Intervención quirúrgica estética

        La preocupación por la imagen presentada frente a un público que tendrá como función llevar a cabo un juicio de aceptación o rechazo hacia lo mostrado es uno de los conflictos que se manifiesta con regularidad desde la niñez hasta etapas adultas de las personas. La imagen de sí mismo, la concepción de belleza, las normas culturales, los estándares adoptados, la necesidad de agradar al otro son entre otros, factores enlazados a la construcción del cuerpo y la sexualidad de la persona. En Colombia la necesidad de verse atractivo físicamente supone una necesidad que abarca todas las edades, entre la que se puede encontrar, considerable cantidad de adolescentes. En el año 2015 la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (Isaps) publicó un informe en el que Colombia posicionaba como el número diez entre los países que más cirugías estéticas se realizaban, igualmente, el informe destaca que de toda la población colombiana que opta por realizarse una intervención quirúrgica, el 30% está conformado por adolescentes; pacientes menores de 18 años que acuden a consulta para “remover” o “ajustar” un detalle de inconformidad física.  

        La adolescencia evoca conflictos infantiles de los cuales no se tiene completo control y de los que muchas veces no se tiene consciencia, explica Lina Triana, presidenta nacional de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva que, en Colombia, los jóvenes buscan en primer lugar lipoesculturas, en segundo, aumento de senos y en tercero, aumento de cola con grasa.

        Desde la teoría psicoanalítica, Lacan (1958) explica que la construcción del cuerpo tanto en hombres como mujeres está inalterablemente determinada por la dinámica entre el infante, su primer objeto de amor (madre) y la figura representativa de la ley, la prohibición y limitación (padre). Es en la intervención del padre donde se corta el deseo materno y la idea del hijo como centro de este deseo; la instauración del padre marca. Sin embargo, Lacan -y anteriormente Freud- también encuentra que en la ausencia del padre como símbolo (figura) se encierran formas primarias para la concepción del cuerpo. La palabra dada por el otro, sea de aprobación o rechazo determina la dinámica de una persona con su cuerpo. Así, por ejemplo, es posible que un niño asuma diferente la concepción de su pene como un órgano para exhibir orgullosamente a causa de los festejos otorgados por los padres a cuando se le desvaloriza y apunta como una zona como “prohibida”. Similar es el caso de la construcción femenina; la desvalorización del desarrollo antes y en la pubertad suponen en ambos sexos el desarrollo de inconformidad en zonas como la nariz, abdomen, piernas, senos, pectorales, rasgos fáciles entre otros. Por esto, acudir a la intervención quirúrgica con fines estrictamente estéticos, apunta a un imaginario sobre el propio cuerpo que no se puede desligar de la persona, sobre todo, de su pasado, y en tanto es una imagen que produce inconformidad, “necesita” ser resuelta desde la construcción de otra imagen. 

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