Feminicidio.

¿Dónde están?

Hoy escuché una terrible noticia, una estudiante Universitaria fue asesinada.  Leí que la última vez que vieron a Karen, ella estaba esperando el autobús a la salida de la Universidad donde estudiaba.  Después nada. Silencio.

Desconozco como fue la vida de Karen.  Lo que conozco es el ser madre y no hay forma de imaginar siquiera lo que su madre y su padre estarán viviendo.  Ruego a Dios por ellos.

Las notas periodísticas mencionan que existe un elevado número de homicidios en Cancún y catalogan la muerte de Karen como feminicidio, conocido también como femicidio, termino relativamente nuevo que surgió de la traducción del concepto inglés femicide, el cual refiere al homicidio evitable de mujeres por cuestiones vinculadas estrictamente al género.  

Mi hijo de 21 años me contó que en el whats app colectivo que tienen en su grupo de compañeros de Universidad comentaron la noticia, que los jóvenes aconsejaban a sus compañeras el peligro de subirse a autos de desconocidos aunque fueran muy atractivos, los autos o los conductores.  Les aconsejaban cómo hacer para, en caso de encontrarse cautivas en una cajuela, pedir auxilio rompiendo los faros del auto de sus captores.

Karen tenía la misma edad que tiene mi hija, se encontraba estudiando también la Universidad, como mi hija.  El lugar donde encontraron su cuerpo sin vida es el mismo sitio donde mi hija, en teoría, debería bajar del transporte que la lleva a la empresa donde realiza sus prácticas profesionales (que de paso es la empresa donde trabaja su Padre).   Le he insistido en que no se baje ahí, que lo haga donde se encuentre transitando más gente, aunque ello implique rodear y caminar más, es posible que así pueda estar más segura.   No la espero afuera de la Universidad tantas veces como quisiera porque sé que es necesario que aprenda a valerse por sí misma, ella lo sabe, y sabe también que su proceso de aprendizaje incluye: Mantener a sus padres informados de la hora en la que sale de la Universidad, con quién sale de la Universidad,  el medio de transporte que utilizará,  y por supuesto, en tanto se transporta a su destino, la llamada avisando como va todo.   Esto tiene dos funciones; mantenerla alerta y hacerle saber que vamos acompañándola, que la estamos esperando y que su integridad es lo más preciado para nosotros, tanto como lo debe ser para ella.   Doy gracias a Dios cuando la veo regresar con su Padre a casa.  

Son las 21:30 horas mientras escribo estas líneas, vamos regresando a casa, mi hijo de 21 años conduce, a él le gusta y a mí me maravilla no tener que hacerlo.  Para llegar a casa recorremos 400 metros de un área despoblada de selva, el Residencial es nuevo, el Desarrollador aún no lo entrega al Municipio y no hay alumbrado público en esta área despoblada.  No hay autobús que entre hasta aquí.  Mientras volvemos, veo la silueta de una jovencita no mayor de 18 años, uniformada, caminando en esa total obscuridad, sobre la carretera en medio de la selva, le veo indefensa y vulnerable.   Detenemos el auto y le pregunto  a donde va, me dice que vive en el Residencial siguiente al nuestro (unos 900 metros adelante),  le invito a subir, voy con mis tres hijos,  supongo que le dimos confianza, sube gustosa.  

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