GÉNESIS Y EVOLUCION DE LOS MODOS DE CONOCIMIENTO
Enviado por Raúl Rivas Castizo • 23 de Noviembre de 2015 • Trabajo • 8.387 Palabras (34 Páginas) • 310 Visitas
1. GÉNESIS Y EVOLUCION DE LOS MODOS DE CONOCIMIENTO
Los antecedentes más remotos de la ciencia generalmente se sitúan en los antiguos imperios de Oriente, aunque no faltan los que piensan que su génesis más profunda hay que buscarla en el horizonte de la propia evolución del hombre como especie, Friedrichs ha insistido en recordar qué podría demostrarse que su origen se remonta por lo menos a los tiempos en que surgió el lenguaje, durante la evolución del primate, Porque con el surgimiento del primate dirá Friedrichs los progenitores del homo sapiens pudieron por primera vez establecer generalizaciones conceptuales susceptibles de ser compartidas con sus semejante y transmitidas de generación en generación. El vocablo latino scientia deriva de scire, aprender o conocer dirá, y sabemos que la capacidad de aprender, de establecer entre los elementos del entorno relaciones que determinan una modificación sistemática del comportamiento, existe en formas de vida muy simples, Esta conducta "adaptativa" implica generalizar de un estímulo primario a otro, y la generalización basada en la experiencia empírica es la actividad fundamental de la ciencia. A veces, la búsqueda de los orígenes de la ciencia ha llevado también a establecer ciertos paralelismos entre el desarrollo científico y los propios procesos del desarrollo mental del niño, en una perspectiva general de covariación entre individuo y sociedad, como la apuntada por Piaget, Proceso que también guardaría ciertos paralelismos, a su vez, con la propia evolución de las ciencias. "Puede suponerse indudablemente con Piaget dirá Madeleine Grawitz que las primeras etapas de la formación del espíritu científico fueron bastante parecidas a las observadas en el desarrollo mental del niño. Pero, sin embargo, con un cierto rigor no debe confundirse lo que es la ciencia moderna caracterizada por una metodología muy específica y concreta con las diferentes formas o esfuerzos, más o menos sistemáticos y rigurosos, de conocimiento que han existido a lo largo de la historia de la humanidad. En estos contextos, se cree que los efectos de la escasez de la caza, y posiblemente la mayor presión demográfica, dio lugar a que las mujeres, que se quedaban cuidando de la prole en los asentamientos semiestables, fueran desarrollando los conocimientos que permitieron completar la dieta alimenticia mediante el cultivo artificial de frutos y granos diversos en huertas próximas a los asentamientos. Fueron perfeccionándose poco a poco hasta que el desarrollo de las sociedades agrarias, dio lugar a una mayor división del trabajo. La metalurgia y los inventos de la rueda y la vela permitieron, a su vez, el desarrollo de nuevas actividades productivas y comerciales, en las fraguas, en las minas, en los transportes, etc. Un aspecto importante en la evolución de las sociedades, y en la división de las tareas, es el que se produjo como consecuencia del desarrollo de las sociedades agrarias, con la consolidación de grandes poderes políticos y con la emergencia de diferentes grupos sociales con mayor poder y riqueza. La existencia de estos poderes y la acumulación de “excedentes” en pocas manos dio lugar al surgimiento de unos sectores sociales con suficiente riqueza y poder como para poder vivir sin tener que trabajar. Así, en las nuevas ciudades en expansión surgió una clase “ociosa” que disponía de esclavos o de siervos para hacer los trabajos y que podía dedicarse a las tareas de gobierno, a la guerra o a la contemplación y la reflexión. A partir de esta situación se pudieron realizar las grandes obras de arte y arquitectura de las grandes civilizaciones de la antigüedad y, sobre todo, fue posible el surgimiento de unas nuevas figuras sociales, de sabios, filósofos y pensadores dedicados al cultivo del conocimiento, En el ámbito de la Civilización Griega, y más tarde en Roma, estas nuevas figuras sociales acabaron adquiriendo una mayor notoriedad. Sabemos que los griegos, amén de sus conocimientos en medicina, metalurgia, astronomía, etc., construyeron complejos artilugios, máquinas, e incluso autómatas articulados, y que progresaron considerablemente en sus conocimientos químicos, matemáticos y ópticos. Arquímedes, Leonardo de Vinci y la energía del vapor. A su vez el ingeniero alejandrino Herón, que vivió en el siglo II antes de Cristo, inventó la primera turbina de vapor; aire comprimido realizados por el alejandrino Ctesibius y por el bizantino Filón, también en el siglo II antes de Cristo. El conocimiento se consideraba como una cuestión exclusiva de seres libres y privilegiados que amaban la sabiduría y buscaban el conocimiento por el conocimiento, más allá de sus posibles aplicaciones prácticas. De ahí que toda aquella acumulación de saberes y técnicas apenas se aplicara a los procesos productivos, es decir, a las “ingratas” tareas de las que se ocupaban los esclavos y los siervos. De esta manera los avances en el conocimiento se mantuvieron desconectados de las realidades concretas, de sus aplicaciones prácticas, o para decirlo en términos actuales, no surgió un pensamiento científico porque la reflexión y el análisis no tenían una finalidad aplicada, una dimensión práctica. Aristóteles llegó a afirmar que la utilidad de los animales domésticos y la de los esclavos son más o menos del mismo género. Los avances que se habían dado en Grecia y Roma con el desarrollo de papeles específicos de personas que se ocupaban de profundizar en el conocimiento los sabios, los filósofos, los matemáticos, los médicos permitieron un considerable desarrollo de los saberes. Todas estas personas intentaron establecer la base de conocimientos sistemáticos dando un paso de gigante respecto a lo que había sido la práctica habitual de las sociedades anteriores, en las que el conocimiento no era otra cosa que un conjunto de prácticas y de generalizaciones empíricas, sin más pretensiones ni alcance. En Grecia y Roma incluso se llegaron a institucionalizar “escuelas” muy relevantes en las que se enseñaban y aprendían los diferentes saberes. Durante la Edad Media, sin embargo, estas escuelas prácticamente desaparecieron o declinaron en el mundo cristiano, e incluso muchas de las obras de la intelectualidad clásica desaparecieron o fueron quemadas.. No obstante, hasta que se inició el desarrollo de la ciencia moderna se produjeron algunos nuevos inventos concretos y algunos avances en el conocimiento, que más tarde contribuyeron a hacer posible un extraordinario desarrollo científico. Los trabajos de los alquimistas, los botánicos, los galenos y los metalúrgicos medievales, así como los viajes y los intercambios culturales fueron haciendo posible una paulatina acumulación de conocimientos. El desarrollo del álgebra y el “invento” del cero por los árabes, el perfeccionamiento de los molinos de viento y de agua, los dispositivos ópticos, la pólvora, etc., permitieron mejorar los instrumentos de conocimiento, las aplicaciones prácticas de los saberes y su difusión pública, sobre todo a partir del invento de la imprenta en el siglo XV. La búsqueda de los principios generales del conocimiento y las aplicaciones prácticas y experimentales de estos continuaban separados. Durante muchos años sólo una minoría muy reducida se ocupó de la reflexión, y de la profundización en el conocimiento, bajo la atenta mirada de una Iglesia que ponla un especial celo en velar por la estricta ortodoxia de los conocimientos, y que llegó a llevar a las hogueras de la Inquisición al español Miguel Servet en 1553, que descubrió la circulación de la sangre en el cuerpo humano, o en 1600 a Glordano Bruno, uno de los más importantes precursores de una concepción científica moderna del mundo. El mismo Galileo (15641642) como es sabido fue procesado por la Inquisición, acabando su vida en la cárcel a causa de sus teorías, por no citar la extremada hostilidad que despertaron los descubrimientos de Copérnico (14731543). Durante estos años tampoco existió una noción clara sobre cómo investigar, sobre cómo profundizar en el conocimiento. El bizantino Juan Flipó, fue incapaz de formular la ley de la gravedad, porque no se habían establecido aún los presupuestos fundamentales en que se basa el método científico: la convicción de que existe un orden determinado en la naturaleza y que, por lo tanto, los hechos se producen de acuerdo con ciertas leyes regulares relacionadas causal mente, y en segundo lugar, que esas leyes pueden ser investigadas y conocidas de manera experimental a partir de la verificación empírica de modelos de explicación racionales; para lo que fue fundamental el desarrollo de la lógica y las matemáticas.
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