Hambre de un país Rico

El hambre de un país rico

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En Venezuela, la desesperación inicia a primeras horas de la mañana. Los desérticos supermercados anuncian que la fila interminable no tiene sentido, es difícil hasta conseguir harina de maíz precocida para hacer los bollos y arepas esenciales para un venezolano. El caos empieza a medida que pasan las horas. Su esperanza se escribe con números tintados en sus brazos cuyo fin, en realidad, es establecer orden y evitar discusiones. En muchas ocasiones, estos números no garantizan la compra de alimentos de primera necesidad debido a que estos son racionados o ya se agotaron, los establecimientos privados han integrado sistemas para bloquear a los consumidores que ya adquirieron su cuota máxima semanal de productos, si es que pudieron adquirirlos.

La crisis de alimentos básicos refleja que la verdadera hambre que existe en este país vecino es la de valores. El hambre en Venezuela es de empatía, honestidad, humildad, respeto,  unión y compromiso con el bien común. Esta hambre surgió por la soberbia, la ignorancia y la indolencia de sus dirigentes frente al clamor de su pueblo. Esta escasez es provocada por el gusto al poder, la incapacidad de acepta el  fracaso de un sistema que no lleno las expectativas y el apego a una ideología obsoleta que se pierde en la mirada impotente de los venezolanos.

No, esta escasez no se traduce en anaqueles vacíos, ésta revela un estilo de gobierno primitivo llevado no con mano dura, sino con un corazón duro. A través de esta realidad, es fácil percibir los fallos más profundos de un gobierno que perdió su aspecto humano.

Venezuela es una sátira cuyos protagonistas son sus dirigentes, los personajes secundarios el pueblo venezolano y los espectadores la comunidad internacional. La trama es una paradoja en la que un país se encuentra expuesto a una escasez extrema, pero por otro lado ha sido dotado de muchos recursos necesarios, rico por decisión de la providencia y por cuyas venas corren ríos de oro negro, solo que ha sido dirigido por gente inexperta. Esta sátira pudiera tener un final feliz si la paradoja no insultara la inteligencia humana a través de la burla y la ridiculez con que sus funcionarios niegan la realidad.

Se hace urgente una toma de conciencia a nivel personal y comunitario, es vital una acción que nos haga sentir vivos y humanos, necesitamos encontrar una manera de involucrarnos.  Es importante que podamos expresar un NO rotundo a la gestión del gobierno actual en Venezuela y que se genere una condena general en donde los dirigentes se vean obligados a escuchar a su pueblo en silencio, comprometerse con el cambio, o aceptar su fracaso. Nosotros, como espectadores, nos toca  entrenarnos en la observación crítica y comprometida que nos dirija  a encontrar medidas seguras  para que esto jamás suceda en nuestros propios países.

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