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Independecia De America


Enviado por   •  15 de Octubre de 2012  •  3.636 Palabras (15 Páginas)  •  365 Visitas

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Reformas borbónicas y sus consecuencias

Las Reformas borbónicas fueron los cambios introducidos por la dinastía borbónica de la Corona Española: Felipe V, Fernando VI y, especialmente Carlos III; durante el siglo XVIII, en materias económicas, políticas y administrativas, aplicadas en el territorio peninsular y en sus posesiones ultramarinas en América y las Filipinas. Estas reformas de la dinastía borbónica estaban inspiradas en la Ilustración y, sobre todo, se enmarcaban dentro del nuevo poder de las elites locales y aumentaban el control directo de la burocracia imperial sobre la vida económica. Las reformas intentaron redefinir la relación entre España y sus colonias en beneficio de la península. Aunque la tributación aumentó, el éxito de las reformas fue limitado; es más, el descontento generado entre las elites criollas locales aceleró el proceso de emancipación por el que España perdió la mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras décadas del siglo XIX.

Consecuencias

Como es de suponerse, las reformas económicas trajeron consigo múltiples efectos y consecuencias, tanto positivas como negativas. El gobierno español tomó diversas medidas para explotar al máximo los recursos de la colonia, con el propósito de generar mucha más materia prima para la metrópoli. Con las reformas borbónicas se tocaron todas las áreas principales en la Nueva España, entre ellas se encontraba la minería. También estaban la agricultura, el comercio (pequeño) y algunas empresas de manufactura. Obviamente hubo beneficios, se permitió ampliar los negocios entre ciertas colonias (Trinidad, Margarita, Cuba, Puerto Rico).

La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real cédula de 1804 sobre la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas, que desató reacciones violentas en contra del gobierno español. Esto se debió a que, con excepción de los comerciantes más ricos, aquella disposición afectó a los principales sectores productivos del virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño comercio), y en particular a los agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados con hipotecas y censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir en un plazo corto, a fin de que ese capital fuera enviado a España. De esta manera, no sólo la Iglesia se vio afectada por la real cédula, sino también casi toda la clase propietaria y empresarial de la Nueva España, así como los trabajadores vinculados con sus actividades productivas. Por ello, se levantó un reclamo y por primera vez en la historia del virreinato todos los sectores afectados expusieron al monarca por escrito sus críticas contra el decreto en cuestión. A pesar de todo, la cédula se aplicó desde septiembre de 1805 hasta enero de 1809, produciendo un ingreso de alrededor de 12 millones de pesos para la Corona, que supusieron el 70 % de lo recaudado en todo el territorio hispanoamericano.

Las reformas borbónicas también afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de México; esta corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por medio del sistema de flotas y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con la expedición de las leyes sobre la libertad de comercio. Al mismo tiempo, la supresión de los alcaldes mayores, agentes comerciales del Consulado en los municipios del país y en las zonas indígenas, acabó con la red de comercialización interna y rompió el lazo político que permitía a los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de mayor demanda en el mercado exterior e interior.

Independencia de las colonias inglesas

Los primeros cuarenta años del siglo XVII fueron testigos de años apacibles de la transformación más grande: la iniciación de la expansión permanente de la

raza inglesa más allá de los mares. La feliz fundación de las colonias de Virginia, Nueva Inglaterra y las islas occidentales o Antillas, y el establecimiento de las primeras factorías comerciales en la costa del Indostán constituyeron los acontecimientos más grandes del reinado de Jacobo I y los primeros años del rey Carlos.

El gobierno mantenía las condiciones bajo las cuales era posible la colonización, pero la empresa privada aportaba la iniciativa, el dinero y los hombres.

Compañías londinenses financiaron y organizaron la emigración que no hubiera sido posible sin ese respaldo: sacando buen dividendo en sus inversiones inmediatas y en crear un mercado permanente para los géneros ingleses a cambio de los productos del Nuevo Mundo, como el tabaco de Virginia.

Muchos de los que suministraban los fondos, los buques y los pertrechos para la empresa, se inspiraban en motivos tanto patrióticos como religiosos. La mayoría emigraba por el hambre de tierras. Muchos caballeros aventureros se dejaban llevar por el señuelo de lo desconocido y de lo maravilloso, y por las historias de las fabulosas riquezas que podrían ganarse.

Era fuerte en América el instinto del «aislamiento» de los asuntos en Europa. Pasando algunos años, la historia social de América dejó de formar parte de la de Inglaterra, y la nueva sociedad comenzó a elaborar sus propias características.

Los primeros invasores anglosajones habían sido gente bárbara, acostumbrada a la vida salvaje, mientras que los colonos americanos eran hombres de inteligencia avanzada y algunos de ellos superiormente educados. En Massachusetts, uno de los primeros actos consistió en la fundación de una Universidad, una Cambridge en el nuevo territorio.

Pronto asumieron las recientes fundadas colonias un amplio grado de independencia. Eligieron asambleas para la totalidad de las colonias y convirtieron a cada poblado en una entidad autónoma. La congregación religiosa fortaleció sus lazos en la Nueva Inglaterra y dominó la política de los centros urbanos. El instinto de rechazar la autoridad de la metrópoli, ejercida por el rey o por las compañías, se evidenciaba ya en los primeros establecimientos coloniales, sobre todo en Massachusetts, aunque no llegó a adquirir proporciones coloniales hasta Jorge Washington.

La actitud autonómica de los establecimientos ingleses se debió en gran parte a las circunstancias de sus orígenes, debían su fundación a la iniciativa privada, llevando en sus corazones el espíritu de la rebeldía, tratando de sustraerse del gobierno eclesiástico de Inglaterra.

Las causas del escepticismo del siglo XVII fueron las reacciones que se produjeron en contra de la fe impuesta y obsesiva, terrible, del siglo XVI y del XVII. Ninguna imposición mental puede durar eternamente. El siglo XVII es el siglo de las rebeliones; pero las del siglo XVIII tuvieron realmente alcances mundiales y largamente

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