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El odio como política para enfrentar pueblos


Enviado por   •  29 de Marzo de 2019  •  Reseña  •  984 Palabras (4 Páginas)  •  123 Visitas

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EL ODIO COMO POLITICA PARA ENFRENTAR PUEBLOS, AUSPICIAR COMPLICES, IMPULSAR SILENCIOS, GENERAR OLVIDOS Y MOVILIZR LAS LUCHAS DE LOS OPRIMIDOS A FAVOR DE LAS CLASES DOMINANTES.

El odio, al contrario del miedo, no es innato en el ser humano. A él, nos los estimulan a través de los órganos hegemónicos del Estado, nos lo incorporan de tal modo en nuestra conciencia, que se hace sumamente difícil comprender los mecanismos que la inducen, debido a la complejidad que en todos los niveles de la sociedad dividida en clases, funciona.

Los aparatos ideológicos del Estado aborda un espectro constituido por el Estado que legitima desde el accionar represivo (matriz de violencia institucional directa) hasta la violencia subliminal por medio de la coacción legitimada para mantener el orden social ejercida sistemáticamente hacia los individuos de la sociedad, esencialmente aquellos excluidos y marginados del sistema capitalista, en las mayorías de los casos, expuestas a la acción deliberada del aparato coercitivo debido a las condiciones objetivas que a priori los condena socialmente y por ende para mantener el status quo de la superestructura imponen a través de métodos disciplinarios de normalización.

Para determinar el origen del uso del odio como instrumento de dominación fundamentalmente en la sociedad capitalista, consideramos definir la naturaleza y la función del Estado siguiendo a tres autores clásicos. Lenin quien plantea que el Estado es “como un instrumento de la clase dominante, como un objeto, una ‘cosa’ que existe y está determinada por sus funciones. El Estado es capitalista porque los capitalistas controlan al Estado” (Lenin, 1974: 21). Por su parte, Antonio Gramsci indaga sobre cuál es su función, y dice: “El aparato coercitivo estatal asegura ‘legalmente’ la disciplina de los grupos activa o pasivamente en ‘desacuerdo’, instituido no obstante para toda la sociedad en previsión de momentos de crisis de mando y de dirección (…)” (Gramsci, 1967: 31). Al respecto Louis Althusser plantea que, “el aparato represivo de Estado ‘funciona mediante la violencia’, en tanto que los aparatos ideológicos de Estado funcionan mediante la ideología”. Y continúa: “Todo aparato de Estado, sea represivo o ideológico, ‘funciona’ a la vez mediante la violencia y la ideología, con una diferencia muy importante que impide confundir los aparatos ideológicos de Estado con el aparato (represivo) de Estado. Consiste en que el aparato (represivo) de Estado, por su cuenta, funciona masivamente con la represión, como forma predominante, y sólo secundariamente con la ideología. Mientras que “los aparatos ideológicos de Estado funcionan masivamente con la ideología como forma predominante, pero utilizan secundariamente, y en situaciones límite, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica” (Althusser, 2003: 30-31).

Todo Estado necesita de un sistema ideológico, simbólico y cultural que, dentro de las instituciones, deben hacer “cumplir” las ideas, los privilegios y las formas de vida de los sectores dominantes. Este carácter que muestra la superestructura estatal tiene como principio mantener el orden histórico del régimen social capitalista para que, por medios de mecanismos

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