Eutanasia: ¿un suicidio asistido?

Eutanasia: ¿un suicidio asistido?

El primer error que cometemos al definir la eutanasia es hacerlo como un suicidio asistido, no hay idea más errónea que esa, para empezar un suicidio asistido se define cómo la medida efectuada por el propio enfermo con la ayuda de alguien más que le proporcione el medio o el conocimiento, nada que ver con la eutanasia, ya que es la acción para poner fin a la vida de manera indolora, la cual es ejecutada por un médico.

Hay dos tipos de eutanasia la pasiva y la activa, la primera es la más aceptada, ya que respeta la decisión del paciente de concluir o rechazar el tratamiento, podría decirse que se practica con la “Ley de Voluntad Anticipada” en nuestro país, la segunda es la que es penada por la mayoría de países y es a causa de las acciones que producen “una muerte que no hubiera ocurrido sin las mismas", definición dada por el filósofo Enrique Sánchez Jiménez, en su libro  "La eutanasia ante la moral y el derecho".

Si bien ambas llegan al mismo fin, son muy diferentes y esa diferencia radica en la duración, no va a sufrir lo mismo un paciente en estado terminal que aplique la eutanasia activa que la pasiva, citando a la filósofa James Rachets, ella afirma que “en algunos casos puede ser más humana la activa que la pasiva” y yo no pudiera estar más de acuerdo con ella, ya que le estas brindando la oportunidad de elegir a esa persona si detener o no el sufrimiento, yo creo fielmente que el método más humano es dejar que las personas elijan cómo morir.

Explicando mis palabras, sin ir más allá creo que así cómo contamos con el libre albedrío para decidir cómo llevar nuestra vida deberíamos tener el derecho de planificar cómo queremos que termine, claro, siempre y cuando las circunstancias lo ameriten, muchos utilizan esto en contra, argumentando que bajo ese pensamiento una persona con depresión o inestable que sea anciano, enfermo o con alguna discapacidad física tendría el derecho de terminar con su vida.

La realidad es que no existe punto de comparación con lo que se está peleando, estamos hablando de personas cuyas opciones se han terminado, están en fase terminal y ya no queda nada más que hacer que esperar a morir mientras el dolor los consume, no de aquellas que aún con sus complicaciones tienen una esperanza de vida.

Tomando como referencia al Papa Francisco que dice: “La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta que hemos de dar es no abandonar nunca a quien sufre, no rendirnos, sino cuidar y amar a las personas para devolverles la esperanza.”  Este es otro argumento comúnmente utilizado por los religiosos que con la eutanasia estamos jugando a ser “Dios” o que lo que falta es amor y esperanza como si así se fuera a curar la persona, pero no creo que ninguna religión o doctrina debería de tener peso al tomar una decisión sobre nuestra vida o nuestro sufrimiento, en todo caso lo correcto es que la religión se adapte a ti, no tú a la religión.

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