El sol de Benny
Enviado por 256439 • 23 de Octubre de 2021 • Ensayo • 4.131 Palabras (17 Páginas) • 94 Visitas
‘El sol de Beny’,
o los puntos ciegos de la investigación sobre la relación lenguaje y cultura:
apuntes a lectura de “Lenguaje y Cultura” de Casado Velarde[1]
Autor: Enrique Aguirre[2]
Resumen
El texto de Casado Velarde “Lenguaje y Cultura” (1991), analiza la interrelación de Lenguaje y Cultura en las diferentes corrientes, que se han ocupado del estudio de la lingüística moderna. Su lectura me evocó a Don Beny, un pescador de las ciénagas de Ayapel que me confrontó con una simple pregunta mientras filmábamos un atardecer para un documental ecológico. Tiempo después, este hombre sencillo y ejemplar me ayuda a comprender la dicotomía y puntos ciegos (Bedoya, 2016) del enfoque dualista y racionalista del pensamiento dominante en occidente, que de alguna manera podría mostrar sus vacíos, para la observación y comprensión de otras formas posibles de ver y comprender el mundo por medio del lenguaje.
Palabras claves: Lenguaje, cultura, lingüística, comunicación, pensamiento occidental
'The sun of Beny', or the blind spots of research on the relationship between language and culture: notes to reading "Language and Culture" by Casado Velarde
Abstract
The text of Casado Velarde "Language and Culture" (1991), analyzes the interrelation of Language and Culture in the different currents, which have dealt with the study of modern linguistics. His reading reminded me of Don Beny, a fisherman from the marshes of Ayapel who confronted me with a simple question while filming a sunset for an ecological documentary. Sometime later, this simple and exemplary man helps me to understand the dichotomy and blind spots (Bedoya, 2016) of the dualist and rationalist approach of the dominant thought in the West, which could somehow show its emptiness, for the observation and understanding of other forms possible to see and understand the world through language.
Key words: language, culture, linguistic, communication, western thoughts
I ‘El sol de Beny’
A toda lectura subyace otra posible… y otra, y otra. Es un encuentro, una síntesis siempre. Alguna vez leí en el prefacio de una antología poética de Fernando Pessoa, que la realidad está compuesta por la interacción de dos paisajes: uno interior, otro exterior; y, que un paisaje exterior soleado, no puede ser tan alegre si en el paisaje interior está lloviendo, ni puede ser tan triste el paisaje exterior con lluvia si en el paisaje interior brilla el sol. Pessoa pareciera confirmarnos en esta metáfora la dualidad intrínseca del ser humano. Nuestros sentidos median la relación con el mundo natural que nos circunda, donde coexistimos con infinitas formas de vida, muchas de ellas amenazantes en la lucha de nuestra supervivencia. Hablamos de dualidad en el sentido dialéctico vital de nuestra experiencia humana, que se multiplica y combina de infinitas maneras en nuestro devenir: adentro y afuera, luz – sombra, interior – exterior, arriba – abajo, cielo – tierra, frío – caliente, masculino – femenino, etcétera. La historia del pensamiento en occidente parece reafirmar esa dicotomía: se disemina a través de la ciencia, la religión y la filosofía, para prefigurar un modelo mental generalizado desde donde pensarnos, comprendernos y transformarnos, en permanente oposición. Occidente pareciera que aprendió a descomponer, analizar, clasificar, estudiar el mundo partiendo de la dualidad como premisa del fenómeno social y humano en la conjetura académica del investigador social.
Lo de fondo subyace a lo dicho, el significado oculto es el coco por roer. Y la mirada humana nunca es omnisciente, es limitada; siempre está sujeta a algún lugar. De qué lado estoy en la discusión o desde qué orilla miro el cauce del río: la dualidad reclama la definición de un punto de vista, una referencia “desde donde mirar”, un enfoque del fenómeno social o natural observado; mirar es ver con una perspectiva concreta, particular y enmarcada en el tiempo de la experiencia humana. La “mirada” es histórica. Y así como el Renacimiento estableció la perspectiva de la visión humana en el punto de fuga, que me indica que ‘más allá hay algo que no puedo ver desde aquí’, así es limitado el conocimiento del mundo determinado por el punto de vista o perspectiva en que nos ubicamos frente a nuestro objeto de estudio. Como los puntos ciegos de Niklas Luhmann al referirse a las limitaciones de quien observa un fenómeno objeto de estudio: “no puede dar cuenta omniabarcante de lo observado; por el contrario, parte de un punto ciego gracias al cual puede ver unas cosas, pero no otras” (Luhmann citado en Bedoya, 2016, p.148). La experiencia humana es un proceso de conocimiento permanente, pero me pregunto cómo desde el lenguaje eso se relaciona con nuestra experiencia de vida. ¿Qué sentido tiene el conocimiento en la vida de las personas? Todos vivimos el conocimiento del mundo, pero lo aprehendemos de forma diferente, según nuestra experiencia y nuestro contexto cultural, y lo expresamos por medio de la lengua. El resultado es distinto porque la manera y finalidad cambian. Como reza la leyenda de una fotografía tomada por un indígena andino en la que vemos dos pies, uno de ellos calza alpargata de la que asoma un pie embadurnado de tierra, y el otro calza una bota militar: “pisamos -dice- la misma tierra, pero nuestro caminar es distinto”. La fotografía es sugestiva acerca de la diferencia y de la relaciones de poder en la sociedad. La tensión de la fotografía está en la coincidencia de dos mundos en aparente igualdad de condiciones, cuando sabemos o presuponemos con poco margen de error, que en el mundo latinoamericano en que se tomó el acontecimiento fotográfico, las botas imponen las condiciones de vida a la alpargata.
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