El impacto social de la música en la juventud actual

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA

UNIDAD ACADÉMICA DE ARTES

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN ARTÍSTICA

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COMPRENSIÓN Y REDACCIÓN DE TEXTOS

El impacto social de la música en la juventud actual.

Tema

Jesús Fernando Ramírez Bernal

Alumno

M.C. Karele Maxinahí Félix Piña

Maestra

Culiacán Sinaloa, Septiembre del 2018.

Introducción

         La música ha estado presente desde muchísimos años antes de nuestra época, ha sido acompañante de eventos que marcaron un antes y un después en civilizaciones completas. Ha evolucionado enormemente; desde simples sonidos generados por percutir alguna rama hasta obras sinfónicas completas y complejas.

No es nada sencillo escapar de ella, ya que hasta en la naturaleza encontramos sonidos que ya se consideran música. Por estas razones la música es un arte sumamente importante y meramente esencial en la vida de las personas.

La música sirve de herramienta para desarrollar habilidades y poder expresar sentimientos; es toda una aventura ante la creatividad personal de cada individuo. Cosa que, actualmente, esta atacada constantemente por la monotonía, el conformismo, la rutina y los malos hábitos.

Es por ello que aquí se exponen ciertas problemáticas que sufre la sociedad actual con respecto a la influencia que tiene la música sobre ella. Asimismo buscar posibles soluciones a estas mismas.

Habrá de ver el enfoque correcto de la música para generar un bien a la sociedad, y en específico a la juventud, hoy tan vulnerable ante los medios de comunicación y su susceptibilidad a caer en vicios de todo tipo por falta de criterio e identidad personal.

El impacto social de la música en la juventud actual.

          Es muy bien sabido por la mayoría de la gente que la música tiene un impacto enorme en la sociedad en general. Desde bebés hasta adultos, en el lugar y en el momento que imaginemos, en miles de formas y estilos, para celebrar o incluso para acompañar los momentos más difíciles de nuestra existencia, todos somos víctimas de este hermoso fenómeno de la vida llamado música.

 Pero ¿qué es música? Es una pregunta muy difícil de responder ya que todos tenemos gustos diferentes y, más que nada, todos podemos ver la música desde distintas perspectivas.

De acuerdo a Cordantonapulos:

La música es el arte de combinar los sonidos sucesiva y simultáneamente, para transmitir o evocar sentimientos. Es un arte libre, donde se representan los sentimientos con sonidos, bajo diferentes sistemas de composición. Cada sistema de composición va a determinar un estilo diferente dentro de la música. (Cordantonapulos, 2002, p.8)

La música es un medio de impacto masivo a nivel mundial en el que cualquier persona puede expresar lo que piensa o lo que siente, y esto no es necesariamente bueno; vivimos en una sociedad donde la superficialidad, las cosas materiales y banales son lo primordial, y es por ello que la juventud se ve afectada.

La juventud, Souto (2007) la define como: “El periodo de la vida de una persona en que la sociedad deja de verle como un niño pero no le da un estatus y funciones de adulto” (p.171).

Por esta razón es normal que un joven no encuentre sus pautas para seguir adelante con su desarrollo, tanto físico, emocional y personal. Muchas cosas que antes le eran de interés dejan de serlo, le comienzan a llamar la atención cosas nuevas, cambia amigos por otros, comienzan relaciones y las terminan, se toman su tiempo de conocer el mundo, y en todos y cada uno de esos momentos de su vida, seguro alguna canción o alguna melodía les acompañó durante esos procesos. Sonidos que quizá serán insignificantes para algunos pero que, para quien lo vivió, se vuelve algo de suma importancia al relacionarlos con sus experiencias.

Entre gente con más experiencia se comenta el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, con sus razones basadas en las conductas de las personas con la que se relaciona a quien se dijo el dicho. Pues bien, podemos aplicar esa misma frase a nuestros puntos clave: “Dime qué escuchas y te diré quién eres”. ¿Por qué?

Desgraciadamente, vivimos una realidad muy dañada. Los jóvenes piensan que poseer riquezas mal encaminadas, consumir drogas, ser infiel, emborracharse hasta el límite y cosas por el estilo son cosas buenas y esto se debe, en una parte, a la música que está en estos momentos “de moda”.

Música sin ningún tipo de sentimiento positivo; los temas anteriormente mencionado son la inspiración de miles de canciones que suenan en la radio, que transmiten por la televisión y que las personas escuchan todos los días.

Alguien quizá piense que es sólo música, que simplemente son sonidos y ya, pero no, es precisamente lo que se busca dejar claro aquí: la música tiene un verdadero impacto en las personas que la escuchan, tiene un muy fuerte efecto en la sociedad y se ve claramente reflejada en los jóvenes actuales. Ellos son los más vulnerables a este tipo de temas ya que no han terminado de formar su identidad personal.

Un espacio en algún grupo social, la aceptación ajena, sentirse parte de algo, son cosas que la juventud actual busca, es así como poco a poco van modificando su identidad personal, su forma de ver las cosas y cómo las viven.

Es por ello que Ramírez (2006) nos dice que “la identidad, que siempre alude a una subjetividad, sólo se funda en el espacio social, es decir, en lo intersubjetivo” (p.247).

Tomando impulso con estas últimas palabras, hay que recalcar que todo lo anteriormente mencionado es fruto de la cultura que existe por lo menos el México.

Nuestra cultura no está bien reforzada en la cuestión artística; se fomenta muy pobremente las expresiones artísticas y sus derivados; es por ello que ignoramos la riqueza que la música nos ofrece en millones de piezas con un objetivo específico.

Bien lo menciona Hormigos:

El estudio sociológico de la música presenta una gran complejidad ya que cada forma de sociedad, cada cultura, cada grupo, cada individuo entiende o busca algo distinto en la música, lo que genera una gran diversidad de puntos de vista a la hora de enfocar el objeto de estudio sociológico. (Hormigos, 2012, p.77)

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