El papel de los medios de comunicación en la política
Enviado por Paulina Ahumada • 14 de Mayo de 2018 • Documentos de Investigación • 1.316 Palabras (6 Páginas) • 278 Visitas
BRIEF DE INVESTIGACION
El papel de los medios de comunicación en la política
Presenta:
Paulina Ahumada Lomelín
Huixquilucan, Edo. De México Octubre, 2016
EL PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA POLÍTICA
Introducción
Los medios de comunicación son uno de los tantos instrumentos a través de los cuales percibimos la realidad, pues ejercen un gran poder sobre las personas al influenciar su pensamiento, a partir de la difusión de un particular tipo de información. Por esta razón a los medios de comunicación se les llama “el cuarto poder”. Aunque este no es un poder estructurado como el del Estado, lo que pueden producir tiene, muchas veces, mayor impacto que lo que el Estado produce; por ello es necesario que se discuta si estos medios realizan su labor esencial, especialmente en México.
Los medios de comunicación son una de las tantas vías a partir de las cuales puede generarse la acción social, pues el hecho de conocer un hecho político puede generar la necesidad de adquirir mayor información o establecer algún tipo de acción, entre otros. Por ello los medios de comunicación tienen una responsabilidad directa con la población a la que comunica; sin embargo, existen casos en los que los medios de comunicación transmiten información impuesta por el gobernante en curso, hecho que contraviene a la difusión de información fidedigna. Esto pone en discusión cuál es el papel que tienen los medios de comunicación, pues se parte del supuesto de que estos deben ejercer su labor en un ambiente en el que exista libertad de expresión, no a partir de un conjunto de restricciones impuestas por el Estado. En caso de suceder esto, la información estaría sirviendo a los intereses del gobierno y los políticos, no a la colectividad a la que deberían servir (Carpizo, 1999).
Televisa y su relación con el poder
En México, los medios de comunicación televisivos están encabezados por Televisa y TVC Azteca, dos empresas que, al transmitir en televisión abierta, llegan a una gran mayoría de hogares dentro del país (Trejo Delarbre, 2014). Si bien la televisión no es el único medio de comunicación, es el más poderoso de todos, mucho antes de la radio, los periódicos y las revistas de corte político (aunque está en fuerte competencia con el internet). Esto ha hecho que, dada su popularidad, el gobierno dependa de este medio para establecer su poder.
Cuando Carpizo (1999) habla de los medios de comunicación explica que “contribuyen en gran parte a fijar las maneras de pensamiento de la sociedad; a establecer la agenda de los asuntos políticos, sociales y económicos que se discuten; a crear o destruir la reputación de una organización, persona o grupo de personas” (Carpizo, 1999, pág. 744).
En ese sentido, si pensamos en una campaña política, la aparición de un candidato en televisión incrementa sus posibilidades de ganar. La difusión de su mensaje político en televisión también es importante, ya que esta cobertura le dará cierta preeminencia nacional y hasta internacional; como ejemplo, pensemos en los debates presidenciales realizados en México, de los que se ha dado mucho qué hablar, e incluso, mucho más recientemente, los debates de Hillary Clinton y Donald Trump.
Este tipo de hechos evidencian la asociación de los gobiernos con los medios de comunicación, cosa que hace dudar que los medios de comunicación están respondiendo a su objetivo de informar a la población, pues más bien están aliados con los intereses de particulares, incluyendo por supuesto a los partidos políticos.
En palabras de Raúl Trejo (2014):
Televisa sacó provecho durante largo tiempo de un eficaz círculo vicioso que articuló su poder de propagación con las necesidades comunicativas del Estado. El gobierno le permitió ejercer, y luego compartir, el monopolio de la televisión mexicana. Y cuando requería espacios en televisión, ese gobierno, junto con los partidos políticos, aceptaba exigencias de la empresa que se traducían en concesiones de más canales, autorizaciones para nuevos negocios, incluso reformas legales a la medida de los requerimientos del consorcio (Trejo Delarbre, 2014, pág. 149 y 150).
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