Falta de Objetivos Claros en las Marchas Nacionales UNMSM
Enviado por KatherineLizetee • 10 de Junio de 2021 • Ensayo • 2.354 Palabras (10 Páginas) • 125 Visitas
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Falta de Objetivos Claros en las Marchas Nacionales
Katherine Lizetee Soria Mera
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Escuela de Estudios Generales
Área de Humanidades, Ciencias Jurídicas y Sociales
Lenguaje Académico
Javier Hidalgo Tupia
Sección 10
Enero 2021
Introducción
En medio del controvertido cambio de mandatario propuesto por el congreso, quien dispuso como presidente de transición a Manuel Merino, las calles de nuestro país se aglomeraron de ciudadanos dispuestos a reclamar por esta elección arbitraria. De esta manera, surgieron las marchas realizadas por la denominada Generación del Bicentenario, donde se pondrá en tela de juicio cuáles fueron realmente sus objetivos; puesto que hay quienes argumentan que fue una conjunción del sentir nacional ante el rechazo por la falta de democracia. No obstante, hay otros que exponen que solo se juntaron intereses personales diferentes, movidos por las masas que vieron una oportunidad de reclamar por todo aquello que estaban en desacuerdo. Está claro que en ambos argumentos se demuestra el imperante descontento de la población; sin embargo, sin tener una solución a largo plazo y por medidas burocráticas para soslayar las manifestaciones, estas se detuvieron. Esto demuestra claramente que las marchas no tuvieron un objetivo claro, por lo tanto, no se lograron la totalidad de sus pedidos.
Ahora bien, los participantes de estas protestas fueron quienes constituyen la “Generación del Bicentenario”, nombrados así por la socióloga de la PUCP, Noelia Chávez. Ella en una entrevista para la Agencia Andina, mencionó que “[…]las personas que están marchando y protestando: se trata, en su mayoría, de jóvenes heterogéneos entre sí […]. A ellos, dijo, se han juntado personas mayores de 30 años, tanto en las calles como en los simbólicos cacerolazos […]” (¿Qué es la Generación del Bicentenario?, 2020, párr. 5-7). Es decir, hubo una pluriculturalidad de integrantes generacionales.
A todo lo anterior se le suma el uso de las redes sociales que fueron empleadas para contactarse con una mayor cantidad de personas y de este modo poder armar grupos. Esta situación no se tuvo que limitar a la información de los medios de comunicación masivos; dado que aquellos que no podían asistir eran difusores desde casa, donde se compartían variados archivos videográficos, imágenes y post. Todo ello repercutió en que no se lograra calar en un objetivo claro, debido a las diferentes fuentes de información empleadas.
La asistencia fue en su mayoría por jóvenes que se dejaron llevar por el momento
En cuanto al objetivo impreciso, el ministro de trabajo, Juan Sheput, declaró para RPP Noticias que “las manifestaciones populares vienen desde hace muchos años, hay marchas porque hay descontentos, desde hace 20 o 30 años, no es un fenómeno reciente […]los objetivos son muy difusos, siendo profesor de universidad, los alumnos tienen planteos distintos” (2020, 3m41s-). Por tanto, el problema que nos aqueja no está supeditado a solo esta generación naciente, sino que es un recopilatorio de los descontentos generalizados de cada uno de los sectores, y son los hijos de aquellos que vivieron la época del terrorismo, que ahora salen a marchar porque son los que tienen menos repercusiones ante el peligro del virus Covid-19.
No obstante, si bien las marchas parecían tener un solo sentir, muchos de los asistentes a estas marchas iban como acompañantes de aquellos que sí tenían un objetivo ya determinado. Es decir, algunas personas solo asistían porque salían del trabajo justo a esa hora y se unían por lo llamativo de las arengas, otros iban para poder tener contenido en sus redes sociales, entre distintos motivos. Es allí, en medio de la marcha, donde intentaban entender cuál era el sentir de la mayoría, si se le preguntaba a alguien el motivo de su reclamo cada protestante contestaba algo distinto.
Adriana Urrutia, presidenta de Asociación Civil de Transparencia, indica que “los peruanos quieren la defensa de las instituciones democráticas, el libre ejercicio sus derechos, la garantía de la representación y creo que además es importante decir, se necesita el respeto irrestricto a los derechos humanos” (DW Español, 2020, 1m55s). Ello se puede evidenciar en los distintos mensajes de los carteles que alzaban los manifestantes con frases como: “No es por Vizcarra, es por el país”, “Merino no me representa”, “Es por mis hijos por quien marcho”, “No nos faltan recursos, nos sobran ladrones”, “Por una nueva constitución”, entre otras. Estas expresiones muestran la divergencia de los motivos de los asistentes de las marchas, que en conjunción iban desde sentimientos de indignación ante el impuesto presidente Merino, el enojo por la corrupción, el desprecio ante la represión policial y el atropello de la democracia. En esencia, era un conglomerado de emociones que encontraron una vía de escape para poder tener voz entre la multitud.
La sensación de falta de representación política que sienten los peruanos, fue uno de los detonantes para las convocatorias de centenares de participantes a las marchas; sin embargo, para quienes intentan develar los objetivos se les complica por la magnitud de información y pedidos. La periodista María Teresa Braschi, en una entrevista realizada al premier Ántero Flores Araoz, comenta que “Muchos chicos me escriben y yo trato de responderles de escucharlos de saber cuál son las salidas que les gustaría que pase y ni siquiera tienen respuestas porque no lo tienen claro […]”, asi mismo el premier en dicha entrevista manifiesta que “quiero comprender que algo les fastidia, pero no sé qué” (Latina.pe, 2020, 5m34s). Se puede entender que estos personajes no entiendan los motivos porque la opinión de los jóvenes ahora se encuentra en las redes sociales, es decir, en los grupos de Facebook, los hashtags de Twitter y las publicaciones de Instagram.
Por la falta de una organización y de una agenda que contenga los objetivos
En esta última marcha nacional existió una ausencia de partidos políticos que configuren el sentir nacional, lo cual trajo como consecuencia que los protestantes no se afiliaran a ningún grupo político. A diferencia de marchas nacionales anteriores como la del Paro Nacional en 1977, convocada por los partidos de izquierda y el Apra o la marcha de los Cuatro Suyos en el 2000, que fue propuesta por los líderes de Perú Posible y movimientos sociales, en búsqueda de protestar por el fraude electoral de las elecciones de ese año. De este modo, se exhibe una carencia de legitimidad política ante el gobierno presente, el cual se otorga cuando los ciudadanos deciden dar su voto de confianza a quienes ostentan el poder. Al respecto Miguel Nación infiere que:
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