Inmigracion
Enviado por prissy15 • 6 de Marzo de 2013 • 455 Palabras (2 Páginas) • 444 Visitas
Los trabajadores inmigrantes son al final quienes soportan con mayor crudeza las políticas basadas en medidas anticrisis; la reducción de puestos de trabajo, los cambios legislativos más exigentes en el reconocimiento de sus derechos, la reforma laboral. En definitiva, son los inmigrantes los que sufren las mayores consecuencias de la crisis.
Al inmigrante es otra vez al que le toca la peor parte, y es que las promesas se han convertido en ofensa. Al inmigrante se le ha hecho creer que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Las organizaciones sociales, sabemos que es pura utopía, y por encima de todo, desde la parte que nos corresponde, hemos de esforzarnos para hacer que la gente sepa lo que es ser inmigrante, porque sino se sabe el concepto y lo que ello arrastra (no debemos olvidar los españoles nuestra propia experiencia como inmigrantes), no se podrá concebir una idea de persona inmigrante, que tiene como única fuerza, su constancia, su trabajo y esfuerzo para sacar en muchas ocasiones a su familia de la pobreza en la que malviven en sus distintos países de origen.
Que no se ponga mala cara al inmigrante que solo piensa en trabajar y que nunca se desanima y que parece que estorba, que soporta con tristeza la lejanía de su tierra, porque piensa en su familia a la cual lleva años sin ver, que sufre la explotación descarada a veces rayana en el esclavismo cuando no tiene papeles, que sufren múltiples engaños, que es víctima propiciatoria de la deseconomía social provocada por el «sálvese el que pueda» que ha roto los vínculos de solidaridad, incluso entre el mismo colectivo inmigrante.
Un inmigrante que sintiéndose en principio privilegiado por haber conseguido sus papeles tras su estancia continuada en España de más de tres años, ha perdido su trabajo y no puede hacer frente al alquiler de su vivienda, ahogando su angustia en un panorama de total incertidumbre.
Se pregunta el inmigrante ¿Cuándo encontraré un trabajo? ¿Cuándo veré a mi familia? ¿Podré reagrupar algún día a mi mujer y a mis hijos? Mientras se enjuga las lágrimas con la caída del sol estival, intentando conciliar el sueño, imagina como algo intangible, y lo intenta hacer propio, una vida digna, una vida mejor, una vida con trabajo, en la cual vuelva a crecer la hierba de la solidaridad y de la esperanza.
Una vida donde no reine solo la justificación política en materia de inmigración plasmada en utópicos programas o planes con meras declaraciones de intenciones, sino que todo ello se traduzca en medidas prácticas concretas, unificadoras, en las cuales todos/as se involucren, administraciones públicas y ciudadanos/as
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