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En El Mismo Barco


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2014  •  2.130 Palabras (9 Páginas)  •  610 Visitas

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En el mismo barco.

Esta obra fue escrita por Peter Sloterdijk (Karlsruhe, 26 de junio de 1947) Filósofo y catedrático alemán de la Escuela de Diseño de Karlsruhe.

Formado en la órbita de los seguidores de la Escuela de Frankfurt, pronto se dio cuenta de que las obras de Adorno y otros no salían de lo que denominó "ciencia melancólica". Su viaje a la India para estudiar con un famoso gurú, Rajneesh (luego llamado Osho), cambió su actitud ante la filosofía. Si Crítica de la razón cínica, de 1983, estaba aún en ese estilo de crítica de la razón instrumental analizada por sus maestros, las obras que siguieron están imbuidas ya del nuevo espíritu transgresor. No obstante, hay que señalar en Sloterdijk dos tendencias: la ya mencionada rupturista con el pensamiento académico, y otra que se inserta en su labor como profesor universitario, y que lo lleva a cierto didactismo, por no decir enciclopedismo. Mantuvo un célebre debate con Jürgen Habermas sobre el concepto y contenido del Humanismo con motivo de las ideas expuestas en su obra Normas para el parque humano. Esta polémica supuso su entrada en el universo mediático, con consecuencias que no había previsto. Sus finos análisis de Nietzsche y del legado de Heidegger se alternaron con otros libros más personales, en donde desarrolla una fenomenología del espacio que ha denominado esferología: su trabajo más ambicioso hasta la fecha es Esferas, una trilogía compuesta por Burbujas, Globos y Espumas.

Los intereses de Sloterdijk son tan amplios y variados, que superan a muchos de los de sus colegas: la música, el psicoanálisis, la poesía (sobre todo la francesa), la obra de ciertos autores olvidados como Gabriel Tarde, Gaston Bachelard o poco conocidos como Thomas Macho; el arte contemporáneo, la antropología, y un largo etcétera. También se ha preocupado por asuntos políticos, que ha desarrollado tanto en obras de hace tiempo (En el mismo barco) como más recientes (Si Europa despierta), en donde se muestra partidario de una Europa sólida y no sometida a las derivas de las potencias exteriores. Frente al academicismo de otros pensadores, su apuesta por los medios de comunicación, que estudia hace tiempo y sobre los que escribe también, le ha supuesto numerosas críticas. También se distingue del resto por su escritura muy estilizada, literaria incluso, que debe algunos rasgos al impulso de Ernst Bloch o a ciertos franceses virtuosos como Gilles Deleuze, pero adoptando su propia terminología y creación de neologismos arriesgados.

A continuación realizare un pequeño resumen con sus debidas citas (las cuales son de la misma obra “En el Mismo Barco”) y espero puedan ser captadas por quien lea este ensayo, para que a su vez recuerde los pasajes de el libro mencionado.

Peter Sloterdijk en su obra En el mismo barco; ensayo sobre la hiperpolítica presenta una teoría de lo que él llama los tres estadios históricos del género humano: paleopolítica, política clásica e hiperpolítica son presentados en un fresco histórico universal de formatos hegelianos, vale decir, como un gran relato que intenta dar cuenta de la unidad del devenir nato-cultural de la especie humana. Sloterdijk muestra grandes períodos de tiempo en narraciones sintéticas para plantear de un modo meridianamente claro el acontecimiento antropológico fundamental, a saber, el de la antropogénesis, que no es otro que el milagro de la creación del hombre por el hombre.

Es esencial para la comprensión de este ensayo que se siga la línea narrativa propuesta por Sloterdijk, que consiste, en principio, en no comenzar el relato histórico presuponiendo al hombre, sino aguardando el momento histórico de su nacimiento en el seno de las primitivas hordas El hombre, tal y como se conoce hoy, es un ser tardío surgido en el estadio histórico de la política clásica en la era de los grandes imperios; por ello: “resulta esencial a la paleopolítica que no presuponga al hombre, sino que lo genere”. Pues el propósito de Sloterdijk es poner de manifiesto ante la conciencia contemporánea la cadena de innumerables generaciones que han elaborado el “potencial” genético y cultural de aquello que actualmente se denomina hombre.

La filosofía de Sloterdijk (una mixtura entre antropología, ontología, estética y politología) intenta dar cuenta del hombre como fracaso biológico a través del relato evolutivo del hombre como deriva biotécnica y biotecnológica. A partir de este gran relato (las tres figuras del animal político) se puede extraer, a grandes rasgos, el devenir histórico de las organizaciones políticas y sus particulares productos humanos. El planteamiento de Sloterdijk presenta la historia natural de la especie y la historia social de la domesticación humana, alineadas en un mismo relato coherente. Esto hace pensar que, para Sloterdijk, el último de los dualismos, la distinción entre naturaleza y cultura ha de ser eliminado. El hombre como animalitas fracasada es, fundamentalmente, lo indeterminado que transforma el medio en su mundo, y desde el cual adquiere una determinación relativa. En este sentido, lo que hay de natural en el hombre no pasa de ser una inadaptación y una vulnerabilidad, pero que paradojalmente si se quiere, le proporciona un momento de primigenia apertura por la que se desencadena la revolución antropogénica, esto es, su devenir un producto técnico, una unidad de naturaleza y cultura indistinta; unidad en la que se hace patente el predominio del factor histórico-cultural. El individuo (ilusión del occidente contractual burgués) lleva en sí las marcas del trato con lo humano, de la genialidad y creatividad de lo humano, también del fuego, dolor y desesperanza de lo humano. Es él, en todo punto, una borrosidad incapaz de autoconocimiento si no se miente a sí mismo, si no aplica sobre sí toda la fuerza coactiva de una mirada reduccionista. Según Sloterdijk ya en la remota vida de las hordas comienza para los hombres “una historia natural de lo que no es natural”. La horda puede ser entendida como “la revolucionaria incubación de la antinaturalidad dentro de la propia naturaleza”. Según esto, la política de las primitivas hordas consiste en constituirse en “incubadoras de cría donde se prueba suerte con los más sorprendentes experimentos biológicos sobre la forma humana”.

Las hordas proporcionaron, a partir de una relación ritual de cuerpos en movimiento, un lugar no sólo al hombre de la cultura superior en la era de los imperios de mirada panóptica, de dominio ocular (que hoy, al parecer, toca a su fin), sino también un lugar prospectivo a aquella criatura reciente de la era industrial-burguesa

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