El silencio de miles de gritos
Enviado por Atoloncio • 16 de Septiembre de 2017 • Ensayo • 1.793 Palabras (8 Páginas) • 237 Visitas
EL SILENCIO DE MILES DE GRITOS
Atoloncio
Qué es esta obscuridad que me envuelve, qué es este profundo silencio que confunde a mis oídos, qué es esta inmensa paz que adormece mis sentidos. Frío, calor, no lo siento, no percibo olor alguno y parece que mi cuerpo estuviera suspendido en un líquido inerte.
En dónde estaré, que profundo es este sueño que parece maravilloso. Todo es paz, tranquilidad, placidez. No siento sed, hambre, dolor, ni angustia, ni desesperanza. Es lo más parecido a estar en el lecho materno, depender total y absolutamente del cuerpo de tu creador, en esa etapa maravillosa que todo está dado, que todo está satisfecho, que eres un solo ser en dualidad, origen y principio, génesis de la vida.
Este sueño maravilloso, ¿será sólo pasajero?, ¿es un momento latente pero efímero en mi vida?, si fuera así no quiero que se detenga, no quiero que termine, pues estoy inmerso en una calma absoluta. Estoy como nunca en harmonía, cuerpo, sentido, apariencia y ambiente, no me falta nada, estoy completo inmensamente dichoso.
Contraigo mis pulmones para exhalar un suspiro de placer, pero algo pasa, no escucho sonido alguno, es más, no siento que arroje aire alguno. Trato de cerciorarme, lo hago nuevamente y sucede lo mismo, no hay aire ni sonido. Pruebo con respirar, no siento el flujo ni el hinchar de mis pulmones. Intento hablar y no me escucho, el silencio sigue absoluto, y éste, nuevamente me atrapa, que placidez, que magnífica sensación de concordancia con el universo.
Cuánto tiempo llevaré en este lugar, imposible saberlo, el tiempo se ha perdido, no tengo ninguna referencia de él, no hay nada que me indique su paso, sólo hay paz, tranquilidad, obscuridad, silencio, no existe algo sensible que me permita conocer, cuándo o dónde estoy. Incluso me pregunto ¿estoy en un lugar físico?
Noto que por momentos entro en un profundo sueño, clímax de tranquilidad, y regreso al intentar razonar, de pensar en mi existencia, son momentos que parecen eternos, pero no tengo idea de que tan largos son. Nuevamente este remanso de paz me atrae y me envuelve en su negrura, solo paz y silencio.
Despierto de nuevo pensando en mi cuerpo, en esa esencia física que ocupa un volumen en el espacio y noto que lo que era mi cuerpo ya no es el mismo, he tratado de mover mis dedos, mis manos, mis pies, mis brazos y me ha sido imposible, incluso no puedo verlos, parece que los siento pero no están, son como una burda simulación que mi mente obliga. No dudo de mi existencia, porque siguiendo la máxima filosófica cartesiana: si pienso luego existo, me obligo a sus consecuencias. Pero mi existencia es diferente, es como algo inmaterial, incorpórea, pero no deshumanizada.
Es fácil ser atrapado en este silencio, y de pronto pasa ese tiempo indefinido, que no sé si es un segundo o quizá semanas o meses, pero mi mente intenta cada vez menos insertarme en la realidad, busqué nuevamente concentrarme en mirar, oler, sentir y he notado que con mis ojos, oídos, nariz y boca es lo mismo, no tengo piel, no hay forma de apreciar sentido alguno, por esos esa sensación de estar en un líquido espeso. ¿Vivo?, es difícil decir que esté vivo, posiblemente esto sea la muerte y esté cerca de Dios, de su luz de su infinita presencia. Es tal esta paz que no puede ser de otra manera.
Por primera vez, no sé en cuanto tiempo, me pareció percibir un leve sonido, no podría decir que es un ruido captado por mis oídos pues no los tengo, es más bien como el recuerdo de un sonido, algo que me llega a la mente sin que yo lo esté provocando. Parecen grillos, miles de ellos que cantan rítmicamente en la oscuridad de la noche. Pero apenas son perceptibles. Intento concentrarme, pero han desparecido.
Otra vez fui envuelto en esta profunda negrura, hasta que, por un instante, como un fogonazo retumbó en mi mente. Es algo así como una evocación, como un recuerdo, y a partir de ese momento caí en cuenta que no tengo recuerdos, ¿quién soy?. Intento traer a mi memoria algo, pero la paz es más fuerte y entro nuevamente extasiado en el silencio.
Nuevamente esos sonidos rítmicos de grillos me sacaron de mi marasmo, rompiendo la inercia de mi inmovilidad. Son sonidos, que parecen lejanos, y que al ser tan rítmicos uno se acostumbra a ellos, al principio creía que había dejado de percibirlos, pero no, siempre están ahí, testigos de algo más. Entonces, no estoy sólo, o quizá si lo esté y es mi mente que reproduce ese compás, esa consonancia tan rítmica, que se hace imperceptible y por lo mismo omnipresente.
Nuevamente despierto, porque me pareció que mi mente ha reproducido, o escuchado un nuevo sonido, como una voz, diferente al canto de los grillos, algo así como unas palabras que exclamaban ¡Oye! ¡Oye!, amplío mi concentración y los grillos han aumentado su tono, los percibo mejor, ¿me estaré acercando a Dios y a su infinitud? y me adentro nuevamente en la profundidad.
Me ha despertado ese cantar, y parecen voces, murmullos que tratan de decir algo, no son grillos, parecen susurros, pero todos a una sola voz repiten algo, no puedo describirlo, no sé si cantan o rezan, pero por momentos los noto angustiosos.
¡Escúchame, inténtalo por favor! Me despierto y esa frase, que me pareció haber oído desde dentro de mi mente, se me quedó como un eco grabado en la profundidad de mi ser. Trato de hablar, pero no puedo, estoy seguro que hay alguien más conmigo. Trato de concentrarme, pero como hacerlo si la oscuridad me llama, me agobia.
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