El complemento a las políticas del cuidado
Enviado por Marc Fuster • 9 de Diciembre de 2020 • Ensayo • 7.681 Palabras (31 Páginas) • 93 Visitas
EL COMPLEMENTO A LAS POLÍTICAS DEL CUIDADO: LAS POLÍTICAS DE SALUD PARA LA MUJER. LA ORIENTACIÓN NORMATIVA DE LAS POLÍTICAS DE SALUD PARA LAS MUJERES EN ESPAÑA.[1]
Resumen
En España, el trabajo del cuidado es llevado a cabo de manera abrumadoramente mayoritaria por mujeres. Esta actividad genera múltiples enfermedades laborales en las mujeres. La legislación sanitaria española en la última década ha asumido los principios de igualdad y perspectiva de género en la política sanitaria gracias a las leyes de igualdad de género. Sin embargo, aún es pobre el desarrollo legislativo y las políticas públicas efectivas para determinar y curar las enfermedades específicas de las mujeres, sobre todo en el mundo laboral y, aún más, entre las mujeres que trabajan en el cuidado.
Abstract
In Spain, care work is carried out overwhelmingly by women. This activity generates multiple occupational diseases in women. Spanish health legislation in the last decade has assumed the principles of equality and gender perspective in health policy thanks to the laws of gender equality. However, legislative development and effective public policies to determine and cure specific diseases of women are still poor, especially in the workplace and, even more so, among women who work in care.
ÍNDICE
1. PRÓLOGO: CUANDO LAS BRECHAS SON DESIGUALDADES, 2. INTRODUCCIÓN, 3. LEYES SANITARIAS ANTIGUAS: DERECHO UNIVERSAL A LA SALUD SIN PERSPECTIVA DE GÉNERO, 4. LAS LEYES NUEVAS QUE INCORPORAN LA PERSPECTIVA DE GÉNERO, 5. LA RELACIÓN ENTRE EL CUIDADO Y LA LEGISLACIÓN SANITARIA. 6. LA LEY DE IGUALDAD Y LA SALUD DE LAS CUIDADORAS. 7. CONCLUSIONES Y REFLEXIONES FINALES. 8. BIBLIOGRAFÍA CITADA.
1. PRÓLOGO: CUANDO LAS BRECHAS SON DESIGUALDADES
El escritor Manuel Rivas, en su libro Contra todo esto (2018), expresa que las mujeres sufrimos, en el ámbito laboral, cuatro brechas con carácter universal. La primera es la salarial, un trato discriminatorio que se produce tanto en una fábrica textil de un país pobre como en un estudio de cine en Hollywood. La segunda es en la dirección del trabajo. Las mujeres o no figuramos o somos minoría en los lugares directivos de las empresas, y en los de poder real en la política, que se suelen cubrir por la coaptación machista, y al margen del saber y la capacidad. La tercera brecha tiene que ver con la diferenciación entre mundos de trabajo masculinizados, mejor valorados socialmente, y mundos feminizado, y se manifiesta en la feminización de áreas enteras de la actividad económica, que quedan situadas en un espacio subalterno. Mientras los hombres suelen ocuparse de los trabajos donde hay mayor interés económico, como el mundo financiero, las infraestructuras, Hacienda o Urbanismo; las mujeres estamos convirtiéndonos en una inmensa mayoría en la enseñanza, la medicina y, sectores, de la investigación, y tenemos una presencia generalizada en los trabajos de las áreas sociales. La cuarta y última se manifiesta en el hecho que las mujeres somos las más precarias en el mundo laboral más precarizado, somos las más temporales dentro de los contratos temporales, sufrimos más paro, pensiones más bajas y hacemos la práctica totalidad del trabajo gratuito como cuidadoras de ancianos, enfermos y dependientes.
Una realidad a la que podríamos añadir la brecha de la atención y de la investigación médica, puesto que a las enfermedades laborales y psicobiológicas de las mujeres se los presta una atención inferior sistemáticamente, ya que los protocolos de investigación tradicionales apenas si han distinguido entre las características específicas de las enfermedades por razón de género y aquellas enfermedades singularmente femeninas.
Todas estas brechas estarán presentes en este trabajo, a pesar de que se centrará de manera concreta en la regulación del derecho a la salud de las mujeres en el ordenamiento jurídico español y su relación con las políticas del cuidado. Sin olvidar que el cuidado, un sector en el que hay una brecha salarial importante, está ordenado por leyes hechas con una perspectiva masculina de manera absolutamente mayoritaria, a pesar de que el mundo del cuidado está casi monopolizado por mujeres tanto en el espacio formal como en el informal, de cariz familiar y a menudo gratuito este último, y donde las enfermedades y los riesgos laborales de las mujeres no cuentan con políticas de salud sistemáticas, específicas y generalizadas que serían necesarias.
2. INTRODUCCIÓN
En todos los países europeos, con independencia de los modelos de estado del bienestar europeos con que cuenten, se repiten, con mayor o menor intensidad, tres hechos. En primer lugar, la población está cada vez más envejecida. En segundo, el porcentaje de mujeres integradas plenamente en el mercado laboral es cada vez mayor y se acerca a las cifras de ocupación de los hombres, aunque en países mediterráneos como España se esté lejos aún de la media europea y de la OCDE (Vicent, 2014). Y, finalmente, las demandas de políticas de cuidado aumentan de manera exponencial. Estas tres dinámicas permiten concluir que el estado del bienestar europeo necesita revisar profundamente las políticas públicas del cuidado (León, 2014).
Hay una constante que también que se podría añadir a las anteriores, el trabajo remunerado de cuidado lo llevan a cabo las mujeres en mayor proporción que los hombres (65%); mientras el trabajo no remunerado y no reconocido de cuidado lo llevan a cabo mujeres en el 76% de las ocasiones, a menudo después de una jornada laboral (OIT, 2016).
De estas constantes, se derivan algunas consecuencias en materia de salud. Por un lado, serán las mujeres quienes sufran la mayor parte de las enfermedades laborales del sector (Larrañaga et al., 2008; Carretero, Garcés y Ródenas, 2015). Por otro, la tipología de las enfermedades de las personas trabajadoras en el cuidado de género femenino y de género masculino no son similares ni presentan la misma sintomatología (Artazcoz, 2002; Carretero, Garcés y Ródenas, 2015). Sin embargo, hasta el momento, no están suficientemente desarrollado los estudios médicos y científicos para tratar de manera específica las enfermedades humanas en función del género, especialmente en el sector del cuidado, sobre todo en países, como España, en los cuales el peso del trabajo no remunerado en el sector es significativamente elevado (Eguiluz et al., 2011; Velasco, 2009; Sánchez López, 2012).
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