El análisis de los procesos de globalización económica
Enviado por Dante Cueva Heredia • 18 de Noviembre de 2021 • Apuntes • 2.391 Palabras (10 Páginas) • 90 Visitas
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¿Se puede decir que lo que fue la lucha de clases en el siglo XIX para el movimiento obrero es la cuestión de la globalización en el umbral del siglo XX para las empresas que operan a nivel transnacional?
Porque la puesta en escena de la globalización permite a los empresarios, y sus asociados, reconquistar y volver a disponer del poder negociador política y socialmente domesticado del capitalismo democráticamente organizado. «Vemos, así, cómo las nuevas dimensiones de la de la globalización se asientan sobre unos fundamentos caracterizados por su efectividad y elegancia. Por lo tanto, como se oye decir por doquier, no es la política particular de los empresarios, sino la la que parece forzar esta serie de medidas perentorias y radicales. Precisamente porque el trabajo se puede y debe reducir o rarificarse para incrementar los beneficios, la política actual se trasmuta subrepticiamente en su contrarío.
La retórica de los representantes económicos más importantes en contra de la política social estatal y de sus valedores deja poco que desear en cuanto a claridad. Con lo que, paradójicamente, a menudo ocurre que se responde a la globalización con la renacionalización. No se suele reconocer que, en el tema de la globalización, no sólo los sindicatos, sino también la política y el Estado. Los políticos de los distintos partidos, sorprendidos y fascinados por la globalización, están empezando a sospechar vagamente que, como dijera Marx tiempo ha, se pueden convertir en sus propios.
De dónde surge y cómo se reproduce su potencial estratégico?
En cuarto, y último, lugar, podemos distinguir automáticamente en medio de las fragosidades -controladas- de la producción global entre lugar de inversión, lugar de producción, lugar de declaración fiscal y lugar de residencia, lo que supone que los cuadros dirigentes podrán vivir y residir allí donde les resulte más atractivo y pagar los impuestos allí donde les resulte menos gravoso. El Estado nacional es un Estado territorial, es decir, que basa su poder en su apego a un lugar concreto. Por su parte, la sociedad global, que a resultas de la globalización se ha ramificado en muchas dimensiones, y no sólo las económicas, se entremezcla con -y al mismo tiempo relativiza- el Estado nacional, como quiera que existe una multiplicidad -no vinculada a un lugar- de círculos sociales, redes de comunicación, relaciones de mercado y modos de vida que traspasan en todas direcciones las fronteras territoriales del Estado nacional. Tras una subida de impuestos no se esconde una autoridad cualquiera, sino el mismísimo principio de la autoridad del Estado nacional.
Las empresas pueden producir en un país, pagar impuestos en otro y exigir gastos estatales en forma de creación de infraestructuras en un tercer país. Por su parte, se enredan en un mar de contradicciones los intentos de los Estados nacionales por mantenerse aislados, pues, para subsistir en medio de la competencia de la sociedad mundial, cada país tiene que atraer imperiosamente capital, mano de obra y cerebros. Los gladiadores del crecimiento económico, tan cortejados por los políticos, socavan la autoridad del Estado al exigirle prestaciones por un lado y, por el otro, negarse a pagar impuestos. « Los empresarios han descubierto la nueva fórmula mágica de la riqueza, que no es otra que «capitalismo sin trabajo más capitalismo sin impuestos».
La recaudación por impuestos a las empresas -los impuestos que gravan los beneficios de éstas- cayó entre 1989 y 1993 en un 18,6%, y el volumen total de lo recaudado por este concepto se redujo drásticamente a la mitad. En sus balances anuales, los consejos de administración presentan unos beneficios netos astronómicos, mientras los políticos, que tienen que justificar unas cifras de paro escandalosas, suben los impuestos con la vana esperanza de que, con la nueva riqueza de los ricos, se creen al menos unos cuantos puestos de trabajo. Estado nacional, las pequeñas y medianas empresas, que son las que generan la mayor parte de los puestos de trabajo, se ven atosigadas y asfixiadas por las infinitas trabas y gravámenes de la burocracia fiscal. Estado asistencial como la democracia en funciones, los que tengan que financiarlo todo mientras los ganadores de la globalización consiguen unos beneficios astronómicos y eluden toda responsabilidad respecto de la democracia del futuro.
Ni se les pasa por la cabeza irse a vivir allí donde crean los puestos de trabajo y pagan muy pocos impuestos. Sin embargo, con su política exclusivamente orientada a la generación de beneficios están contribuyendo a la vez al hundimiento de este modo de vida europeo.
Estados asistenciales bien acolchados los que caen en este insidioso círculo vicioso: deben pagar prestaciones codificadas a un número cada vez mayor de personas -pronto habrá cinco millones de parados registrados solamente en
Dado que el marco del Estado nacional ha perdido su fuerza vinculante, los ganadores y los perdedores de la globalización dejan de sentarse, por así decir, a la misma mesa.
Y LA INDIVIDUALIZACIÓN, EL ESTADO NACIONAL
« Según esta negrísima visión, la globalización económica no hace sino consumar lo que se alienta intelectualmente mediante la posmodernidad y políticamente mediante la individualización, a saber, el colapso de la modernidad. Estado nacional. » Esta diferenciación tiene la virtud de desmarcarse de la ortodoxia territorial de lo político y lo social que surgió con el proyecto del Estado nacional de la primera modernidad y se impuso omnímodamente a nivel categorial e institucional. Ésta procede de manera monocausal y economicista y reduce la pluridimensionalidad de la globalización a una sola dimensión, la económica, dimensión que considera asimismo de manera lineal, y pone sobre el tapete todas las demás dimensiones -las globalizaciones ecológica, cultural, política y social- sólo para destacar el presunto predominio del sistema de mercado mundial.
Lógicamente, con esto no queremos negar ni minimizar la gran importancia de la globalización económica en cuanto opción y percepción de los actores más activos. Los proteccionistas negros lamentan el hundimiento de los valores y la pérdida de importancia de lo nacional, pero, al mismo tiempo, y de manera un tanto contradictoria, llevan a cabo la destrucción neoliberal del Estado nacional. Los proteccionistas verdes descubren el Estado nacional como un biotopo político amenazado de extinción, que protege los valores medioambientales contra las presiones del mercado internacional y, en tal sentido, merece ser protegido al igual que la misma naturaleza. De todas estas trampas del globalismo hay que distinguir eso que -en la estela del debate anglosajón- he dado yo en llamar globalidad y globalización.
Así, «sociedad mundial> significa la totalidad de las relaciones sociales que no están integradas en la política del Estado nacional ni están determinadas significa una sociedad mundial percibida y reflexiva».
Por su parte, la globalización significa los procesos en virtud de los cuales los
En este concepto se recogen al mismo tiempo los motivos básicos de por qué las respuestas tipo de la primera modernidad resultan contradictorias e inservibles para la segunda modernidad, con el resultado de que se debe fundar y descubrir de nuevo la política para el tiempo que dure la segunda modernidad. La singularidad del proceso de globalización radica actualmente en la ramificación, densidad y estabilidad de sus recíprocas redes de relaciones regionales-globales empíricamente comprobables y de su autodefinición de los medios de comunicación, así como de los espacios sociales y de las citadas corrientes irónicas en los planos cultural,, político, económico, militar y económico La sociedad mundial no es, pues, ninguna megasociedad nacional que contenga -y resuelva en sí- todas las sociedades nacionales, sino un horizonte mundial caracterizado por la multiplicidad y la ausencia de integrabilidad, y que sólo se abre cuando se produce y conserva en actividad v comunicación. En la segunda parte-¿Qué significa la globalización se esbozan, y cotejan entre sí, la pluridimensionalidad, ambivalencia y paradojas de la globalidad y de la globalización desde los puntos de vista social, económico, político, ecológico y cultural. En la cuarta parte -Respuestas a la globalización, en una especie de brainstorming público se presentan como contraveneno para la parálisis política actual diez puntos básicos que permiten abordar las exigencias planteadas por la era global.
«En tercer lugar, la globalización zarandea la imagen de espacio homogéneo, cerrado, estanco y nacional- estatal que tiene de sí mismo un país que ostenta el nombre de República Federal en sus fundamentos constitucionales. En cambio, en Gran Bretaña, que era un imperio mundial, la globalización aparece como un bonito recuerdo de éste. El choque de la globalización en cuanto choque de la desnacionalización no sólo cuestiona las categorías al uso sobre la identidad de los alemanes de la posguerra, es decir, un corporativista con su especifico sistema social». El modelo tradicional del Estado nacional sólo tendrá probabilidades de supervivencia en la nueva estructura de poder del mercado mundial, así como en las instancias y movimientos transnacionales, sí el proceso de globalización se convierte en criterio de la política nacional en sus respectivos ámbitos.
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