HAKUNA MATATA
Enviado por Whacson1 • 8 de Marzo de 2018 • Ensayo • 1.052 Palabras (5 Páginas) • 286 Visitas
Quisiera estar totalmente apta para escribir de las tantas personas que he conocido pero como muestra del aprecio que le tengo a mi ingenio, creo que por ahora, el anonimato de estos seres es necesario. Sin embargo, les hablaré de probabilidades.
¿He quedado loca? Bueno, esa pregunta me la he hecho en numerosas ocasiones; sobre todo en las que he llorado hasta conciliar el sueño, cuando siento que me ahogo en el propio llanto y la vista se coloca justo hacia el techo, entre sollozos surgía la constante incógnita de en qué momento iba a quedar loca. ¿Recuerdan la última vez que algo les dolió tanto?
No puedo echarme halagos en cuanto a lo que escribo pero no creo que esta noche me esté robando inspiración pero tampoco pretendo hacer de mis páginas un calvario, vaya paradoja. No tengo por ahora más de dos décadas pero sin lugar a dudas, he probado casi todos los sinsabores que podrían imaginarse. El insomnio no se ha mudado a mi cuarto, la incertidumbre se tomó vacaciones, la soledad no me aterra, pero decidir olvidar está siendo como una daga envenenada; sabemos que el olvido es algo inevitable pero, ¿Y si prometimos no olvidar? ¿Por qué prometemos?
Todos hemos hecho promesas que dudo hayamos cumplido. Nos atamos al caos porque le tememos tanto al cambio que como antagonista en nuestras historias, se presenta la conciencia dándonos continuamente una catedra majestuosa de lo mucho que nos fallamos a nosotros mismos por no defraudar a alguien más. Son ataduras las apariencias. Quisiera poder decirles que me he ido de los lugares donde no pertenezco al primer indicio pero no, es que tengo tanta fe en que todos tenemos luz que me dedico a buscarla. Le soy tan fiel a mis ideales que he permanecido en sitios donde las catástrofes me rodean y me sitúo inerte ante tanta calamidad. Díganme si no es masoquismo.
A todos nos ha pasado, cierto. Dejar que alguien entre a nuestras, aceptando términos y condiciones donde amar es un segundo plano porque nos centramos en darles un todo, en pretender reparar a alguien que tiene menos piezas que el rompecabezas que de niños teníamos, perdemos el equilibrio, nos arriesgamos a mucho y sin embargo, fingimos que todo es color de rosa mientras la soga nos la atamos al cuello. Entonces, surge el momento de nombrar culpables, todos detestan a ese alguien por el cual luchamos pero, querido lector, nadie te obligó a decidir. Nos hemos vuelto tan cínicos que le adjuntamos la culpa de nuestra miseria a quien no sabe siquiera ser agradecido con nosotros por jugarnos la vida al tratar de procurarles todo.
Sé que quejarse no arregla nada pero todos tenemos el derecho de gritar. Al final, se bifurca el camino y es curioso que uno llegue a extrañar la tempestad de la que recién te libraste. Aires de vida empiezan a rodearte y la memoria muy de mala gana, te dispara los momentos en que junto a tu verdugo, eras feliz.
La mecánica con que trabaja nuestra mente es coloquial, a veces efímera y complicada de entender, pues uno quiere a quien no debería, busca ejercer control y muchas veces es gracioso que quien quiere dominar, acaba siendo el sometido; pero está bien, a veces no es dañino aflojar, el peligro es atrevernos a ir en contra de nuestros ideales para andar cumpliéndole los caprichos a todo el mundo. ¿Suficiente amor propio nos tenemos que nos aferramos a tan poco? ¿Cuánto vale tu paz?
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