si se sorprendía a una persona en el acto de robar o de hacer trampas con la venta de sus productos se la detenía al instante, la condenación dependía del delito, pero la muerte inmediata era el castigo más probable. El condenado subía entonces en una estrada edificada en el centro de la plaza y lo ejecutaban con un golpe de macana en la cabeza o bien linchado. Esta estructura redonda, según Durán, se llamaba momoxtli o mumuztli

El altar de los ídolos sobre el cual estaba una estatua a la que se ofrecía comida durante los días de mercado: “en el momoxtli donde estaba el ídolo del tianguiz ofrecían mazorcas de maíz, ají, tomates, fruta y otras legumbresy semillas y pan; en fin, de todo lo que se vendía en el tianguiz”

Cualquier persona sorprendida en vender o comprar fuera del espacio sagrado del tianguis estaba condenada a muerte al instante.

Traza y el nuevo tianguiz: La gran plaza de Tlatelolco

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