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El parentesco y la política


Enviado por   •  21 de Febrero de 2019  •  Ensayo  •  1.845 Palabras (8 Páginas)  •  142 Visitas

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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Sociales

Organización Social y Parentesco

Giovanna Micarelli

Isabela Bocanegra Durán

El parentesco y la política

El siguiente escrito tendrá como objetivo el de dar cuenta acerca de la importancia del estudio del parentesco al sol de hoy, teniendo en cuenta los intereses políticos y las pasiones que se movilizan en su construcción y concepción. Para Colombia, resulta supremamente importante comprender la naturaleza de esos intereses, porque se aproximan las elecciones presidenciales de 2018, en el que se juega el todo por el todo, en temas como la paz y la renovación de las élites políticas. En medio de la cochambre política, surge el parentesco, que ha configurado en el país una visión particular sobre la familia, y el interés por defenderla.

En el marco del plebiscito de 2016, que buscaba la aprobación de la sociedad colombiana al Proceso de Paz con las FARC-EP, surgieron mitos y mentiras alrededor de lo pactado. Nació un concepto único de este país, que explica el terror hacia posiciones políticas alternativas, contenida dentro del Castro-chavismo, una “tipología” de gobierno que nos dejaría en las condiciones precarias de Venezuela y Cuba (a ojos de la derecha colombiana), considerando que negociar con el grupo beligerante es cederle el puesto a la izquierda. De la mano del Castro-chavismo, vino también una enorme preocupación por la homosexualidad y la configuración de la familia. Esta preocupación estaba sobre la mesa, porque el Acuerdo indicaba que habría un “enfoque de género” para la atención a las víctimas del conflicto armado en el país. Estas tres palabras crearon una polémica enorme, ya que se interpretaron de forma que causaran indignación, y que se propagara la “ideología de género”[1] a través de unas cartillas educativas.

La información, contenida en ellas, se tergiversó, de manera en que se hizo entender que el país se homosexualizaría. La intención era completamente diferente, ya que trataban de prevenir la discriminación contra los niños LGBTI, que, para sectores conservadores, se consideran antinaturales.

Comprender este tema es fundamental, ya que se trata de la configuración de la familia en Colombia. Virginia Gutiérrez de Pineda, una reconocida antropóloga colombiana, hace un extenso barrido por la formación de la familia en el país, mostrando tipologías variadas, en medio de una sociedad profundamente católica y conservadora. Mediante diversas formas de mestizaje, la tenencia de la tierra, la religión y demás, las familias se han configurado de diversas maneras, desmitificando la familia nuclear como único modelo. Según el texto: “la religión se convirtió y continúa siendo en este complejo el control y ordenación de los incentivos sexuales, reglamentándolos a través del matrimonio católico.” (Gutiérrez, 46, 1975).

En este sentido, se entiende que regular la reproducción, la familia y su crianza, es un tema político, porque se trata de un mecanismo de biopoder, que busca disciplinar al cuerpo y controlar la población (Navarro, 2016). Las luchas políticas, más allá de la ideología y la moral detrás de ellas, esencialmente buscan tener control sobre los aspectos de la vida social, con el fin de satisfacer ciertos intereses. De esta manera, se entiende que se movilizan intereses a través de temas sensibles, como lo es la familia, donde los sujetos se producen y se reproducen las costumbres culturales. A través del parentesco, se transmiten y se construyen las realidades sociales, y constituyen estructuras de poder, en los que se establecen jerarquías a través de categorías como el género, la edad, etc.

En la campaña del Plebiscito, se jugó el todo por el todo. Según el exgerente de la campaña del Centro Democrático[2]: “apelamos a la indignación, queríamos que la gente saliera a votar berraca (de mal genio)”. En un artículo de la revista Semana, se entrevistó a la Procuradora Delegada para la Defensa de los Derechos de la Infancia, Myriam Hoyos, quien indica: “la expresión enfoque de género en el acuerdo de paz tiene dos pretensiones: por un lado, reivindicar los derechos de las mujeres y por el otro, promover el reconocimiento de la población LGTBI como artífice y beneficiaria de políticas públicas. Esto último implicará modificar instituciones tan esenciales para la sociedad como el matrimonio, la familia, la adopción, el estado civil”. Allí, alude a que no se incluye a Dios en los Acuerdos, ni se mencionan las libertades de religión y de conciencia. Las formas de la sexualidad diversa atentan contra lo que es natural, bajo los ojos de la Iglesia y el Creador.

Quiere decir que la configuración de la familia, es decir, el parentesco, se consideró como un punto de duras críticas y de pasiones, que terminaron por hundir el texto acordado en La Habana, ya que ganó el NO. Por una defensa de la moral, la tradición católica y la familia (como es concebida por la Iglesia), la mayor intención de paz, que ha tenido Colombia, se hundió. Esencialmente, el terror subyace en alterar el statu quo, fuertemente arraigado desde la época colonial, con los procesos de aculturación que describe Gutiérrez de Pineda.

Según Peter Wade, el nacionalismo homogeniza a una sociedad, en una multiplicidad de términos, como lo son la raza, la religión, las costumbres e ideales, precisamente para conformar ese ente llamado “nación”. En 1902, el país se consagró al Sagrado Corazón de Jesús, reforzando su profunda tradición católica, además impulsada desde la Constitución de 1886. Un tiempo después, la Corte Constitucional declaró que el Estado y el Gobierno no pueden comprometerse en asuntos religiosos, lo que implica que se eliminara en el preámbulo de nuestra carta política la frase: “en el nombre de Dios…”, cumpliendo con la libertad de cultos. Es decir, el país se homogenizó en un sentido religioso, creando una mentalidad y una visión del mundo en la que no cabe nada de lo que no se crea allí. [a]Dentro de esas categorías propias, está la familia, viéndose como un ente monolítico, imperturbable e intransigente. Se considera que las relaciones homosexuales y las sexualidades diversas contaminan aquello a lo que aspira a ser la nación, una construcción blanca, católica y tradicional, en medio de la modernidad. Con orgullo, se decía antes que este país era de católicos, y que se consagraban al Sagrado Corazón. Por tanto, hay una lucha de intereses, entre lo que consigna la libertad de cultos y de creencias en la constitución vigente, con los valores tradicionales y las fuerzas religiosas.

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