El problema de embarazo adolescente
Enviado por johemily • 8 de Abril de 2014 • Trabajo • 2.477 Palabras (10 Páginas) • 336 Visitas
EMBARAZO ADOLESCENTE
Embarazo adolescente o embarazo en la adolescencia es aquel que se produce en una mujer adolescente entre el comienzo de la edad fértil y el final de la etapa adolescente. La OMS establece la adolescencia entre los 11 y 19 años de edad.
Una diversidad de estudios realizados en países de la región demuestran que la causa de los embarazos en adolescentes radica no solamente en su falta de conocimiento e información respecto a la anticoncepción, ni en la inaccesibilidad de los servicios y métodos, sino, y muy sustancialmente, en los patrones socioculturales que refuerzan las condiciones de subordinación de la mujer dentro de la sociedad y en la frecuente falta de competencias para establecer un plan de vida por parte de los y las adolescentes.
En muchos casos, las jóvenes se embarazan porque no existen otras alternativas (estudio o trabajo) para adquirir status dentro de su grupo. Como ya hemos mencionado, cuando la cultura y los medios exaltan la maternidad como única fuente de realización femenina y ésta se encuentra tan cercanamente vinculada con la identidad femenina, quedan pocos caminos que no conduzcan a la búsqueda, muchas veces inconsciente, de un embarazo, a pesar de las consecuencias que afectarán y marcarán toda la vida de la adolescente.
Muchas jóvenes no intentan o no desean embarazarse, aunque en menor grado, también se ven afectados. En pocas palabras, el embarazo adolescente compromete el potencial de un pleno desarrollo humano de un gran sector de la población.
Una madre adolescente corre serios riesgos de salud cuando va a dar a luz, pues muchos casos de embarazos en la adolescencia se mantienen en secreto y las mamás no cumplen con el debido control durante el embarazo, ni reciben atención médica oportuna.
También puede suceder que una adolescente embarazada decida abortar o la convenzan de hacerlo.
Aunque en Venezuela esto se considera un delito, salvo en circunstancias especiales, su práctica suele realizarse de manera clandestina. Esto implica que, en muchas ocasiones, dicha operación se realiza sin cumplirse los requisitos básicos de higiene y por personas que no tienen conocimientos profesionales sobre medicina, lo cual aumenta el riesgo para la mamá de sufrir graves complicaciones, esterilidad, hemorragias e infecciones, que pueden provocar la muerte.
Sin embargo, aunque el embarazo compromete físicamente sólo a la madre, no es un problema sólo de ella; también lo es del padre, por lo cual las causas y consecuencias de los embarazos en adolescentes involucran y afectan a ambos.
LA RESPONSABILIDAD DE SER PADRE O MADRE
Nuestra personalidad y madurez en la vida adulta no son producto de la casualidad, sino de haber pasado, de manera más o menos exitosa y sana, una serie de etapas que nos han ido formando.
Podríamos pensar en múltiples facetas para medir el éxito, pero cada persona elegirá en función de lo que más valore. Para muchos, lo importante será haber llegado a adultos con un buen carácter; para otros, estar a gusto con la profesión que han elegido o tener una economía desahogada; para la mayoría, tener una familia y unas relaciones afectivas satisfactorias; para nuestros lectores, seguro que tener unos hijos maravillosos.
Pero hay una faceta que nos parece especialmente importante: la responsabilidad con que desempeñamos las distintas tareas que nos surgen en la vida, entre ellas la de ser padres. Y la responsabilidad consiste, básicamente, en tomar decisiones y aceptar sus consecuencias.
Pues bien, hay dos áreas concretas en donde la responsabilidad recae, fundamentalmente, en los padres: la educación y el cuidado diario de los hijos.
Los profesores colaboran de forma importantísima en la educación de los hijos, y son un apoyo a los padres, pero, excepto en familias con graves problemas, son estos los responsables de la educación de sus hijos. Pensar “que me lo eduquen en el colegio”, ni es toda la verdad, ni es lo más deseable. Desde la escuela se trasmiten conocimientos, que son una parte importante de la educación, y, también, se trasmiten valores y normas. Pero consolidar esos valores que queremos que muevan a nuestros hijos en la vida, es nuestra responsabilidad.
Lo mismo ocurre con la salud, y los pediatras lo percibimos con frecuencia en la consulta; algunos padres y madres parece que necesitan que veamos casi a diario a sus hijos, que repitamos la misma indicación ante problemas leves, porque tienen una gran inseguridad en los cuidados diarios. Este hecho, que parece intrascendente, puede significar que algún miedo les paraliza, que carecen de recursos propios o bien que en su vida hay demasiados conflictos para sentirse capaces de tomar decisiones. Y estas familias pueden saturar las consultas y hacer que demoremos la atención a otros niños que realmente la necesitan. La seguridad absoluta sobre la buena evolución de un catarro, una diarrea o unas anginas, nunca la tenemos, ni siquiera los médicos, pero asumimos la gran probabilidad de que vaya bien y así lo trasmitimos a los padres. Esta es nuestra responsabilidad. Pero lo más importante es que, cuando un padre o una madre atienden y consuelan a su hijo en casa con cualquier tipo de problema leve, le transmiten seguridad, le acompañan en su malestar y se lo hacen más soportable, están colaborando a su propia madurez y a la del hijo.
Asumir en esa tarea la responsabilidad que les corresponde, enseña indirectamente al niño o la niña a tener paciencia y a tolerar las incomodidades y pequeños sufrimientos que, inevitablemente, todos tenemos que pasar en la vida. Sin embargo, los padres angustiados por esa remota posibilidad de que un problema menor de salud evolucione mal, que acuden constantemente a consulta, aunque el niño esté contento, porque persisten las molestias, la fiebre o la diarrea, pueden trasmitir al niño una tremenda inseguridad e intolerancia frente a molestias leves, a la vez que ellos mismos perpetúan esa falta de confianza en sí mismos. Estamos seguros de que cualquier padre o madre suficientemente sensato es capaz de valorar la gravedad de un niño aunque no disponga de demasiados conocimientos, sólo que, en ocasiones, existen obstáculos que les impiden tomar decisiones, impulsándoles a buscar fuera las soluciones sin valorar su propia capacidad.
Ser padres es un ejercicio permanente de toma de pequeñas y grandes decisiones, desde la decisión misma de tener un hijo, hasta quién le cuidará cuando finalice la baja maternal, establecer normas educativas, etc. Las personas que sólo funcionan en base a normas dictadas por otros, sin tomar iniciativas, aquellas que necesitan que alguien les diga lo que hay que hacer en todo momento, son menos maduras y trasmitirán esto a sus hijos. Pero también pueden mejorar
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