El siglo XXI

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Hoy en día vivimos en un mundo caracterizado por el avance y la expansión de la digitalización, la cual ha traído consigo la llamada era de la información, donde el Internet es la principal red que provee dicha información. De acuerdo con Orihuela (2015) el valor de toda red radica en sus conexiones. Todo lo demás es vacío. Proponer nuevas conexiones es agregar valor a la red. Conectar es aportar valor. Cada persona y cada máquina que se conecta a la red incrementa su poder. ¿Qué clase de poder? Poder hacer, poder saber. ^[1] Entonces quienes tienen acceso a ella tendrán mayores oportunidades.

Esta información es a nivel global por lo que Laza y Penno (2009) lo definen como un escenario en el que existe una interdependencia planetaria debido a la apertura de fronteras económicas, la vigencia de teorías librecambistas y las nuevas tecnologías de la información. ^[2]  Esto implica encontrar un enfoque que realmente entienda los niveles que abarca la globalización, para poder resolver o enfrentar las problemáticas de cualquier sociedad pero contextualizando, es decir, hay que entender el mundo de información que tenemos al alcance e identificar como me afecta, ya sea positiva o negativamente, y al entorno en el que me desenvuelvo.

Nos encontramos en un siglo revolucionado, con cambios acelerados que se institucionalizan mediante flujos que no se detienen, se diversifican e interconectan. El flujo por definición es continuo, a tal grado que, si alguien se detiene, si no le sigue el ritmo, adquiere la percepción de quedarse en los márgenes o de ser excluido. No solo se cayó el muro que dividía el capitalismo del socialismo, sino muchos otros muros se fueron derrumbando. También se cayó el empleo vinculado a la escolaridad y la experiencia, por ocupaciones de ganancia inmediata y algunas que generan placer efímero. ^[3] (Narro, Pérez y Moctesuma, 2012).  El claro ejemplo de este tipo de ocupaciones, está en YouTube, una de las redes sociales más grandes a nivel mundial, donde en un principio algunos jóvenes con intereses de entretener, pasar el rato, etc. publicaban videos y jugaban a que estaban en televisión, algo que hasta hace algunos años era inalcanzable.

 La generación actual se siente más identificada con estos llamados ahora llamados Youtubers, son como celebridades y comparten su vida con sus fans, lo que los hace ver alcanzables, algo que las celebridades de la televisión no tenían; esto sumado a la flexibilidad que ofrece de accesar al contenido cuándo quieran, las veces que quieran y con total libertad de elección, ha dejado a la televisión del lado. El gran impacto y alcance que esto ha tenido ha obligado a las grandes marcas a acercarse a Youtubers y pagarles grandes cantidades según los seguidores y las reproducciones que tienen en sus videos, sin importar el contenido, esto lo hace un buen negocio. Pero bueno analizando un poco el tipo de jóvenes que están triunfando en este “negocio”, la gran mayoría dejaron sus estudios para dedicarse a YouTube, esto genera gran confusión en los adolescentes que los siguen ya que, aunque no sea directamente sugerido, indirectamente les llega la idea de que no se necesitan estudios para triunfar; pero toda esta era de la información y cambios continuos también genera mucha incertidumbre, todo de devalúa de forma acelerada, se hace obsoleto, pasa de moda, evoluciona, crece, etc. Lo que hoy en día es valioso puede que mañana no lo sea, excepto el conocimiento, ese no se devalúa.

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