Juan Sebastián Henao Parra- Quinta de San Pedro

Juan Sebastián Henao Parra- Quinta de San Pedro

Nos encontramos en unas manzanas del  barrio Villa Alejandrino, cerca de un lugar memorable para la historia de Colombia, pues en una hacienda ubicada a escasos 100 metros se encuentra La quinta de San Pedro Alejandrino, lugar recordado porque allí falleció el libertador Simón Bolívar, Un sector que tiene mas de 100 años de historia pero que a medida que va pasando las generaciones, va evolucionando consigo y donde muy poco de sus construcciones  van dando cuenta de ello, tal como se vio en la visita, el barrio ha mostrado dos caras, su cara agradable, donde nos encontramos con edificaciones de 10 o 12 pisos y casas unifamiliares no muy lejanas a esta época y otra cara donde vemos un espacio de invasión, donde las personas con lo mucho o poco que han logrado obtener, han podido lograr crear su hogar a partir del apoderamiento de una tierra que no les pertenece pero que ya sienten como suya, las calles son muy cambiantes y pueden cambiar sus dimensiones en menos de 50 metros, pasando de una doble calzada a un solo carril en la esquina mas próxima,  y en donde siempre sin importar que, encontramos un respeto por el antejardín de cada una de las casas, ya que este es un elemento característico de las familias del norte del país, durante todo el día en el sector hay una gran variedad de flujo vehicular y dependiendo de la mazna se puede llegar hasta generar un embotellamiento, debido  a que muchos usan este sector como “atajo” para tomar la Avenida perpendicular que pasa por allí cerca, los arboles allí sirven como filtro para  la contaminación auditiva de los vehículos que hacen sonar su claxon todo el tiempo y  también como filtro natural de la luz en las casa que tienen como es habitual su árbol en el retiro en el antejardín, en muchos de los lugares del sector se escucha un silencio sepulcral pues así como hay calles con constante flujo de vehículos, hay otras totalmente desoladas y sin una vida urbana-social  activa, hacer parte del sector por unos minutos ayudó mucho a entender la vida doméstica y un poco de la comercial.

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Al adentrarnos en el sector vemos como las calles muchas veces lo va llevando a uno a conocer el lugar, a ser parte del entorno, a dejarse llevar por las penumbras que nos brindan un confort ayudando a controlar la temperatura y los rayos del sol que son inclementes con cualquier persona, que da también la sensación de  estar en un lugar histórico, que ha vivido distintas épocas pues en este se demarcan por las tipologías de las algunas casas, casa que en su mayoría fueron pensadas para el samario como método de protección a las condiciones, por esto encontramos un antejardín que nos recibe, que nos da la sombra y el verde la naturaleza que nos conecta con ella, vemos los característicos techos a dos aguas, como ye proyecta una parte de la fachada y la otra como se retrocede siempre buscando generar el espacio y el clímax para poner una silla mecedora y poder sentarse por horas en el antejardín, es curioso el aroma que tienen las casas que a pesar de estar tan alejadas del mar,  se siente el olor a playa, a mar, y las brisas nos van llevando a eso, los colores en su mayoría pastel, o colores llamativos poco convencionales a los usados en otras regiones del país.

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