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Identidad,exclusion Y Racismo


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2012  •  12.815 Palabras (52 Páginas)  •  815 Visitas

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eben desarrollarse de manera

simultánea. Si ello no ocurre, entonces queda una de dos opciones:

1) o bien, al creer que combatimos el racismo porque no reconocemos los

valores de aplicación universal, caeremos de modo inevitable en la

defensa a ultranza del relativismo cultural, lo cual nos conducirá hacia

un supuesto antirracismo que procede curiosamente a ser racista. ¿Por

qué? Porque se encierra, y así sólo logra despreciar y excluir por

principio la posibilidad de que algunos valores, independientemente

de en qué cultura hayan nacido, puedan ser aceptados o entendidos

por otros,

2) o bien, al oponernos al ataque a valores que consideramos que

pueden ser positivamente universales (pero no combatir el racismo

al mismo tiempo), podemos caer en la defensa a ultranza de la superioridad

de los valores de Occidente. Esto, de manera imperceptible para

algunos .pero consciente y políticamente útil para otros., puede

redundar en hacer uso del discurso de los derechos humanos de modo

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colonialista; de una manera que (en aras de esta causa universal sublime

e incuestionable) se niega a escuchar lo que puede haber de justo en las

voces, en las razones culturales de los otros (Collier y Speed, 2001).

X. MÉXICO, Y CIERRE

La lucha por los derechos humanos y por la posibilidad de la

escucha y el reconocimiento de lo que puede haber de justo en

las razones culturales de los .otros., son dos temas en los que México

se halla enfrascado en el momento actual. En el ámbito de los derechos

humanos, lo está gracias a múltiples y puntuales luchas en el

amplio y diverso territorio de lo civil. En el campo de la diversidad

étnica y cultural, lo está porque la creencia de que somos un país no

racista es un mito fundador que se nos desmorona entre los dedos

gracias a insistentes voces indígenas que, aunque diversas, coinciden

en muchos puntos. No obstante, lo está sin que hayamos demostrado

todavía una clara disposición a encontrar otro mito refundador:

alguno que por lo menos dé mayor cuenta del reconocimiento

pleno de nuestra diversidad étnica y cultural.

Para demostrar esta clara disposición, tendríamos que proceder

a dar varios pasos. Entre ellos el primero es en el que estamos insistiendo

algunos académicos, algunos integrantes de organizaciones

civiles y no gubernamentales, y algunas instituciones gubernamentales

como la Comisión Nacional de Estudios contra la Discriminación,

hoy desaparecida: tipificar .ponernos de acuerdo en qué es y cómo

se come. cada uno de los diversos fenómenos de discriminación

y exclusión presentes en nuestro país. Sólo esta tipificación nos permitir

á en un segundo momento entender cómo podemos abordar y

dedicarnos a combatir cada uno de ellos en lo que tiene de específico

y a todos ellos en lo que tienen en común, que es básicamente una

raíz bien anclada en el ancho mundo de la intolerancia.

El segundo es la identificación y la formación de sectores clave de

mediación. Desde mi punto de vista, se trata de uno de los aspectos

más decisivos sobre los que se debe trabajar hacia una política

antirracista seria y eficaz. Para abordarlo, quisiera retomar una muy

interesante conclusión a la que llega Belausteguigoitia para nuestro

país; ya me he referido aquí a su trabajo: hasta hoy la nación no ha

podido ver al indio y oírlo al mismo tiempo. Se requieren mediaciones

para que esto ocurra. En palabras de la autora:

IDENTIDAD, EXCLUSIÓN Y RACISMO EN MÉXICO 253

En nuestro país, a diferencia de los Estados Unidos, es imprescindible

la mediación. En los Estados Unidos, particularmente en los movimientos

feministas, las mediaciones de las mujeres blancas, las donaciones

de sus lenguas para hablar por las minorías de mujeres de color, se han

analizado como muestras de racismo. Paradójicamente, en México

nuestra forma de racismo no es la donación de la lengua, sino precisamente

la ausencia de mediación, el abandono en cuerpo y lengua

de los tan diferentes a la vista y el oído de aquellos que sólo pueden

ver y oír lenguajes .apropiados.. El problema principal es el grado de

dilución y posterior reconocimiento por la otredad, del mensaje o discurso

mediado (2001: 5-6).

Como lo hemos visto antes, en México las mediaciones (los Mora, los

Vasconcelos, los Gamio, los Caso) se han dedicado a dar soluciones

no indias al siempre llamado .problema indio.. En otras palabras, las

políticas de ellos surgidas han logrado en gran medida su cometido

asimilacionista: borrar al indio. Hoy lo siguen haciendo desde el

mundo criollo de Fox y Fernández de Ceballos, desde el mundo

mestizo, desde el mundo legislativo; y, contra las mujeres indígenas,

desde el mundo masculino, el indígena incluido. Precisamente

por eso,

[. . .] una mediación exitosa y un signo de lucha contra el racismo

en México se da cuando ésta es capaz de desplazar los signos del racismo

.el cuerpo prieto y la lengua quebrada. a otros continentes (el

.biendecir. en el cuerpo correcto), sin alterar, hasta hacerlo irreconocible,

el sentido del mensaje de la otredad. En una palabra, las luchas

en México contra el racismo se dan hoy únicamente a partir de la

mediación (Op. cit.: 8).

Belausteguigoitia sostiene que es precisamente por esta razón que

Marcos ha sido receptáculo y mediación de fundamental importancia

para la representación y circulación de las demandas indígenas,

pues se ha constituido en el vehículo que .más que ningún

otro. ha hecho visible el profundo racismo del pueblo y de las

instituciones mexicanas. En el 2001 vivimos en nuestro país el acontecimiento

inédito de la comandante Esther (con su cuerpo y su voz

pletóricos de señales de la diferencia) en la tribuna del Congreso

de la Unión. La autora argumenta que lo inédito y fundacional no

es sólo que haya sido vista y escuchada desde el centro del centro de

la nación, sino que lo fue sin mediaciones. No obstante, habría

que preguntarse: ¿Ocurrió esto realmente sin mediaciones u ocurrió

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