El comercio desvirtua la cultura

El comercio desvirtúa la cultura

El límite de un sector de artesanía, encuentro familiar y multicultural  

Mikaela Checura Koralek

El Pueblito de Los Dominicos es conocido por su gran cantidad de artesanos, siendo este un lugar destinado a la cultura y a la educación. Pero ¿Qué pasa cuando este valor se pierde? El sector donde está ubicado a lo largo de los años ha sufrido diversos cambios, desde la implementación del metro, los mall en las cercanías, el flujo de gente y los turistas, pero el cambio va más allá del lugar físico si no en el concepto del Pueblito.  

Fue el escondite de Manuel Rodríguez y participó directamente en el período histórico de la independencia de Chile. El pueblito de Los Dominicos fue el cuna de la artesanía en Santiago, ya que todo lo que se vendía era producido por los mismos artesanos que vivían en el sector. La Iglesia Católica era el apoyo fundamental, no solo en la etapa política sino también en el emprendimiento.

El espacio donde está situado  tiene una gran trayectoria, antes de llegar a ser lo que hoy se conoce. Todo comenzó en 1544 cuando estas tierras eran de Pedro de Valdivia, Gobernador de Chile, quien se las entregó a Inés de Suárez; para finalmente llegar en 1767 a manos de Doña María Antonia Portusagasti casada con Juan Cranisbro los dos integrantes de la Orden de los Padres Dominicos u Orden de Predicadores.

El matrimonio vivía en este terreno donde poseían una de las mejores bibliotecas de Chile en su época. Después de haber perdido a sus dos únicos hijos en un trágico accidente, hicieron una capilla con dos torres paralelas, lo que se ve simbolizado hoy en la iglesia de Los Dominicos.

Al morir la pareja donó el lugar, la capilla y todas sus pertenencias a la Orden de Predicadores, quedando al mando de la Iglesia Católica. Dentro de esa misma capilla, en construcciones secretas, la iglesia se encargó de esconder a Manuel Rodríguez en el período de la independencia al igual que a Barros Arana, Balmaceda y otros también lo escogieron como refugio transitorio.

Cuando la Iglesia tomó el poder de este terreno los artesanos iban todos los sábados y domingos (días de misa) a vender sus productos afuera de la Iglesia de Los Dominicos, quienes les guardaban sus productos en grandes bodegas. Estas mismas bodegas y los establos que estaban ubicados al costado de la capilla, se convirtieron en nuevas construcciones con adobe para que en 1983 finalmente se terminara el proyecto del Pueblito de Los Dominicos. En la misma fecha la Iglesia se declaró Monumento Nacional y los alrededores fueron considerados zona típica y patrimonial.

Gustavo artesano de cortinas Totora, ha trabajado hace 35 años en el Pueblito de Los Dominicos y afirma que con el paso de los años este lugar  ha recibido grandes cambios, no exactamente por el lado de la infraestructura, sino por la organización y la selección de objetos para vender. Pasando de ser un lugar de encuentro cultural a un simple paseo familiar y comercial.

Hoy el tener un local en este sector no es el mismo valor que tenía hace unos años, porque ya no se valora tanto el patrimonio ni la zona típica. Para poder optar por a un puesto se debe postular a la Corporación Cultural de Las Condes, mostrar la artesanía que uno va a vender, pero no necesariamente lo tiene que fabricar uno, lo que se presta al comercio extranjero como por ejemplo: objetos Chinos y  máscaras de Indonesia. Aparte de que el locatario tiene que poseer una ideología política similar al que lleva la comuna, si uno tiene estas características  se volverá más fácil el poseer un lugar dentro del Pueblito, ya que actualmente son entregados a los “amigos”.

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