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Interculturalidad: puentes no muros


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2018  •  Ensayo  •  3.297 Palabras (14 Páginas)  •  174 Visitas

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Año del Dialogo y Reconciliación Nacional”[pic 1]

Universidad Nacional de San Agustín

Facultad de ciencias histórico sociales                                      [pic 2]

                                ESCUELA:

                              Antropología

                                 AÑO:

                                       Segundo  – 4to Semestre

                                                  CURSO:

                                        Antropología Peruana[pic 3]

                                                   TEMA:

INTERCULTURALIDAD: PUENTES, NO MUROS    

                                          Estudiantes:

  • Ortiz Gaspar Josué Mateo

                                        Docente:

                            Lic. Jorge Zegarra López  [pic 4]

INTERCULTURALIDAD: PUENTES, NO MUROS

"Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse." Hablar de interculturalidad es, sacar a la luz muchos de los conflictos que existen en nuestras sociedades, es aceptar que hay diferentes culturas y que no todas tienen el mismo reconocimiento y poder,  este reconocimiento de la diversidad obliga a cuestionar las desigualdades y todo tipo de consecuencias que ellas traen como pobreza, discriminación, racismo, xenofobia, etc. Encontramos aquí otra poderosa razón para el fomento de la interculturalidad, contribuir a cuestionar las situaciones estructurales y las condiciones que permiten que haya dominación de unas culturas sobre otras, de determinados colectivos humanos sobre otros, etiquetados como diferentes e inferiores. Si bien, nuestro país alberga una sociedad con gran diversidad cultural, donde conviven culturas diferentes con sus respectivas lenguas, tradiciones, cosmovisiones y costumbres. No obstante, a lo largo de nuestra historia republicana, estas diversas poblaciones culturales y lingüísticas han sido subvaloradas debido a la forma en que ha estado organizada nuestra sociedad, que ha reproducido formas jerárquicas, discriminatorias y excluyentes de relaciones. Sin embargo, aunque esta diversidad cultural es celebrada y promovida, el reconocimiento de la identidad de estos pueblos como indígenas es un tema complejo, debido al estatuto que adquieren como sujetos de derechos colectivos, amparados por las normas nacionales e internacionales. Y si bien, lo indígena es una identidad móvil, compleja y en constante re-definición, es esta misma, quien es la cara más expresiva no solo de la pobreza sino de otras situaciones que adolecen su existencia. La interculturalidad promueve el bienestar y vigencia de los pueblos indígenas, así como el desarrollo y la construcción de una identidad del país en general.

El Perú es uno de los países con mayor biodiversidad en el planeta, poseemos además de esta, una considerable diversidad cultural y lingüística. En la amazonia coexisten alrededor de 65 grupos étnicos pertenecientes a doce familias lingüísticas, conviven también ramificaciones de la familia del aimara con diversas variedades del quechua y un castellano hablado por la mayoría de la población con sus propias variedades regionales. Así mismo, tenemos una sociedad ordenada jerárquicamente, situación que se comienza a perfilar durante la colonia, periodo en el que se organizó un sistema dentro del cual la cultura occidental fue la dominante, es decir aquella valorada y quien daba las pautas de los saberes legítimos, controlaba las instituciones y se considerada superior a otras culturas. Pero, nuestra historia ha supuesto también un conjunto de saberes respecto al manejo de la diversidad, de la naturaleza y también de los grupos sociales, haciendo posible la convivencia entre quienes eran diferentes. Sin embargo en las últimas décadas del siglo pasado hemos vivido una situación de violencia política que deja una huella imborrable para todos los peruanos. Conjuntamente con la puesta en escena de las brechas socioeconómicas, ya que el proceso de violencia puso de manifiesto la gravedad de las desigualdades de índole étnico-cultural que aún prevalecen en el país.

La igualdad o desigualdad entre los seres humanos no tiene nada que ver con la biología sino con preceptos éticos, algo que una sociedad puede otorgar o quitar a sus miembros, como indicaba Dobzhansky[1]. La diversidad observable es un producto genético, un conjunto de diferencias genéticas y ambientales mientras que la desigualdad es un producto cultural, una construcción social.

Pero, ¿a qué nos referimos cuando decimos interculturalidad? “El termino interculturalidad alude al encuentro entre culturas. Ahora bien, la cultura es el conjunto de todas las formas de vida y expresiones de una sociedad determinada” (Ossio M., Juan y otros; 1986). En esta perspectiva cada uno de nosotros hacemos cultura y somos portadores de cultura. Cabe mencionar que las culturas no son estáticas en el tiempo, sino cambiantes. Cada grupo cultural es como un ser vivo que con el tiempo se va transformando por crecimiento y adaptación. Así aquello que se considera lo propio de una cultura es en realidad fruto de una constante transformación cuyos orígenes han sido de diversos encuentros culturales y la manera de conservar las culturas es contribuir a la afirmación del yo colectivo “el grupo” afirmando su tendencia al cambio y a la reinvención constante de sus formas de expresión.

La interculturalidad parte también del reconocimiento de la diversidad y del respeto a las diferencias, pero es un proceso que busca establecer el diálogo e intercambio equitativo en una sociedad plural, es en este sentido, más que un concepto, una propuesta, es un desafío que supone una actitud que parte de la base de aceptar la condición nata de igualdad y respeto de todos los seres humanos a pesar de las diferencias, por el solo hecho de serlo (Norma Fuller)[2].

Así mismo, la interculturalidad debe ser entendida como un proceso permanente de relación, comunicación y aprendizaje entre personas, grupos, conocimientos, valores y tradiciones distintas, orientada a generar, construir y propiciar un respeto mutuo, y a un desarrollo pleno de las capacidades de los individuos, por encima de sus diferencias culturales y sociales, en un intento por romper con la historia hegemónica de una cultura dominante (Walsh, C.)[3].

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