IDENTIDAD, EXCLUSION Y RACISMO
Enviado por zairawinkler • 12 de Octubre de 2012 • 601 Palabras (3 Páginas) • 768 Visitas
II. IDENTIDAD Y OTREDAD
La identidad es
[. . .] la percepción colectiva de un nosotros relativamente homogéneo
(el grupo visto desde dentro) por oposición a los otros (el grupo de
fuera), en función del reconocimiento de caracteres, marcas y rasgos
compartidos que funcionan también como signos y emblemas, así como
de una memoria colectiva común (Fossaert, 1983).
Tal percepción colectiva es a la vez tangible e intangible. Está
compuesta de lo imperceptible por lo que se echan a andar los
mecanismos de la significación que le son propios a la memoria
colectiva de una colectividad humana. Sea cual fuere esta colectividad,
sus miembros comparten un territorio, una historia y
una cultura específicos, que los hacen sentirse idénticos (así:
entrecomillado). Tal sentimiento, dicha certeza de su calidad
de idénticos, funciona como una especie de argamasa invisible
que aglutina puntualmente y da coherencia a la vida de los
pueblos; les despierta el sentimiento de pertenencia y el de dife-
1 Debo aclarar que sólo voy a tocar el tema de los racismos anti-indígenas. No he
trabajado aún el tema del racismo contra otras minorías étnicas en México: los judíos,
los orientales, los negros, y otros.
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rencia respecto de los otros para que, a su vez, ésos los reconozcan
diferentes (Ávila Palafox, 1993).
Identidad y otredad son dos caras de la misma moneda. Ningún
grupo humano se autopercibe y se autodefine más que por oposici
ón a la manera como percibe y define a otro grupo humano,
al que considera diferente de sí. Vista en este sentido, la identidad
no es un absoluto previamente determinado por el origen y la
pertenencia puramente étnica, situado más allá de la conciencia
y de la voluntad de los hombres. Más bien es una realidad social
marcada por profundos imperativos: el territorial, el económico,
el de clase, el político, el institucional, el de la re-creación y re-elaboraci
ón constantes de la memoria e historia grupales, así como
el de la asunción de la propia cultura (Barth, 1976).
Estos ingredientes, producto de la simbiosis entre el individuo
y el grupo, elaboran un [. . .] cocktail de una potencialidad
extraordinaria, [. . .] algo así como un corpus mysticum que posee
toda la fuerza de las pulsiones primarias del género humano. Por
eso aparece constantemente en nuestro lenguaje, en los dichos, en
la poesía, en la Filosofía y en el folklore: en el Yo soy quien soy
de Calderón de la Barca; en el Yo soy quien soy y no me parezco
a naiden del folklore
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