Género y Etnicidad (Desde antaño hasta hoy)

Género y Etnicidad (Desde antaño hasta hoy)

Romina Márquez Duarte

romina.marquez.duarte@gmail.com

Sin duda alguna el colonialismo impuesto hace más de 5 siglos en nuestro continente ha afectado históricamente nuestra cultura y manera de vivir como sudamericanos.

Cabe destacar que este proceso histórico no se asentó así como así en la realidad de nuestros antepasados; sino que, muy por el contrario venía de la mano conviniendo con paradigmas patriarcales utilizados como formas de discriminación y sometimiento por parte de la élite europea.

“El patrioterismo criollo y anti-indígena nos ha dicho insistentemente que la colonización es una etapa histórica superada, algo que debe quedar como un viejo y lejano recuerdo. En América y en Guatemala, es común que los relatos oficiales hablen de ello como “[d]el encuentro entre dos mundos”, legitimando de esta manera la fundación de un orden social que se afirma en el despojo y la violencia.” (Márgara. 2014, p.61)

Este choque y desencuentro cultural  impactó más allá de lo que nosotros hemos aprendido durante años, de hecho lo hizo de manera especial en las mujeres, en sus derechos ciudadanos y humanos, fundamentalmente.

En una primera visión de Europa, podemos verla como una Europa “moderna”,  ubicando a España como la primera ciudad o nación “moderna” gracias a la conquista de América, ubicando de esta manera a Europa en una posición beneficiosa frente a otras naciones “poderosas” del mundo. Europa creció de manera paralela con la esclavitud, la dominación y el sometimiento a los indígenas, aborígenes u originarios, términos que son totalmente similares y caben, exactamente, bajo los mismos calificativos (Quijano, 2006).

Estos acontecimientos que nos llevan a pensar de manera disyuntiva un solo acontecimiento: ¿Descubrimiento o encubrimiento? Probablemente alguien al leer esta columna se pregunte: ¿Qué es lo que precisamente la Conquista encubrió? Es bastante probable que no sea fácil de apreciar y de descubrir, y digo descubrir desde el sentido etimológico de la palabra; es decir: “Despojar de sus vestiduras, o sacar el velo” la respuesta a esta pregunta, ya que por décadas hemos sido instruidos frente a este tema como personas que debiésemos aceptar este acontecimiento histórico como el Descubrimiento de América nada más y nada menos, loando los actos de  “grandes próceres” de nuestra historia.  Pero esperen un momento… ¿De nuestra historia o de la historia europea? Es claro que este choque obligado de culturas encubrió creencias, lugares y costumbres de esta gran y rica tierra llamada América; en donde sus habitantes y sus lenguas fueron silenciadas, ellos mismos ya no volvieron a ser lo que fueron, una sociedad organizada con sus creencias, economía y liderazgo (3 aspectos esenciales para una sociedad). Luego del intento por parte colonia de no someter al indio americano a la esclavitud, la pronta aparición de una nueva forma de sometimiento: “El Capitalismo” cambió nuevamente las reglas del juego.

Convergiendo el concepto de etnia que he ido desarrollando en los párrafos anteriores con el de género y adentrándome más en el análisis de la mujer en la historia y al trato dado a esta misma frente a estos fenómenos que he analizado en esta columna de opinión; no quiero dejar de lado un aspecto bastante importante para este análisis. El sometimiento de la mujer tanto en la Corona, como en la colonia misma en la Europa del siglo XV que sometió a las mujeres a través de la “caza de brujas”; mientras que en las colonias el sometimiento de las mujeres se materializó a través de las violaciones masivas de indígenas como instrumento de guerra, de conquista y asentamiento colonial.

Entonces sin tener que indagar mucho más allá y sólo quitándole el velo a la historia, se puede divisar una realidad latente al menos desde la llegada de los europeos a tierras americanas. Una realidad que con que en el patriarcado colonial dista de ser igual entre hombres y mujeres; sino que por el contrario, lo femenino se subordina a lo masculino, la violencia y la religión fueron y siguen siendo factores importantes en la subordinación de lo femenino frente a lo masculino. Respecto a esto Marta Lamas, en las primeras hojas de su artículo comenta el interés de la Antropología social en el estudio de  los géneros (masculino/femenino) y cómo estos afectan en nuestra cotidianeidad, por ejemplo en la división de actividades en los trabajos, en el trato distinto dado a hombres y a mujeres, y todo esto basado en la condición biológica de ser hombre o mujer (Lamas, 1986). Teresita de Barbieri por su lado, además de acerca de la condición biológica, distingue  una tercera acepción. Esta es la socio-cultural (de Barbieri, 1995).

Por lo anteriormente dicho es trascendental destacar lo significativo de los movimientos de mujeres organizadas. Diamela Eltit los calificó “emancipativos” (Eltit, 2008). Se debe valorar cada tipo de movimiento feminista existente y no sólo llevar a lo alto aquel feminismo de Estado o Humanista, que buscan más participación femenina en términos políticos y en la Academia en general, también se debe considerar, por ejemplo, el Feminismo Cultural, del cual se desprenden el Feminismo de la Diferencia que busca reivindicar los valores y relaciones de cooperación y solidaridad; o el Eco-Feminismo, que a mi parecer es el que más ayunta los conceptos de género y etnia y que nosotros como participes de esta sociedad que está en pos de la inclusión y de la equidad debiésemos aprender de ella e interiorizarla. Este retorna a nuestras raíces y buen vivir (Huanacuni, 2010, p.4). Lo mismo ocurre con aquellos feminismos No Occidentales. Aquí entran todos aquellos que critican radicalmente los ideales feministas que están bajo el alero de los criterios hegemónicos y del primer mundo.  

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