El debate sobre el trabajo en América Latina.
Enviado por gabiota22 • 17 de Septiembre de 2016 • Resumen • 4.474 Palabras (18 Páginas) • 258 Visitas
El debate sobre el trabajo en América Latina
Marta Novick
profesora titular regular de Sociología del trabajo de la carrera de Relaciones laborales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Investigadora del Conicet y actual subsecretaria de Programación técnica y estudios laborales del Ministerio de trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación
Introducción
Recientemente, en un Seminario latinoamericano, Fernando Calderón (sociólogo, docente de Flacso, ex Secretario Ejecutivo de Clacso) hizo algunas referencias sobre América Latina que me hicieron reflexionar y que me parecen interesantes de incorporar en este artículo antes de entrar en el objetivo específico que es hablar de trabajo en América Latina, región que está atravesando, “un nuevo clima de época” tanto en materia de políticas públicas, de inserción internacional, como de empleo y trabajo. Calderón marca que estaríamos en presencia de un nuevo ciclo histórico y quizás de desarrollo que descansa, por un lado, en el fracaso (por los resultados) de las políticas neoliberales y conservadoras que se dieron en la región y por la emergencia de un conjunto de líderes “carismáticos” que encarnan una nueva etapa que, aunque naturalmente heterogénea, sin embargo, presenta rasgos comunes y desafíos que también lo son.
Los rasgos centrales comunes estarían sentados en la recuperación del Estado en tanto articulador con la sociedad, con la economía y, en particular, con el manejo de sus recursos naturales, pero también como factor de integración nacional (la Fiesta del Bicentenario en la Argentina es un ejemplo claro de ello) y de integración social a partir de la educación ( en la mayoría de los países en el aumento de su cobertura o, como en el caso argentino, la extensión en los años de escolaridad obligatoria). Pero también – y muy importante- una nueva recuperación del valor de la democracia, que había quedado muy deslegitimada a partir del aumento de la inequidad, de la pobreza, desempleo y precariedad de la década de los 90, a la que podemos caracterizar, como la década del aumento de la segmentación y la desigualdad en la región. [1].
Este nuevo proceso, rico, aunque plagado de contradicciones y desafíos, es acompañado en los últimos años, más precisamente desde el 2008, por la mayor crisis política, económica y social que atraviesa el sistema capitalista desde los años 30, en una etapa de fuerte globalización financiera en la que el Estado de Bienestar comienza a ser debilitado y deconstruido (destruido?). Mientras en Europa las denominadas “políticas de austeridad” vuelven a poner en primer plano el equilibrio fiscal o las políticas monetarias, en desmedro de las políticas sociales o laborales, gran parte de los países de América Latina se enfrentan a este proceso de reconstrucción del Estado, diferente a aquel que se construyó en algunos países en la etapa de sustitución de importaciones, ya que los desafíos son otros en tanto se trata de economías abiertas, con fuertes deudas sociales y la emergencia de nuevos conflictos y demandas sociales.
Pero para hablar de trabajo y empleo en América Latina no podemos circunscribirnos a lo que tradicionalmente se denomina la situación o la dinámica del mercado de trabajo analizado a partir de los datos de empleo, desempleo o de las tasas de informalidad y su correspondiente pérdida de protección social. La problemática sobre empleo y trabajo debe considerar lo que este concepto significa en el marco de una sociedad aún más compleja que la descripta, en tanto asistimos, por un lado a la emergencia y desarrollo de la sociedad de la “información”, del “conocimiento”, en la que la innovación, el aprendizaje y las competencias endógenas constituyen las bases de competitividad y donde, simultáneamente por otro, los fenómenos de precariedad, de desocupación, y de bajos salarios se extienden a importantes contingentes de la población trabajadora. ¿Se puede hablar de una las dimensiones sin hacer referencia a la otra? ¿Son complementarias?
Esta nota pretende ser un aporte al debate sobre el trabajo en esta sociedad latinoamericana, en la que coexisten estrategias y modelos de producción muy heterogéneos, superpuestos y lejos de cualquier uniformidad, “modelo ideal”, o unicidad, al tiempo que sigue pendiente el desafío de sentar las bases para un desarrollo económico y social sustentable tanto en lo productivo, en lo social como ambientalmente. La heterogeneidad estructural de América Latina coloca a este debate no sólo una complejidad mayor, sino que la emparenta velozmente con las dificultades que presenta en materia de “ciudadanía”, de “distribución del ingreso” y de inequidad el modelo actual de desarrollo. Si bien las políticas sociales y de protección social juegan un papel central en la forma en que el crecimiento económico es distribuido en la sociedad, la retribución del trabajo sigue constituyendo la principal fuente de ingresos de las personas y, por lo tanto, el nivel y las desigualdades que allí se generen serán centrales en la evolución de la distribución total de la renta y en la búsqueda de la igualdad
Para comprender el significado del trabajo en estos escenarios, enfrentamos la imperiosa necesidad de analizarlo en un marco más amplio y multidimensional en el que se despliegan, también de manera heterogénea, políticas macroeconómicas, de comercio internacional, de producción y tecnológicas. La articulación y la coherencia- o incoherencia de las políticas públicas, si son economías que operan en base a la economía real o a la especulación financiera, si predomina el Estado o el mercado, son factores centrales para ubicar y comprender lo que sucede en el espacio del trabajo y de lo social. Empleo e ingresos no constituyen dimensiones dependientes de lo que pasa en el nivel de la macroeconomía –como lo plantea el paradigma ortodoxo- sino que forman parte de esa misma macroeconomía conjuntamente con las políticas monetarias y fiscales. De la articulación de todos estos elementos resulta la conformación de modelos económico-sociales divergentes, pero también de estrategias productivas de una sociedad particular y en un momento determinado de su historia. En esta nueva etapa emergente, en la mayoría de los países de la región se ha logrado aprovechar la etapa de crecimiento para recuperar el empleo, mejorar la distribución del ingreso y reducir la pobreza, aunque estamos muy lejos no sólo de aquello que cualquier modelo de “ciudadanía” exige en términos de derechos, sino de muchos de los parámetros que América Latina logró en algunos momentos del período de sustitución de importaciones. En efecto, puede señalarse como indicador que en los inicios de los 70 el incremento del producto regional era el 6% anual. A fines de esa década retrocedió a 1.5% y en los 80 las economías latinoamericanas no crecieron. En el primer lustro de los 90 el producto regional estuvo en 3% y llegó al 5,3% en 1997 pero volvió a caer en 1998 y 1999. El crecimiento promedio anual durante los 90 fue de 3.2%. La tasa anual media del crecimiento del ingreso per cápita fue de 3.1% entre 1945 y 1980, de 1.9% en los siete años que siguieron a la década perdida y de 0.5% entre 1998 y 2004 (Cimoli et al, 2006).
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