Esclavitud disfrazada de libertad

Esclavitud disfrazada de libertad

Vivimos en un mundo donde la libertad es pregonada por los gobiernos y diversas organizaciones no gubernamentales cuya especialidad es la defensa de los derechos humanos. Básicamente, es cierto, “somos libres” ya que no vivimos en un sistema de esclavitud como en el siglo pasado, esto si nos acoplamos a la definición de libertad^[1] que nos da la Real Academia de la Lengua Española.  No obstante, este hecho no implica que seamos verdaderamente libres. Lo que nos hace cuestionar esta situación es el statu quo actual.

La forma en que actualmente se llevan a cabo las cosas es una clara evidencia de que no vivimos en un estado de libertad como nos han hecho creer, basta con solo observar las noticias o publicidades en los medios de comunicación. Se puede afirmar que todas las empresas y gobiernos, de alguna forma, pretenden imponernos sus ideales o formas de pensar a través de los medios. Implícitamente nos obligan a actuar de una manera determinada, de la manera que quieren que actuemos. Es claro que los medios de comunicación son la herramienta más efectiva que el sistema utiliza para esclavizarnos.

Otra herramienta muy común para esclavizarnos es la educación. Esta es aún más efectiva que la anterior, dado que se impone desde temprana edad. El sistema educativo presenta una información sesgada a través de su plan de estudios; es decir, proporciona información de pocas teorías, en lugar de dotarnos de todas las teorías existentes que nos motiven a cuestionar lo adquirido y desarrollar un pensamiento crítico. Tal es el caso de la Historia de Independencia del Ecuador, en donde los libros nos muestran el relato desde la perspectiva de un historiador que avala este acto; sin embargo, muchos otros historiadores que argumentan la inexistencia de este acto independentista son ignorados.

Por otra parte, la economía es otro sector en donde la verdadera libertad es una utopía. Sea cual sea la ideología política de los gobiernos, en el mercado (de cualquier tipo) siempre participarán aquellos que poseen suficiente poder adquisitivo o mejor preparación. Mientras que los emprendedores siempre estarán en la base de este mercado, siendo súbditos de los que están en la cúspide e incluso, haciéndolos crecer. En tanto que el mercado se vuelve más competitivo, las personas tratan de adaptarse lo mejor posible a las reglas del sistema para poder ser partícipe de este.

Es así como nuestra oportunidad de cuestionar y participar libremente se ve afectada por la limitación de recursos y una cultura de imposición. Es cierto que contamos con leyes y derechos que defienden la libertad en diferentes aspectos, pero estas también se encuentran adaptadas (esclavizadas) al sistema vigente. Por lo tanto, esta situación se vuelve cíclica y representa una amenaza para futuras generaciones.

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