Intitucionalización de la revolución mexicana

Institucionalización de la Revolución

Los procesos de institucionalización acompañan a un proceso de cambios. Esto quiere decir que en una revolución triunfante le sigue un proceso de institucionalización, la revolución de 1910 fue una autentica ruptura histórica, la constitución de 1917, un ejemplo de institucionalización.

La institucionalización del estado mexicano abarca, en lo general dos décadas que son de 1920 a 1940. Está marcada por una estabilización política y social bajo el mando de los políticos y ex revolucionarios del grupo sonorense. Todo ello, incluyendo nuevas ideas, formas institucionales y formas de lucha, que necesariamente influyeron en los cambios que se estaban gestando en nuestro país.

Los mexicanos habían conseguido el derecho de obtener mejores condiciones de vida y trabajo, era necesario construir formas nuevas de relación con las potencias principalmente con las que tenían mayores intereses en México. También había que establecer formas institucionales diferentes  a los porfiristas, pues Díaz no reconocía los derechos de los trabajadores.

Adolfo Huerta quedo como presidente provisional, uno de sus mayores objetivos era la pacificación del país, sin la cual era imposible cualquier reforma. Con estados unidos la situación era muy tensa ya que este intento hacer valer algunas demandas al gobierno mexicano a cambio del reconocimiento de su gobierno.

Álvaro Obregón lanzo su candidatura a la presidencia de la república y con ello logro el apoyo de una amplia coalición de fuerzas, como se esperaba  Obregón tomo posición del poder el 1 de diciembre de 1920.

La constitución de 1917 consideraba en el artículo 123 la disposición concerniente al derecho tanto de los obreros como de los empresarios para organizarse en defensa de sus intereses. Álvaro Obregón repartía un limitado número de tierras a los campesinos, que afectara fundamentalmente a los latifundios más atrasados y opto por la pequeña propiedad capitalista.

Uno de los logros más notorios de Obregón fue su política educativa para esta obra conto con el apoyo de José Vasconcelos, uno de los más grandes destacados filósofos Mexicanos, Fue rector de la Universidad de México y el famoso lema “Por mi raza hablara el espíritu”.

Ya en su función como Secretario de Educación Pública Vasconcelos puso en marcha un importante programa de escuelas rurales y técnicas e inicio un programa de publicación de obras clásicas en grandes tirajes.

Intentando un acercamiento con los diversos países, en julio de 1921 Obregón invito a todos los gobiernos a que presentaran pendientes que tuvieran sus ciudadanos. El tratado de la Huerta-Lamont, que consolido y redujo las responsabilidades financieras contraídas  por las administraciones anteriores.

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