El consumo sirve para pensar

El consumo sirve para pensar.

Garcia Carlini.

Comúnmente se asocia al consumo como una práctica donde se derrocha dinero en cosas inútiles e irracionales. Esta descalificación se apoya en la omnipotencia de los medios masivos que incitan a las masas a comprar. En otras palabras, las campañas publicitarias de los medios de comunicación masiva, serían los culpables del derroche de dinero, en consumo de cosas innecesarias, como una especie de control hacia las personas.

Ahora se mira al consumo como algo más complejo, que la simple manipulación de los medios de comunicación. Se sabe que estudios sobre comunicación en masas, han mostrado que la hegemonía cultural no se realiza mediante formas de dominación hacia las masas, sino que, demostrando que se han dejado concebir vínculos entre quienes emiten y quienes reciben, ejemplo de ello, serían las relaciones de dominación. Se sabe, entonces, que la comunicación no es eficaz sino se incluye las interacciones de colaboración y transacciones entre las personas.

El autor propone una definición sobre el consumo, en la que se interpreta como, un conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y usos de los productos. En otras palabras, el autor señala que el consumo son procesos sociales y culturales, en que las personas se apropian y dan uso de ciertos productos. Esto puede verse como algo más que unos ejercicios de compra por gusto o por simple deseo por consumir. Ante todo la definición es esencialmente reconocida por su racionalidad económica.

Diversos estudios consideran al consumo como un ciclo de producción y reproducción social, donde se generan productos, se expande el capital y se reproduce la fuerza de trabajo. La forma de consumo se ve determinada por la administración del capital que planifica la distribución de bienes, no son los mismos con sumidos que lo hacen. Pensar en cómo distribuir y reproducir la fuerza laboral y aumento de ganancias, sin embargo, todos los productos se encuentran estandarizados.

Según Castells, el consumo, es un sitio de diferenciación de clases, definido por una estructuración productiva, en el sentido de distribución y apropiación de bienes. Consumir, es por tanto, participar en escenarios de disputa por aquello que la sociedad produce y la forma en cómo usarlo.

- Estrategias electorales.

Una tercera línea de trabajo, es de aquellos que estudian el consumo como un lugar de diferenciación y distinción de grupos sociales, llevando a reparar a lo estético y simbólico de la racionalización económica.

Existe una lógica en la construcción de signos de status y la forma de comunicarlos. En sociedades contemporáneas parte de la racionalidad de las relaciones sociales se construye, parte de una superación de los medios de producción y satisfacción de necesidades materiales.

La lógica de apropiación de bienes se trata de la escasez de la apropiación de bienes, y la imposibilidad que tengan otros bienes. Suele observarse como elemento de diferenciación. Pero si los miembros de una sociedad no comparten los mismos sentidos del consumo, seria entonces, entendida para la elite o para una minoría, no serviría entonces como un instrumento de diferenciacion. En otras palabras, existen bienes que solo pueden acceder cierto grupo social, permitiendo su diferenciacion con los demás grupos sociales.

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