El contenedor del regalo más precioso que recibimos

El contenedor del regalo más precioso que recibimos

¿Cuánto evaluamos a nuestro cuerpo? Qué precio le atribuimos, en qué medida es valioso para nuestra sociedad y para cada uno de nosotros. Desde hace tiempos antiguos la búsqueda de la belleza física e interior ha sido siempre un objetivo de todas las sociedades del mundo. La verdad es que todos tenemos diferentes percepciones de la belleza y la estética a pesar de que existen canones formulados incluso matematicamente de lo que es bello. Con todo, creemos que la belleza es una promesa de felicidad y aceptación por parte de la sociedad en la que vivimos, acabando con adaptarnos a los canones establecidos, pareciendo uno al otro sín los matices que nos identifican como únicos.

Ante todo, España es el primer país en Europa por números de operaciones de cirugía estética – 450.000 operaciones al año- y el cuarto país en el mundo después de Estados Unidos, Brasil y Argentina. Debajo de este impresionante valor que mueve unos 800 000 milliones de euros al año, según la Asociación de cirugía y medicina estética de España , el 10% se le atribuye a menores de 18 años. Una intervención quirúrgica ya no es muy cara, está al alcanze de cualquier ciudadano medio. No hay que ser rico ni tampoco necesitarlo realmente. Todos estos datos se compaginan a los orribles casos de muerte en los quirófanos trás complicaciones respiratorias, arritmias cardíacas o simplemente capacidades inadecuadas de los cirujanos improvisados que no respetan protocoles imprescindibles en este sector. Todo en cambio de un sujetador más prosperoso o una nariz perfectamente derecha. ¿Nuestro cuerpo merece la pena de ser tan abusado?

Al mismo tiempo hay que mencionar la cirugía estética utilizada para encontrar a nuestros verdaderos seres interiores. Nacimos con un cuerpo que no corresponde con lo que sentimos y pensamos y acudimos al bisturí con el fin de encontrarnos por fin cómodos con nuestro cuerpo sín conformarse con el rol que alguien te quiere asignar. Lo que pone los pelos de punta es cuanto la ciencia esté ocupada buscando raíces científicas y bases biológicas para justificar este cambio hormonal de los transexuales que solo quieren estar a gusto con sus inclinaciones sexuales y su cuerpo mientras que una chica de 16 años se puede meter un pecho de plástico y fallecer tán jóven porque su cuerpo lo ha rechazado dado que este último tenía que madurar definitivamente antes de acoger a un cuerpo extraño .

En medio de este ajetreo que no se apacigua nunca nuestro querido contendor sigue siendo un don que no sabemos valorar adecuadamente. Pasamos por alto por ociosidad o por necesidades vitales en el caso de campesinos procedentes de países muy pobres por los cuales su cuerpo se convierte en su único capital. Son los nuevos esclavos del siglo XXI que viven dentro de una triste contradicción: venden una parte de su cuerpo a los tráficantes de órganos ilegales para sobrevivir digamos “a mitad”. Estos órganos llegan al mercado occidental sin certificación ni controles y se venden al mejor postor llegando al alcanze de toda aquella gente que necesita un órgano nuevo y funcionante para seguir con su vida, inconsciente de los riesgos a los que se exponen. De todas maneras no todo el mundo de los trasplantes es tan obscuro o sumergido en la ilegalidad.

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