El más grande protector

EL MAYOR PROTECTOR[pic 1]

Por: Giuliana Del Carmen Valverde Catacora

“Estamos orgullosos de ti”; “Quiero comprenderte”; “Confío en ti”, son solo algunas de las frases que cualquier adolescente quisiera escuchar de sus padres. La etapa de la adolescencia es una de las más críticas en la vida de un ser humano, nos vemos ante situaciones para las que no estamos social ni psicológicamente preparados. Esto ocasiona que la posibilidad de caer ante una situación de riesgo aumente. Sin embargo, también existen factores que protegen al adolescente de caer ante estas situaciones, siendo el principal de ellos la familia, puesto que son el primer agente formador y protector que aseguran la formación de adolescentes con valores y con una personalidad que lo ayudará a lograr su proyecto de vida.[pic 2]

El tipo de comunicación entre padres e hijos fortalecerá o debilitará la autoestima y autoconcepto del adolescente, que son claves en la formación de una personalidad sólida que sabrá diferenciar riesgos de oportunidades. En la adolescencia vemos el entorno social desmesuradamente activo, la necesidad de encajar en un grupo de iguales se vuelve necesaria y esta actuación completamente normal no debe significar necesariamente algo malo para los padres. Los distintos problemas que se ocasionan entre padres e hijos en esta etapa tienen como origen una comunicación basada en reproches e intolerancias ante la actitud de los hijos, comunicación que además de afectar al clima familiar, debilitarán el autoconcepto y autoestima de ellos. Por lo tanto, trae consigo la vulnerabilidad ante las diversas situaciones de riesgo que se puedan experimentar y por ende el peligro de no concretar su proyecto de vida.[pic 3]

Una buena comunicación se ve fortalecida por los buenos valores brindados de los padres a sus hijos, en este caso adolescentes. El establecimiento de valores que tengan como base el respeto a la sociedad y a sí mismo, van a permitir que la barrera de protección ante los riesgos se vea extendida. Es importante formar niños moralmente correctos, que sepan respetarse y respetar, que tengan una capacidad de reconocimiento óptima y que promuevan la paz, solo de esta manera podremos obtener adolescentes autónomos capaces de imponerse al riesgo y enfrentarlo, los cuales después pasarán a convertirse en adultos responsables que ayudarán a la formación de una sociedad avanzada. Así como los valores sirven de guía para el buen comportamiento y desempeño del adolescente en la sociedad, estos le permiten también formar pensamientos estructurados, lógicos y con valor real, que ayudarán a imponerse ante cualquier situación riesgosa puesto que harán prevalecer sus ya establecidos valores sobre cualquier cosa.

Todos los factores anteriormente mencionados dan lugar a uno aún más importante, que determinará el futuro del adolescente frente al riesgo: nos encontramos con la toma de decisiones. Si bien sabemos que la decisión se basa en la determinación de cierta postura ante cualquier asunto, en esta etapa son primordiales y muy importantes. El adolescente se encuentra a lo largo de esta etapa frente a nuevas experiencias que marcarán su vida, estas experiencias significan también nuevos riesgos, frente a los cuales el adolescente tendrá que hacer prevalecer su forma de pensar y su DECISIÓN. Si tenemos un adolescente con una personalidad fuerte y valores establecidos, veremos a alguien con una óptima capacidad de buena decisión que difícilmente caerá en las situaciones de riesgo que se le puedan presentar. Sin embargo, si observamos a un adolescente con baja autoestima, débil personalidad, sin punto de vista y sin valores establecidos, tenemos a alguien altamente vulnerable al riesgo, que caerá con gran facilidad, pudiendo arruinar su vida y futuro.

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