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El trabajo. La clase obrera argentina.


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2016  •  Trabajo  •  3.159 Palabras (13 Páginas)  •  353 Visitas

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Trabajo Práctico de Geografía.

        Escuela Superior De Comercio Carlos Pellegrini.

Alumnos:  Milena Ayelen Acuña, Pablo Segre y Cristian Mazzoni.

Profesora:  Marcela Spighich.

Materia:   Problemáticas Contemporáneas, parte historia.

División y Turno: 4º 4ta de la mañana.

El trabajo.

La clase obrera argentina.

¿Mundo del trabajo o clase obrera? ¿Qué es el trabajo? El trabajo ha sido definido clásicamente como “un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en el que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza”.

Más aún, como el uso convencional que se hace de ese nombre se asienta en una concepción que coloca al “trabajo” como uno de los factores de la producción a la par del “capital”, considerados ambos de manera abstracta, sin tomar en consideración la producción y reproducción de las relaciones de explotación y dominación establecidas entre capitalistas y trabajadores ni su historia, es preferible dejar de lado esa denominación. En síntesis, este artículo va a ocuparse de la clase obrera argentina, tanto en su condición de clase para el capital como en su proceso de constitución como clase en sentido pleno, mediante la lucha.

En Argentina se entrelazan tres estructuras económicas de la sociedad: capitalismo de estado, capitalismo de economía privada y pequeña producción mercantil, de las cuales obviamente las más fuertes son las dos primeras; el discurso oficial, tanto del gobierno instaurado en 1976 como en los ’90 planteó como meta reducir el papel del Estado, pero como ese papel es ineludible en esta fase de desarrollo capitalista (baste recordar que la privatización de empresas públicas, con la consiguiente redistribución de territorios económicos, el congelamiento de salarios, la fijación de tasas, etc. fueron hechas de acuerdo a planes desde el gobierno del estado) nunca dejó de ser predominante el capitalismo monopolista de estado8. El resultado de esas políticas fue una nueva articulación entre capitalismo de estado y capitalismo de economía privada.

Ofensiva del capital

Las  fuerzas sociales expresaban los intereses contrapuestos de las clases sociales fundamentales en Argentina de ese período y, ante el agotamiento del desarrollo capitalista en extensión, luchaban por imponer al conjunto de la sociedad formas distintas de organización social.

La burguesía, personificación del capital más concentrado, entrelazada con el capital concentrado a nivel internacional, dirigía a una parte de la pequeña burguesía y de la burguesía agraria; su esquema, (economía de mercado, la apertura al mercado mundial y el libre juego dela competencia que refuerza el poder monopólico del capital más concentrado) expresaban y defendían el desarrollo  del capitalismo en las nuevas condiciones  mundiales al insertarse en la ofensiva capitalista.

La situación objetiva de la clase obrera

¿Qué ocurrió con la clase obrera en las nuevas condiciones del capitalismo argentino?

Comencemos por analizar sus condiciones objetivas. La respuesta puede resumirse en “máxima jornada de trabajo con mínimo salario” para la parte de esa clase que consigue vender su fuerza de trabajo, mientras creció la parte que, imposibilitada de obtener esos medios de vida, se hundió en el pauperismo y la miseria consolidada.

No fue ésta la caracterización de la situación que predominó desde los años ’80 entre la casi totalidad de los académicos y la mayoría del mundo político. La ya referida ofensiva capitalista desarrollada desde la década de 1970 se desplegó en el campo intelectual utilizando un discurso, dirigido a debilitar y aislar las luchas de los trabajadores, que anunciaba la “desaparición de la clase obrera”, o al menos la pérdida de su centralidad. En Argentina, donde la ofensiva encabezada por la oligarquía financiera había transformado algunos rasgos de la fisonomía del capitalismo, aunque obviamente no su naturaleza, ese discurso tuvo una fuerte acogida, incluso entre quienes se reivindicaban parte del campo popular. Estas afirmaciones buscaron sustentarse en la disminución del porcentaje de asalariados dentro de la Población Económicamente activa. Claro que este discurso requería asimilar la categoría censal “Asalariado” a “Clase Obrera” aunque en otra de sus versiones  era posible porque se circunscribía la “clase obrera” a trabajadores asalariados manuales de la rama de la industria manufacturera.

La realidad era otra, una lectura rigurosa de la información censal correspondiente a 1960 y 1980 señalaba un crecimiento del proletariado en términos no sólo absolutos sino relativos, aún sin poder incluir en ese grupo social a todos los proletarios que aparecían encubiertos como Trabajadores Por Cuenta Propia.

En 1980, la fracción de la clase obrera que constituía el proletariado industrial era aproximadamente el 21,4% del proletariado. Para poder observar el a los asalariados siendo, no todos ellos, de las ramas industriales, aún así en la  movimiento desde 1960 debemos hacer una aproximación menos precisa y considerar una cuarta parte de su número, número que probablemente recuperaron a partir de década de 1990 crecieron levemente en términos absolutos y desde los ’90 perdieron 2003, con la reactivación económica.

Esto nos permite observar que la caída en términos relativos del proletariado industrial no sólo está mostrando una disminución en su número sino, más aún, el crecimiento de otras capas y fracciones de la clase obrera, y sobre todo de la parte de ella que transformación que ha sufrido la clase obrera argentina en las tres últimas décadas: el constituye una población sobrante para las necesidades del capital. Ésta es el principal gobierno militar. Fue en 1988 cuando el índice de desocupación abierta rompió su tope inmediato del capital.

Desde la década de 1960 y hasta casi fines de la de 1980 la tasa de desocupación máxima rondó el 6% de la PEA; hubo algún momento excepcional en que llegó al 7%, pero, en general, fue inferior al 6%; la tasa mínima fue de alrededor de 3 ó 4%, con algún momento excepcional al final de la década, explicable por la política de contrainsurgencia del cambio en las proporciones entre las dos partes que la componen, la parte activa y la cambio en las proporciones entre las dos partes que la componen y que, bajo diferentes modalidades, resulta sobrante para las necesidades inmediatas del capital.

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