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GUERRA SILENCIOSA


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  475 Palabras (2 Páginas)  •  314 Visitas

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Amanece en el pequeño país de El Salvador, la historia triste se escribe. Como caramelos que salen de una piñata quebrada salen las balas a diestra y siniestra causando tristeza y llanto, las calles alfombradas por cadáveres teñidos del color de la vida robada por el odio y el rencor, los voluntarios con sus banderolas blancas restringidos para actuar y los vigilantes de los lugares que generan el pan de cada día, muertos por ser gestores de privacidad.

No se quieren los hombres de una zona con otra, si te acercas, la daga del que cuida el territorio te impedirá que ingreses y te dará un retorno a la patria definitiva, tendremos que correr porque cuando suenen las campanas de la iglesia indicando las siete de la noche nadie debe de estar fuera de casa porque el ángel de la muerte rondará las calles del pulgarcito de América.

Al leer las líneas anteriores, podríamos remontarnos con los vagos recuerdos a la historia de un día durante los años de la guerra civil en El Salvador; sin embargo, todo obedece a la historia actual que vive el país. Han pasado dieciocho años cuando San Juan Pablo II dijo a la población: “Nunca más la guerra. Que la justicia verdadera haga fructificar siempre la paz”, mas esas palabras quedaron en el olvido porque ya no se escuchan bombas ni tanques causando terror, pero vemos muerte por cualquier lugar, los secuestros, los robos, los toques de queda y la reaparición de la sombra negra, los civiles se comienzan a armar para defenderse de los ataques que causan los jóvenes tatuados.

Nos enfrentamos a una guerra silenciosa, pero igual de letal que la registrada en los años 70´s y 80´s, producto y herencia del mismo suceso. Los gobiernos posteriores a los acuerdos de Chapultepec no entendieron la frase “Justicia Verdadera”, no propiciaron la generación de empleos dignos, la educación no fue la más acertada y el beneficio económico no cobijó al total de la nación.

No se trata de justificar la violencia culpando al Estado, sino de reconocer que somos producto de una historia mal resuelta, “con el agravante de ser” salvadoreños, decía el poeta Roque Dalton; somos violentos por cultura, y mientras nos crucemos de brazos la historia se volverá a repetir.

En la actualidad, el proceso de diálogo se da por mediación de un obispo castrense en representación de la iglesia. Resuenan las palabras de Mons. Rosa Chávez “Estamos ahogados en un mar de violencia. Vencer al mal con el bien; para lograr el bien hay que poner a la persona en el centro del debate; y finalmente, debemos arrancar de raíz los problemas que generan la violencia, incluyendo la pobreza, la injusticia y la falta de oportunidades”. Pero ¿iremos por el buen camino? La guerra continúa y debemos de detener el monstruo que se acerca antes que termine de pisotearnos.

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