Importancia de la ética y la moral en la política mexicana

¿Qué importancia tienen la ética y la moral en la política mexicana?

Para abordar la relación entre la ética, la moral y la política es necesario partir del origen mismo, de los fundamentos originales entre estas disciplinas.

Ya en las antiguas civilizaciones, como la antigua Grecia, se encuentran referencias sobre la formación en valores para los gobernantes antes de que asumieran su cargo. De esta manera ejercitarían la política apropiadamente, contando con principios éticos y morales que respaldarían cada una de sus decisiones.

El instrumento fundamental desde antaño para formar a los hombres de gobierno eran la ética y la moral. En la antigüedad aquel que quería participar en los asuntos públicos tenía que pasar por estas disciplinas, las cuales eran consideradas como ramas de la política. Eran el filtro para hacer que los hombres que llegaran a ocupar los cargos públicos obraran bien. De hecho, las grandes civilizaciones ya contaban con tratados sobre el tema, con códigos para la función pública y con maestros que la impartían.

De alguna manera, estos principios fueron perdiendo importancia a lo largo de la historia, tanto mundial como del pueblo mexicano, aunque haya una diferencia muy marcada entre los manejos del gobierno de México o, por mencionar alguno, el de Japón.

Se han realizado muchos estudios sobre hombres al poder que han perdido de vista el objetivo principal de un gobernante: Asegurar el poder, y el bien de su pueblo sobre el bien propio.

El resultado como lo sabemos, ha sido la caída de ese gobierno, eventualmente.

Pasó con Hitler, pasó con Stalin, Mao Zedong, Gadaffi, Milosevic, pasará en algún momento con Donald Trump y con Kim Jong Un.

Enfocándonos en la política mexicana, podemos tomar como ejemplo al presidente electo de 1976, José López Portillo quien prometió defender el peso “como un perro” y en vez inició una cadena de descarado nepotismo, corrupción y desviación de fondos del erario público que no acabarían hasta mucho tiempo después de terminado su gobierno.

Esto es una clara muestra del mal uso del poder. Algo muy habitual en la política mexicana, cada presidente a su paso ha dejado una herencia negativa para el país, aumentos en la deuda externa, desaparición o desvío de recursos, aumento en los impuestos o creación de reformas en beneficio de “servidores públicos”, por mencionar algunos.

En el otro espectro, Ernesto Zedillo, proveniente de una familia de escasos recursos, quien intentó rechazar el sueldo presidencial, así como el cargo, que asumió tras la muerte de Luis Donaldo Colosio. El economista llevó al país a un periodo relativo de estabilidad económica al reducir la inflación al menos 20%, adoptando su plan de austeridad radical y fue el primero en no intervenir en las elecciones y en no escoger un “tapado” o sucesor, permitiendo así el ascenso al poder a un nuevo partido después de décadas de una “Dictadura perfecta” como diría el autor Vargas Llosa.

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